23/11/2024 11:01
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No busques al lobo en el caniche ni al tigre en el gato. No busques a Julio César en Felipe VI, ni a Marco Tulio Cicerón en sus palabras: “Los pueblos que ya no tienen solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales: se rehabilita en todos sus derechos a los condenados, se libera a los presidiarios, se hace regresar a los exiliados, se invalidan las sentencias judiciales. Cuando esto sucede, no hay nadie que no comprenda que eso es el colapso total del Estado, donde esto acontece, nadie hay que confíe en esperanza alguna de salvación”. No, no busquéis ni al lobo ni al tigre, ni a César ni al sabio Cicerón ni en Felipe VI ni en su recurrente y cansino discursito de Nochebuena. Si los buscáis, solo encontraréis frustración y un silencio impotente desplomándose sobre la noche y la niebla.

El discursito del Rey, redactado por esos moralistas profesionales que hacen gimnasia con sus abstracciones en la Cueva de Platón, fue, una vez más, un hilván de tópicos, de tipismos, de lugares comunes y de mantras sobre las bondades de la Constitución y sobre la epifanía del Régimen del 78. Fue una oda a la democracia y un madrigal a las pobrecitas instituciones, tan frágiles ellas que, con la sola embestida de dieciocho diputados (trece de ERC y cinco bilduetarras) y la complicidad de un gobierno de Brutos e Iscariotes  están ya para el desguace. ¡Pobrecitas instituciones!, mientras las violan, sus centinelas y sus pretorianos salen corriendo a buscar leguleyos que redacten recursos, a su vez recurribles por los violadores, ante tribunales que son mercadería política en la almoneda del Poder.

La esperanza en el discursito de Felipe VI está, ¡cómo no!, en Europa, que es la matrona geopolítica que nos guarda,  nos arropa y nos amamanta, como bien aprendieron ayer los yugoeslavos y como están comprobando hoy los ucranianos. Socialistas, comunistas y separatistas juegan a la democracia para destruir España, pero podemos dormir tranquilos porque, según el discursito del Rey de la balcanización, Europa vela por nosotros para hacer por nosotros lo que nosotros no queremos hacer. En la Moncloa, en la Generalitat y en Ajuria-Enea, se descojonan, y en los Balcanes también, mientras PP, VOX y C,s aplauden como focas de circo creyendo, ¡pobrecitos!, que en el maullido del Rey rugió el tigre del Rubicón. O sea, Julio César que sirvió a la democracia, hasta que la democracia amenazó con destruir a Roma. ¡Ave César! ¿Dónde estás, que entre tanto maullido no te oigo?

Autor

Eduardo García Serrano
Eduardo García Serrano
Eduardo García Serrano es un periodista español de origen navarro, hijo del también periodista y escritor Rafael García Serrano. Fue director del programa Buenos días España en Radio Intereconomia, además de tertuliano habitual de El Gato al Agua en Intereconomia Televisión. Desde el 1 de Febrero del 2019 hasta el 20 de septiembre del 2023 fue Director de El Correo de España y de ÑTV España.
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Miguel Sánchez Asenjo

¡AMÉN!

Gracias. Un abrazo
Miguel Sánchez

Lucas68

El rey dijo lo que le dejaron decir, y ese es su papel. Al menos no tuvo que redactar a toda prisa un epílogo pidiendo perdón a minorías en su mayor parte parasitarias, como otros….

Sofia

Si en los tiempos que vivimos donde esta en juego nuestra democracia todo el discurso de SSMM es mencionar de soslayo la Constitucion como pilar de nuestro Estado, sin duda algo mas falla de nuevo. Se echo en falta un discurso valiente, contumaz, incolumme en la defensa de nuestra patria. Una denuncia de todas las intromisiones del poder factico del gobierno frente a los demas e incluso a la propia monarquia.

Brunegilda

Bueno, si tenemos a un señor que sólo sirve para decir lo que le dejan decir, podemos prescindir de él y quedarnos sólo con el que tiene el mando, y que lo que sea, lo diga este último directamente, en vez de usar al muñeco de ventrílocuo.

Héctor

Este «monarquita» es un colaborador necesario del auto-golpe, firmando indultos irregulares y participando en ceremonias masónicas, como el esperpento del Palacio Real.
El se baja los pantalones y los españoles de bien sufrimos las consecuencias.
Es un buen ejemplo de un inquilino indigno de la institución que ocupa. Por otra parte, un complemento ideal para el inquilino de la Moncloa.

Gracias por vuestro trabajo, ÑTV.

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