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El P. Pablo Pich-Aguilera Blasco, con sus dos escasos años de sacerdocio, ha sido sin duda uno de los sacerdotes más jóvenes de la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga que tuvo lugar este verano. Reflexiona sobre unos días de los que sale exultante, reforzado y afianzado en la voluntad de servir al Señor.
¿Cómo valora esta peregrinación, de marcado carácter tradicionalista, a uno de los lugares más emblemáticos de nuestra patria?
La peregrinación a Covadonga ha superado en mucho las expectativas. Han sido tres días llenos de Fe, Esperanza y Caridad. Después de las recientes noticias sobre el Motu Propio que parecían hacer dudar a muchos, la respuesta ha sido de una entereza y visión sobrenatural encomiable. He salido exultante de la peregrinación.
¿Qué ha supuesto en su vida sacerdotal poder recorrer como peregrino esos más de 90 kilómetros por las montañas de Asturias?
La verdad es que durante los años de seminario y estos escasos dos años de sacerdocio, siempre había visto noticias sobre la famosa peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad en Francia, y otras iniciativas de carácter “Tradicional”, y siempre me llamaron la atención. Además, la Misa Tradicional estaba también en mi retina. Había estado practicando durante este año para poder celebrarla por primera vez durante la peregrinación.
Ha sido para mi vida sacerdotal un estímulo y un enriquecimiento por ver el trato y el cuidado hacia la celebración de la Santa Misa. Ver la fe de los fieles, a las cuatrocientas personas arrodilladas ante el Santísimo Sacramento, es siempre impactante. Salgo reforzado y afianzado en la voluntad de servir al Señor.
¿Por qué motivos es providencial que España cuente desde este año con una peregrinación de estas características?
En primer lugar porque la peregrinación es siempre una ocasión para la renovación espiritual. De allí siempre salen grandes frutos para la Iglesia. En segundo lugar, porque es imprescindible la unión del pueblo español en torno a la Fe Católica. En tercer lugar, porque es enriquecedor encontrarse con personas de todos los lugares de España y poder compartir juntos unos días de Fe y verdadera fraternidad.
Covadonga fue baluarte de grandes hazañas en la reconquista. ¿Podría ser ahora un nuevo fortín de la fe en tiempos convulsos?
¡Por supuesto! Sabemos las promesas que tanto el Señor como la Virgen Santísima han hecho sobre nuestra nación. Además, el Señor nos conmina en el Evangelio a tener Fe, y que esta mueve montañas y corazones. Si nuestra Fe fuese como un grano de mostaza…
Es más necesario que nunca recuperar una Fe vivida con radicalidad, especialmente de obra, mostrando la belleza del Evangelio a un mundo ansioso de Dios pero a quien no se le presenta la Verdad evangélica.
Usted tiene varios apostolados con jóvenes durante el año…¿Hasta que punto fue para usted motivo de alegría ver camino de Covadonga a tantos jóvenes devotos y alegres?
Basta mirar lo que pasa en países como Francia o Estados Unidos, donde la Tradición se vive con gran naturalidad y está teniendo frutos inmensos. La juventud busca algo radical, serio, exigente, que comprometa. El problema es querer contentar y rebajar la exigencia de la Fe para aquellos que no están dispuestos a acoger el Evangelio.
Es un signo de esperanza grande el ver tantos jóvenes con ganas de entregar su vida por la Fe, cada uno desde su ámbito. Jóvenes con ganas de formarse, de dar razones a un mundo vacío, de reconquistar España para Dios. Nos toca mantener viva esa llama y que ella encienda a otros jóvenes.
Muchas de las gentes sencillas de Asturias saludaban a los peregrinos con mucho entusiasmo, como conscientes de que un soplo de aire fresco pasaba por sus vidas.
Fue especialmente emocionante ver cómo saludaban los lugareños desde sus casas. Preguntaban quiénes éramos y adónde íbamos. La mayoría reaccionó con gran alegría y se veía cómo sus rostros se iluminaban. Estoy seguro de que ha sido un gran testimonio para ellos.
También han peregrinado un buen número de familias católicas, sobre las que se puede cimentar la cristiandad.
La familia es la clave, por ello es tan atacada. La familia es el lugar natural de evangelización, allí es donde se transmite la Tradición de forma eminente. Ha sido una de mis mayores alegrías, ver familias enteras peregrinando.
¿Por qué es importante que la peregrinación se vaya consolidando año tras año en España?
Es vital porque necesitamos ver que no estamos solos. Es vital porque siempre las peregrinaciones son fuente de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, y también donde nacen santos matrimonios. Es, además, una bellísima experiencia de catolicidad, de universalidad. La Iglesia no es solo mi parroquia ni lo que yo vivo, sino que está llena de riqueza.
Solo espero que esta haya sido la primera de muchísimas peregrinaciones. Agradecer a la organización por haber iniciado esta quijotesca andadura.
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