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Tras la revista de este libro decepcionante (A Sangre y Fuego, de Chaves Nogales ¿no tiene testimonios más creíbles la “Tercera España”? – Parte primera, A Sangre y Fuego, de Chaves Nogales, una impostura de escaso valor literario – Parte segunda), he repasado tres reseñas tratando de descubrir el porqué de su buena prensa. Nada nuevo: en todos los casos se insiste en ese tercerespañolismo recién descubierto y mayormente impostado.
El incómodo Chaves Nogales es de El Diario de Sevilla, ciudad de su nacimiento. El artículo está muy en la línea de ese tercerespañolismo. Algunos detalles curiosos muestran el tremendo esfuerzo que hay que para hacer que pase el camello por el ojo de la aguja:
En Madrid, Chaves Nogales fue redactor jefe del Heraldo y luego fue el factótum de Ahora, un periódico muy próximo al reformismo pequeño burgués y republicano de Manuel Azaña.
La calificación del republicanismo de Azaña como “pequeño burgués” es ridícula. Se está usando una expresión de Chaves Nogales para referirse a sí mismo.
… estuvo recorriendo la Rusia soviética en avión, justo cuando Stalin acababa de llegar al poder, y describió con admirable ecuanimidad todo lo que vio en la URSS, incluyendo las cosas que admiraba –el tesón de los comunistas, el esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de los más débiles-…
La pretensión de que los comunistas han tratado de “mejorar las condiciones de vida de los más débiles” da la risa. Sostener a estas alturas semejante memez de maestrillo progre de secundaria es imperdonable. Se trata de una interpretación del autor del artículo, no de Chaves Nogales.
Sus palabras de 1929 sobre la fascinación que ejercía el comunismo en los intelectuales occidentales parecen haber sido escritas esta misma mañana: «Todos estos tipos de intelectuales, artistoides, platónicos amantes de la humanidad que en Occidente sienten veleidades comunistas, se horrorizarían si vieran de cerca lo que es la vida comunista. Y no lo digo en daño del comunismo, sino de ellos«.
El párrafo contradice la anterior afirmación del maestro Ciruela. Y la última frase está en esa línea de nadar y guardar la ropa tan de Chaves Nogales. ¿Cómo es posible que afirmar que la vida comunista sea un horror y salir inmediatamente al quite añadiendo que lo dicho es “sin daño para el comunismo”? Las piruetas mentales de esta “tercera España” nunca dejarán de sorprender.
Y luego, nada más llegar los nazis al poder, entrevistó en Berlín a Goebbels, que le pareció un tipo siniestro que no hubiera dudado en fusilar a su padre si eso hubiera favorecido sus intereses.
Esto lo vemos repetido en otros sitios; Goebbels es un tipo malo de película -la verdad es que era personalmente un diablillo- y la lanzada póstuma no tiene riesgo.
Manuel Chaves Nogales, la resurrección del gran cronista del siglo XX, de XL Semanal, distribuido los domingos con prensa “de derechas”. Misma tónica tercerespañolista, similares tonterías:
«Nunca se dejó llevar por la ideología. Tuvo una visión extraordinaria. Comparas sus artículos con los de Unamuno o Baroja y Chaves Nogales es mucho mejor, menos palabrero, menos retórico, menos disparatado», dice Antonio Muñoz Molina.
Primero, el republicanismo de izquierdas azañista también era una ideología, radical (y radical-socialista). Segundo, el estilo periodístico es diferente por supuesto del de un novelista: uno escribe para el día, el otro para la historia, o al menos para unos años. La comparación no es posible.
«Algunos odian a Chaves porque su lectura de la guerra no es sectaria ni partidista. Los tontos siguen creyendo que fue una cosa de buenos y malos, Chaves es el único que dijo que todos estaban contaminados por la ideología totalitaria que en Europa estaba causando furor», explica Andrés Trapiello.
Pero ¡por supuesto que es sectaria y partidista! El republicanismo de izquierdas es también un partido -muy sectario- y Chaves Nogales ve la realidad desde ese punto de vista, y, por ejemplo, califica de “fascistas” a los militares españoles cegado por su sectarismo. Más: el azañismo estaba evidentemente contaminado por el republicanismo laicista y masónico de inspiración francesa.
En Londres continúa su labor de periodista. Escribe para el London Evening Standard, El Nacional de México… Habla en la BBC; monta la agencia Atlantic Pacific y trabajan con él Arturo Barea y Salvador Madariaga. Y continúa escribiendo.
Barea fue un socialista que actuó en el Madrid rojo como censor de prensa, tratando de que los corresponsales extranjeros no pudieran informar verazmente sobre lo que realmente estaba sucediendo. Lo cuenta él mismo en su Forja de un Rebelde. Con otras palabras, por supuesto. Estos son los compañeros de correrías periodísticas de Chaves Nogales.
Manuel Chaves Nogales: fuera de lugar. Es del Club LD, de Libertad Digital. El artículo es mucho más matizado y más sibilino, porque “los verdaderos liberales”, aprueban el rechazo de los totalitarismos por Chaves Nogales, pero apuntan a algunas de sus limitaciones. Sobre A Sangre y Fuego se dice:
Es sin duda esta colección de relatos lo más sincero que escribiría Chaves Nogales sobre el conflicto en España. No sorprende que en este ambiente hostil, atrapado entre dos facciones revolucionarias, la falangista y la frentepopulista, y ya convencido de que la democracia en España ha sido liquidada, decida marchar a Francia: el futuro dictador de España «va a salir de un lado u otro de las trincheras» y él no quiere estar allí para vivirlo.
Su sinceridad es muy relativa, y solo si se la compara con lo que escribía estando en la zona roja. El artículo así lo afirma, desmintiéndose (como si quien lo escribió no quisiera hacer frente al peso de la propaganda pro Chaves Nogales):
De la guerra sólo quedan una serie de artículos escritos «contra el fascismo». Aquilino Duque señala que el último de los que escribió antes de abandonar España se titulaba «Bajo el signo de la esvástica y el fascio de los lictores». A estos artículos hay que darles el valor justo de lo redactado en tiempo de guerra.
En resumen, en la zona roja Chaves Nogales escribe contra el fascismo; en el exilio contra ambos. Contra lo que conoce directamente y contra lo que conoce por lo que ha oído, o imagina; y en este caso propala falsedades como la corrida de rojos en la plaza de toros de Badajoz.
Por su parte el articulista también fantasea desde su ideología liberal, insinuando que la Falange hubiera llevado a cabo un exterminio de rojos:
Gana Franco la guerra y consigue anular en gran medida el elemento revolucionario de su régimen y, así, evitar el destino de cualquier totalitarismo: el exterminio del enemigo, del amigo del enemigo, del indiferente y de todo aquel que pase por ahí.
La Unificación de Franco libró entonces a los rojos del “exterminio”. Sin comentarios. El artículo -no hay sorpresas- acaba barriendo para casa:
Se hace de esta forma buena la observación más obvia que extraemos al leer textos como el Homenaje a Cataluña de George Orwell: los comunistas, como enemigos, eran temibles; pero mucho peor era tenerlos en tu mismo bando. Éste fue el infortunio de Manuel Chaves Nogales, cuya causa, la libertad, no hubo entonces en España quien la defendiera.
La causa de Chaves Nogales era la azañista, cuyo partido formaba parte del Frente Popular. Era aquella causa que gobernaba en estado de alerta permanente, con incendios de templos -siempre católicos- tolerados, con la expulsión de órdenes religiosas católicas, con la prohibición de la enseñanza a estas órdenes, con la Ley de Defensa de la República, con el cierre de los periódicos de derechas, con la censura previa, con la prisión de la cúpula de partidos legales aun tras sentencia del Supremo, etc. Hablar de “la causa de la libertad” es fantasear. O algo peor.
Y esto es todo: quienes nos venden a Chaves Nogales tienen que contorsionar su argumentación en un prodigio de acrobacias lógicas. Incluso llegan a ponerse las contradicciones por montera, por eso es necesaria una lectura escéptica -que se hace preguntas-, para que no cuelen.
El texto de A Sangre y Fuego, de Chaves Nogales, se puede leer aquí: https://www.pdfdrive.com/a-sangre-y-fuego-e194197487.html
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