20/09/2024 00:26
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Llegamos al Epílogo del libro, que podemos considerar las conclusiones. Los autores, conscientes de que el libro generaría un debate, empiezan achicando espacios:

Este libro no pretende animar debate alguno sobre la legitimidad del Gobierno del Frente Popular o de la República como régimen.

Se entiende que rehuyan ese debate en el libro; sin embargo, se quiera o no, el libro pone de manifiesto que las elecciones fueron un atraco, y, en conclusión necesaria, que fue un gobierno ilegítimo. Y añadimos: aunque la izquierda hubiera ganado las elecciones, y aunque las hubiera ganado en buena lid, seguiría siendo un gobierno contra el que la rebelión era legítima, por la violencia criminal que permitió ejercer al PSOE, partido en el que se apoyaba.  Volveremos sobre este tema porque ha sido debatido e la prensa, y aunque los autores han querido rehuir el debate al final ha sido acusados de “revisionistas”, como si la historiografía fuera otra cosa que una continua revisión y matización de hipotesis.

Nuestro propósito principal ha sido explicar con rigor el desarrollo de las últimas elecciones antes del conflicto bélico, afrontando las dos cuestiones controvertidas, la del inopinado y sorprendente cambio de Gobierno en medio del proceso electoral y la de los resultados del escrutinio, que continuaban abiertas, especialmente tras la publicación del revelador dietario de Alcalá-Zamora.

Como no conozco otros estudios -se mencionan dos: el Dictamen publicado por “las autoridades franquistas” y el de Javier Tusell- no puedo opinar, pero creo que se debería de haber sido más explícito en la comparación de resultados con los de esos estudios y en la cuantificación del fraude por circunscripción y sus consecuencias en el reparto de escaños.

Pero esto, que puede dar lugar a un debate académicamente provechoso, es bien distinto de enzarzarse en polémicas gratuitas y puramente ideológicas sobre si lo ocurrido en aquellas elecciones justifica o no los acontecimientos posteriores de la primavera y el verano de 1936.

En efecto, no es asunto del historiador examinar si determinada acción “justifica” otra, sino hasta qué punto está relacionada o puede ser considerada causa de otra. La Cruzada Nacional está sobradamente “justificada” como caso de defensa propia: el propósito reiteradamente declarado de la izquierda de consumar la revolución que no se pudo llevar a cabo en “octubre”, recogido abundantemente en este libro, es prueba suficiente.

Volviendo a las conclusiones: los aspectos que los autores consideran más relevantes son los siguientes (los autores no los numeran, lo hago yo a mi criterio):

 

Primero, el desacierto de Alcalá Zamora al convocar elecciones en aquellas circunstancias.

La notoria inoportunidad de celebrar elecciones en un contexto como el de principios de 1936… aún no se habían liquidado las consecuencias judiciales de la revolución de octubre de 1934… amén de la apología y glorificación constante de la insurrección, la gran mayoría de sus dirigentes interpretaron las elecciones como una oportunidad de vendetta contra sus adversarios.

… sus dirigentes, y en especial Azaña, dieron sobradas muestras de que preferían, antes de pactar con el Gobierno de Portela, converger, no ya con el PSOE, sino incluso con la extrema izquierda, alcanzando un compromiso postelectoral que en su parte realmente ejecutiva distaba mucho de ser moderado, como tanto se ha insistido.

… resulta paradójico que para defender al régimen de un supuesto peligro cedista, Alcalá-Zamora lo acabara poniendo en riesgo, agravando una situación política tan crítica con una lucha electoral polarizada.

Hablar de inoportunidad es un juicio de valor, pero se entiende el sentido: el momento estuvo muy mal elegido. Alcalá Zamora se arriesgó a entregar el poder a la izquierda más o menos revolucionaria, para que la CEDA no gobernara, y perdió. Lo pagó política y incluso personalmente.

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Segundo, la “limpieza” de las elecciones:

 … las elecciones fueron, al menos hasta la jornada de las votaciones inclusive, competidas y todo lo limpias que podían ser en la España de entonces

solo se produjeron irregularidades susceptibles de alterar los resultados en Lugo y Pontevedra, en ambas provincias a favor de la candidatura ministerial

la campaña electoral había sido muy violenta, hasta el punto de registrarse un número de agresiones, muertos y heridos sin precedente en ninguna otra convocatoria electoral

Limpieza es un término confuso, y además siempre relativo. El término de comparación, “la España de entonces”, no es el más adecuado. La tesis queda además contradicha después, por la violencia de la campaña. ¿De qué limpieza nos hablan? Y dejemos aparte las repeticiones de Granada y Cuenca. Creo que los autores querían referirse solo a las votaciones, realizadas con un despliegue policial más propio de una república bananera que de una “de trabajadores de todas las clases”.

 

Tercero. La eficacia electoral del Frente Popular:

… el Frente Popular fue, como coalición para las elecciones, un acierto táctico, en la medida en que aprovechó a fondo las posibilidades del mayoritariamente sistema electoral

… la derecha católica, que esta priorizó en 1936 mucho más que en las anteriores elecciones los pactos con los republicanos moderados, pensando en conformar una mayoría gubernamental de centro-derecha de la que no formarían parte los monárquicos autoritarios

No ocurrió lo mismo con el Frente Popular. Los republicanos de izquierda no solo se avinieron a la exigencia caballerista de embarcarse en una coalición electoral con la extrema izquierda, sino que insistieron en un pacto con ella posterior a las elecciones.

Es una constante de la derecha, que rechaza los pactos con la extrema derecha (que es la derecha de verdad, no nos engañemos; la “moderada” está vendida o atada a la izquierda, a la revolución, como los planetas interiores lo están al Sol, según parecía a los antiguos). Mientras tanto la izquierda “moderada” no tiene empacho alguno en ir de la mano de la revolucionaria.

 

Cuarto, la agitación revolucionaria de la izquierda fue clave en el cambio apresurado de gobierno:

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… la llegada al poder de las izquierdas solo tres días después de las votaciones es inexplicable si no se insiste en que, una vez cerrados los colegios electorales, la misma noche del 16 irrumpió una movilización que, hasta ahora, se había considerado una celebración cívica de izquierdas mal gestionada por las autoridades.

Pero es que esta movilización no se limitó a la ocupación pacífica de la calle, ilegal por sí misma en medio de unas elecciones y explícitamente proscrita por las disposiciones del Gobierno. Entre la noche del 16 y el mediodía del 19 se desarrolló una campaña de agitación y violencia que puso contra la espada y la pared al Gobierno de Portela, hasta hacerlo caer.

… un sector de la historiografía ha hecho caso omiso de que el regreso de Azaña al poder tuvo más que ver con todo esto que con unos resultados electorales incompletos y que, todavía el 19 de febrero, en absoluto confirmaban una mayoría parlamentaria de izquierdas

Quinto, y también en el robo de unas elecciones muy disputadas:

… lo que fue una votación generalmente limpia se convirtió en un recuento adulterado que, en un contexto de resultados apretados y aún abiertos, influyó decisivamente en el reparto final de escaños, otorgando una victoria al Frente Popular por la que tanto habían presionado en la calle las izquierdas obreras

… el número de votos obtenido por las distintas candidaturas antirrevolucionarias superó con creces a las del Frente Popular

La imposibilidad de reconstruir los resultados verídicos impide, sin embargo, que se pueda ir más allá de afirmar que la victoria estaba al alcance de cualquiera de los dos bloques. Lo que resulta, desde luego, innegable es que las falsificaciones probadas inclinaron el escrutinio a favor de las izquierdas, privando de trascendencia a la inmediata segunda vuelta.

… la gestión electoral del Frente Popular careció de precedentes cercanos en la historia de España, en cuanto al grado de parcialidad.

Aquí se reserva el calificativo de lipia a la votación, no a las elecciones en sentido amplio.

 


Y con esto queda el libro listo para sentencia. La serie sobre el libro la remataremos con una revista de las críticas publicadas en la prensa y las reflexiones personales.

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