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En la tercera parte de esta serie veremos en detalle la resistencia heroica de la 5a Bandera de Castilla en Quijorna. Es la parte central del libro, con el testimonio del autor del libro, complementada por testimonios de otros compañeros, ya que él fue evacuado tras ser herido. Recoge que se cuenta de Miaja que al morirse en su exilio mexicano no hacía más que repetir la palabra “Quijorna” durante su agonía. El militar republicano Vicente Rojo escribió que ”… de haber ganado la pantalla de Brunete [el general Miaja], hoy estaría en El Pardo, en lugar del Generalísimo Franco”.

Quijorna antes de la guerra era un pueblo apolítico, sin que el hecho de que allí hubiera vivido el Campesino turbara su tranquilidad política. El Campesino pasa allí varías temporadas, siendo capataz de las obras de la carretera de Villanueva de la Cañada – Quijorna – Navalagamella. (p. 118) 

El 13 de noviembre de 1936, Quijorna es liberado por una columna al mando del coronel Rada. Se establecen allí dos centurias de Falange, una en el pueblo y otra en el Vértice los Llanos. En la primavera del 37 se forma la 5a Bandera de Castilla. La población tuvo que ser evacuada hacia la retaguardia. El único edificio sólido era la iglesia, que al estar en alto era la referencia para los tiros de la artillería. Tras el abandono de Quijorna en la batalla de Brunete, pasa a estar en zona roja. U detalle: 

… instalaron estas fuerzas sus cocinas y ocasiones fue escenario de representaciones teatrales, y siempre este altar presidido por una estrella roja de 5 puntas. (p. 118) 

La estrella satánica donde estaba la cruz. 

El retorno de los habitantes a partir del 39 fue muy difícil porque el pueblo quedó olvidado y tardó en llegar la protección oficial y la reconstrucción. Los campos estaban llenos de trincheras y lo primero que tienen que hacer es allanarlo. Hubo siete muertos durante los trabajos recuperación, por la cantidad de granadas sin explotar. 

Fuerzas que intervinieron en la defensa 

Principalmente fue la 5a Bandera de Castilla, Crespí, que iba a estar al mando de ese capitán, muerto sin embargo unos días antes. El mando recae así en un comandante, don Esteban González Martínez, que murió en la defensa de Quijorna. Estaba formada por la 21a Centuria de Burgos, la 1a y 5a Centurias de Ávila y la 3a de Salamanca. 

El tabor de Ifni-Sáhara, que tuvo 298 bajas de las que 77 fueron muertos, llegó el día anterior del comienzo de la batalla. El batallón de infantería de Toledo número 164, recibió orden el 6 de julio de reforzar la posición de Quijorna y entra en esta cuando ya había empezado la batalla 

Cómo estaba organizada la defensa 

El pueblo está en un bajo formado por el Arroyo de Quijorna. El punto más alto del pueblo es la iglesia. Separado del pueblo, en un alto, está el cementerio. Esos son los principales puntos de apoyo de la defensa. Se cavaron algunas trincheras, de poca profundidad. En resumen, otro pueblo con pocas defensas. La única construcción algo sólida era la iglesia. 

Al no haber muchas facilidades para la ocultación ante el enemigo y para la protección contra sus fuegos, la defensa de Quijorna, en estas condiciones, adquiere mayor relieve por el heroísmo que había que derrochar al verse en tal inferioridad de condiciones ante el adversario, quien disponía de mayores alturas y que, por la configuración del terreno, se acercaba impunemente hasta la defensa de Quijorna, menos cuando era visto por la ametralladora que se montó en la torre de la Iglesia. (p. 151) 

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Es decir, se trataba de una defensa más difícil aún que la de Villanueva de la Cañada. 

Preliminares de la defensa

Era de dominio público que se esperaba un gran ataque de un día para otro. El 5 de julio llega el tabor Ifni-Sáhara con dos compañías. Una se queda en Quijorna y otra va al vértice los Llanos, dónde está la 5 Centuria de Ávila. Llegan también camiones con 3 antitanques y munición. El envío de un camión de munición pone de manifiesto que se sabía que iba a haber un ataque. Por cierto, las bombas de mano que traía serían inservibles porque no tenían los detonadores. 

El día 5 después de cenar les ordenan formar con cartucheras y fusiles. Se acuestan con el correaje puesto y el fusil en la cabecera 

Comienza la ofensiva roja. la mañana del día 6 

El Campesino, comandante de la 46 división

Les despiertan antes de amanecer, forman y se van a sus posiciones. Oyen explosiones y movimiento. Ven que están rodeados y que el enemigo se les acerca. Los mandos les insisten en «tirar sobre seguro», «hay que ahorrar munición», «no tenemos munición para gastarla inútilmente», y otras frases por el estilo. Y aún no habían empezado… Comprueban que hay un fuerte ataque sobre el `Vértice los Llanos, al igual que sobre Villanueva de la Cañada. Una curiosidad: 

Mal lo tenían que estar pasando los falangistas de Ávila en el Vértice los Llanos y los sevillanos en Villanueva de la Cañada. Desde el amanecer venían siendo atacadas estas dos posiciones nacionales con toda clase de armas. No ocurre lo mismo en Quijorna, donde si bien comenzó a ser atacada a la misma hora, no nos dispararon con artillería ni actuó contra nosotros la aviación… 

El Campesino, al no emplear contra Quijorna más que la infantería, ¿acaso menospreciaba al enemigo y se creía que sería una perita en dulce, o pensaba entrar en su pueblo por la puerta grande vale? Lo cierto es que se equivocó. 

… No encontramos una explicación a este trato de favor que dispensa el Campesino a la guarnición de Quijorna; hoy se puede suponer que su idea sería encontrar a este pueblo como él lo había visto años antes, no quería que fuese destruido, aunque quizá pronto cambió de opinión y materialmente lo dejó planchado, como se ha podido ver en periódicos y revistas que han publicado la situación en que quedó. (p. 159-160) 

Empiezan atacándoles por el olivar. Se retiran. Vuelven a intentarlo a las 7:00 h de la mañana por el cementerio y la carretera de Villanueva de la Cañada. 

… les estamos esperando y cuando se ponen al descubierto hacemos fuego a discreción, que es a tiro fijo, dado el blanco que ofrecen y, naturalmente, retroceden, aunque no todos, hay valientes que, de pie, siguen animando a los suyos, pagando con su vida este arrojo, digno de mejor suerte, al no acompañarles sus soldados o milicianos. 

La táctica que ha empleado el Campesino en este asalto es muy clásica en él, al no importarle el sacrificio de unos hombres. Es la misma que empleó en días sucesivos y durante toda la guerra. Por eso en un libro titulado Valle del Jarama, de Enrique Barco Teruel, donde se describen estas batallas en las que intervinieron las Brigadas Internacionales, hace este comentario del Campesino: «En Quijorna, el Campesino se atascó; logró la victoria gracias a los hombres de Hans (Hans, alemán, mandaba la 11 Brigada Internacional de la 35 División, que mandaba Walter, del V Cuerpo de Ejército, y al cual pertenecía la División del Campesino) porque los regulares se defendían como fieras acosadas (el autor se olvida, o no sabe, de los falangistas y de los del Batallón de Toledo), y el Campesino es incapaz de maniobrar. Golpes de frente. Siempre de frente. Y rebota. Volvía a embestir de frente, y volvía a rebotar. No había forma de que intentara envolverles. (p. 161-162) 

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El ataque termina sobre las 9:00 h de la mañana. 

Se trata del problema de la sed durante aquellas jornadas: 

De las fuentes que había en el pueblo, la única que se podía considerar de agua potable era la que se encontraba situada junto a la carretera de Chapinería. Estaba, y está, en terreno totalmente descubierto, y, por lo tanto, durante el día era una temeridad acercarse a ella, al estar batida desde todas las direcciones. Los dos primeros días nadie se acercó por allí hasta que no llegara la noche, pero ya en el último día, ante el calor insoportable, algunos preferían morir de un tiro que no de sed. Varios dejaron allí la vida, y otros veían con asombro que al llegar a la fuente no podían llenar todas las cantimploras que llevaban por haber recibido en algunas disparos que las dejaban inservibles, y, en otras ocasiones, los disparos los recibían cuando regresaban con el agua, asistiendo con consternación al vaciado de estos recipientes, que ya no servían para nada. 

El enemigo, que cercaba al cementerio, que estaba a unos 300 m de la fuente, bien porque la veían o por haber alguno que conociendo el terreno sabía de su existencia, también por la noche se arriesgaba a ir a por agua, porque el calor y la sed eran igual para todos, y fueron numerosas las veces que se encontraban con los defensores. En tales circunstancias siempre se respetaron, charlaban amigablemente y luego cada uno seguía su camino. (p. 164) 

Así suele ser, naturalmente. 

La tarde del día 6, en el cementerio 

Tras los fallidos ataques iniciales de infantería, empieza otro con el empleo de la artillería, y pronto van a aparecer 30 tanques que entran en acción junto con los morteros. Los tanques localizan la pieza de antitanques de los nacionales y la destruyen, así como una ametralladora. Para colmo de males entra en acción la aviación roja que les bombardea. Esperan el ataque de la infantería; sin embargo, son los tanques los que actúan, aplastándoles las alambradas. Atacan a los tanques con botellas de gasolina y bombas de mano, sin ningún resultado, sin embargo los tanques se retiran. 

Esperan ahora a la infantería, que ataca al pueblo. Los atacantes son detenidos a unos 50 metros de las posiciones y se retiran. Era solo un amago; al poco tiempo sufren un ataque más fuerte: 

Con más fuerzas, con más ímpetu, pero en la misma forma, en ataque frontal y, naturalmente, también es rechazado. Creíamos que habían sido arengados, por las muchas voces que habíamos oído a raíz de ser rechazados anteriormente; incluso las voces, con improperios, eran de tono subido. Con algo más gasto de munición que anteriormente, aunque tampoco sin utilizar las bombas de mano, el fuego se va extinguiendo y, tras unos momentos de reposo, nos obsequia nuevamente con numerosas granadas de mortero, que nos causan sensibles bajas. (p. 175) 

En la cuarta parte de esta serie continúa la descripción de la resistencia de Quijorna.

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