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Alicia Latorre, presidente de la Federación Española de Asociaciones Provida, intervino recientemente en la Comisión de Derechos Sociales y Políticas Integrales de la Discapacidad del Congreso de los Diputados. Dio un valiente testimonio de la labor de quienes ayudan a las mujeres que quieren abortar o ya han abortado y sufren las consecuencias, algunas muy graves. Además mostró imágenes de abortos, primera vez que se hace tal cosa en sede parlamentaria en España y repartió al final unos libritos de Vida y muerte en el seno de una madre y un pin de unos piececitos el tamaño real de 10 semanas de gestación. Hizo referencia al hecho de que cada vez más se encuentran con más personas arrepentidas del aborto, signo de esperanza de que cualquiera puede cambiar, por mil circunstancias.
¿Cómo valora la intervención que tuvo hace unas semanas en la Comisión del Congreso de los Diputados?
La valoro como muy positiva en el sentido de que es una oportunidad de defender la vida humana en un lugar donde se toman importantes decisiones y donde casi todo lo que se oye es contrario a la vida.
Es un privilegio, pero también una gran responsabilidad poder hablar allí y por eso estaba un poco nerviosa al principio, pero poco a poco todo se fue enlazando y solo puedo dar gracias a Dios y a las personas que lo hicieron posible por poder hablar, proyectar y tocar puntos muy diversos. Se pudo hablar de la necesidad de valorar, defender y cuidar la vida humana, descendiendo a los detalles, a situaciones concretas, como el de una mujer que había abortado a unos gemelos y que lloraba cada día porque tenía un dolor tan grande que «vivía pero no estaba viva viva».
La verdad es que fue una experiencia interesante porque nunca habíamos tenido antes una intervención en el Congreso.
Era importante hablar con claridad de estos temas.
Sí, era importante, siempre lo es porque lo peor es este tema es el silencio, la indiferencia y la mentira. Existe un único mensaje que presenta a la cultura de la muerte como defensora de la libertad y del progreso y esto se ha ido aceptando por parte de la población a lo largo de los años. Unos eslóganes, nunca contrastados ni discutidos que han sido asumidos poco a poco por unos y tolerados con desesperanza por otros. Es tan fácil desmontar tanta falacia… Mostrar la verdad y llamar bien al bien y mal al mal es clave. Cuando se pone atención en esto, las falsedades y todas las tretas, quedan sin fuerza.
Creo que no podemos estar solo a la defensiva o a remolque de lo que va pasando, sino que debemos aprovechar cada oportunidad para avanzar, para mostrar todo el bien que se está haciendo, para dar argumentos de ciencia y de conciencia y para invitar a todos a dar un golpe de timón si han colaborado o sufren los daños de la cultura de la muerte.
Y una cuestión fundamental: ganar la batalla del lenguaje y desmontar los eufemismos, las palabras inventadas y todo el mundo paralelo que constituye un marco preparado para justificar todas las barbaridades que se están cometiendo. Esto no solo pervierte las conciencias, sino que aleja completamente de la realidad y crea toda una estructura de mal en la que la vida humana no vale nada y, menos aún, si no cumple estándares de «calidad».
¿Cree que ha podido tener importancia en la opinión pública y en los diputados españoles?
Yo creo que nadie que oye hablar de estos temas queda indiferente. Y desde la Federación Española de Asociaciones Provida en este caso, podemos aportar la experiencia de 40 años de existencia, día tras día y año tras año y son muchísimas las asociaciones que también trabajan por la vida atendiendo a los discapacitados, a los enfermos en cada etapa de su vida. Y esa voz tiene fuerza porque no es una teoría, es un conocimiento de los problemas, es cariño y acompañamiento y puesta en marcha de ayudas ciertas y comprometidas. No hay intereses económicos ni ideológicos y eso da mucha fuerza y necesidad de transmitirlo y decirlo, de llegar también a personas que quizá nunca han tenido la oportunidad. Créeme que al tener delante a personas de todo signo político se trató de hablarles no pensando en cuáles eran sus siglas, sino en un lenguaje que, si no tenemos prejuicios, todos podemos entender y valorar. No se trata de quedar encima, sino de parar ya está locura de muerte y dejar tanto sufrimiento y tanto montaje económico- ideológico. También me pareció importante animarlos a que aprovechen su mandato político al servicio del bien común. Es muy esperanzador ver que algunos de ellos sí que se toman en serio esta causa y espero que sean cada vez muchos más.
Hay mucha ignorancia sobre el tema, porque no se está cerca de los problemas, porque se cree que si algo es legal, ya es lícito e indiscutible. Se confunde lo legal con lo moral. Esa ignorancia (consentida muchas veces) se une en ocasiones al pasotismo en este tema, a la necesidad de justificación personal, a intereses electorales o relacionados con las estructuras de muerte.
Me conformo si de alguna manera algunos de los que piensan distinto han considerado algo de lo que allí se dijo. Deberíamos conseguir que el tema de la vida humana lo tomaran todos los partidos como una prioridad, como algo transversal y este era uno de los objetivos.
¿Ha podido influir en ellos o en la opinión pública?
Espero que sí. Cualquier palabra o al servicio de la vida humana, o en su contra, siempre influye. Acercarse a este mundo y descubrir tanta farsa y tanto dolor y por otro lado tanto bueno, ver la verdad de las cosas, es un lenguaje que todos entendemos y que nuestro corazón reconoce como bueno. Otra cosa es que se dé el paso para aceptarlo Y adherirse a la verdad. Y creo que ha sido importante también para reforzar a las personas que luchan muchas veces en la soledad e incomprensión y que se ven abandonados en su dolor y sus problemas. Y también para los provida que siempre se silencian en los medios.
Nunca sabemos hasta qué punto puede llegar, cuántas personas han visto la intervención, cuántos medios lo han difundido…, pero creo que el efecto puede multiplicarse cada cual lo difundey podemos quedar asombrados de la reacción de las personas que están ansiosas de un cambio y dejar atrás tanta muerte y tanta mentira.
Era muy importante recalcar que no puede existir a la vez el derecho a la vida y el derecho a quitarla…
Sí, algo de sentido común y que no podemos dejar de recordarlo. Sin embargo llevamos 11 años con este falso derecho y otros 35 que no se consideraba un derecho, pero se ejercía como tal de hecho. Y por si fuera poco, ahora también se ha decidido que la eutanasia también es un derecho. Partida doble para el «derecho» a matar.
Y qué según la Ciencia la Vida empieza desde la concepción…
Otra cuestion clarísima desde la primera célula que tiene el mismo ADN que tendremos en todas las células de nuestro cuerpo y que se utilizará, por ejemplo, en una prueba de paternidad o en la medicina forense. Se sabe de qué persona se trata, cuál es su sexo, su raza y hasta el color de sus ojos. Es un ser humano y no puede serlo de otra especie y desde el principio. La ciencia no tiene dudas al respecto y son espectaculares los avances de la embriología, de la medicina fetal, de las neurociencias…Pero si alguien todavía duda, y se empeña en dar la espalda a la ciencia, podemos recordar este viejo ejemplo que ya se explicaba en los años 80: si un cazador tiene dudas de si lo que se agita en unos arbustos es un animal o un ser humano, ante la mínima duda, no dispara. Si alguien tiene la duda de si es un ser humano o no lo es, no debe hacerle daño. Ante la duda, siempre a favor del reo.
También denuncia lo injusto de perseguir a quienes quieran evitar un aborto…
Sí, es que es el mundo al revés. Por un lado reconocen que el aborto no es algo bueno para la mujer, ni deseable. Dicen que tiene que ir a abortar porque no le queda otro remedio y es muy duro para ella. Y sin embargo, persiguen y quieren quitarse de en medio a quienes quieren tratar de evitarlo y reclaman facilidades para hacerlo todavía más sencillo. Como no tienen médicos que quieran matar a las personas antes de nacer, ni dañar a las mujeres, quieren señalar en una lista a los profesionales no lo hagan, invirtiendo se nuevo el orden de lo que esta bien y lo que está mal.
Presentan a quienes se enriquecen con el dolor ajeno como si fueran los que velan por los derechos de las mujeres, cuando en realidad solo les interesan como clientes y para engrosar su cuenta corriente. Cuando salen destrozadas, en su cuerpo muchas veces y en su alma siempre, ya no les importan para nada, porque ya han pagado (en realidad hemos pagado todos). Y para amedrentar y quitarse de en medio a quienes les hacen bajar sus ingresos, los llaman acosadores y violentos a por dar información o rezar y preparan una ley contra ellos.
Por último valora las cifras del aborto y sus consecuencias…
Las cifras oficiales dicen que han descendido. Si tenemos en cuenta que ha sido el año en que hemos estado confinados, no sería de extrañar que hubieran bajado, puesto que han bajado todos los delitos y también los nacimientos. Pero no creemos que haya bajado el número, a pesar de lo que digan las cifras oficiales y sabiendo además que durante la pandemia se ha considerado como negocios esenciales a los centros de aborto. No se contabilizan la mayoría de los abortos químicos y ha habido centros que no han comunicado las cifras. Pero incluso aunque fuera cierto que hubiera descendido el número de abortos, ¿cómo podemos alegrarnos de que a casi 90.000 hijos inocentes se les haya quitado la vida y que haya otras tantas víctimas a las que nunca se les va a reconocer su duelo?
Le atribuyen a Stalin la frase de que «un muerto es una tragedia, un millón de muertos son una estadística». Nunca una vida humana eliminada será para nosotros una estadística. En el aborto, como en la eutanasia, solo podremos alegrarnos cuando no haya ni un solo caso en el que se quite la vida, cuando en las leyes y en la sociedad se reconozca y defienda toda vida humana y todos sus recursos vayan destinados a su defensa y cuidado, especialmente en los momentos de mayor debilidad.
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