22/11/2024 06:50
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Traidores, muchos. La inmensa mayoría de nuestras psicóticas élites. La milicia española, vanguardia traidora. Julián García Vargas, gran felón.  Entre 1983 y 1986 presidió el Instituto de Crédito Oficial (ICO).Fue Ministro de Sanidad y Consumode 1986 a 1991, donde aplicó la Ley del Aborto (antes de la aciaga Ley Aído de 2010). De 1991 a 1995 fue Ministro de Defensa. Hiperdeuda, enfermedad y guerra. Vaya, vaya, aquí no hay playa. Vaya tres «responsabilidades». Ahora, en la actualidad, es «consejero» de multitud empresas privadas. Es vicepresidente de la Confederación de Fundaciones y expresidente de la Asociación Atlántica Española. Es presidente de TEDAE, Asociación Española de las Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y Espacio. También es patrono de la Fundación Española del Instituto Weizmann de Israel junto a la familia Hatchwell y su mujer, Araceli Pereda.

Varguitas conocía la falsa pandemia

De momento es dable recordar que se fue de rositas cuando el gobierno de Felipe González (fundó e instauró una banda terrorista – con la estrecha connivencia de coronadas campechanías – dentro de su seno. Y durante los años que el Gal asesinaba (1983-87), él mismo, miembro de una banda asesina, fue ministro de ese gobierno. ¿Algún togado que se anime a imputarle?

Prosigamos con este mal bicho. Al turrón. Escribe la presentación del informe que implica de forma flagrante a los militares españoles en el diseño de la falsa pandemia actual. Informe de las fuerzas armadas españolas, publicado por el CESEDEN y el Instituto de Estudios Estratégicos de España, que lleva por título Cuaderno de Estrategia 203. Estrategias para pandemias en un mundo globalizado. Lo publicaron a principios de este año.

Escribe Varguitas, a la sazón, el prólogo el 17 de julio del pasado año. Todo perfectamente diseñado. Solo falta su legitimación. El soplacirios Varguitas, el más óptimo para tan inicua tarea. «Al escribir esta introducción, la prensa resalta la declaración por la OMS de la República Democrática de Congo como Emergencia de Salud Pública internacional (17/7/2019) por el brote de ébola en la ciudad de Goma en el oeste de esa república».

Varguitas, lacayo de Gates

Pésimamente escrito, a partir de ahí, legitimación de la mierda vacunera. Y más legitimaciones. La militarización de nuestras sociedades, clave (recuerden el Urban Operations in the Year 2020 de la terrorista Otan). Y el absoluto control sobre ellas. Escasas treinta páginas para decir soplapolleces. Al menos, no engaña a nadie. Ni él ni el ejército español.

En la página 26, nos dice quiénes son los «pagadores» y “manejadores” de nuestra (mía, no) milicia. «Asociaciones de colaboración público–privada. Destaca el GAVI (Global Alliance for Vaccines and Immunization) que aporta asesoramiento y recursos vacunales (sic) para mejorar las tasas de inmunización en países en desarrollo. Casi todas ellas colaboran y son apoyadas por fundaciones privadas, destacando entre ellas las creadas por Bill Gates (sus instrumentos principales son el GAVI y el CEPI), y por la familia Rockefeller (impulsa el DCN Disease Surveillance Networks Initiative, red de vigilancia y formación creada en 2007)”. Otra vez los “filántropos”. Otra vez las fundaciones Rockefeller y Gates.

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Y un poco después cita las repelentes ONGs al servicio del genocidio globalista. «Entre las organizaciones humanitarias, ONG, deben mencionarse Médicos sin Fronteras, Cruz Roja, Media Luna Roja, Médicos del Mundo y Save the Children. Y la Coalition for Epidemic Preparedness Innovation (CEPI) apoyada por la UE, de varios gobiernos y de Bill Gates. Cabe mencionar también el Fondo Global Mundial para el SIDA, TBC (tuberculosis) y malaria, que es más un fondo financiero que una organización sanitaria«. Juas.

Varguitas sabe que la deuda mueve el mundo

Repito. «Que es más un fondo financiero que una organización sanitaria». Vale, Varguitas. Lo digo porque – ¿casualidad? Rejuas- este documento de los milicos españoles se asemeja demasiado – pero demasiado, demasiado- a los tres informes paridos por el Banco Mundial y que abocetan financiera y económicamente la falsa pandemia. También agregas, Varguitas, para que no haya duda. «El capítulo aporta también una visión desde la perspectiva de España y su Estrategia de Seguridad Nacional, junto a actividades de cooperación, incluyendo la participación en misiones internacionales de los Equipos Técnicos Españoles de Ayuda y Respuesta en Emergencias (START)». A nadie podéis engañar, Varguitas. Sois tan soberbios que mostráis el crimen. Y su magnitud. El crimen de lesa patria. Y lesa humanidad.

Ejército español, al servicio de las paranoias globalistas

En el documento se afirma, sin rubor alguno, por ejemplo, que España realiza desde 2014 simulaciones ante la posibilidad de una pandemia. Y que posee «respiradores» y «mascarillas». Profetas de los cojones, se trata de los mismos militares que en documentos que ya les he comentado en otros artículos – a saber Cuaderno de Estrategia 201- afirmaban que en la guerra de cuarta generación, no hay ejércitos enemigos, ahora el enemigo es el ciudadano. Su propio pueblo. Sus elementos más subversivos. Ay, las gloriosísimas «zonas grises» y los «sesgos cognitivos» de las pelotas. Contra vuestro propio pueblo, manda narices.

Dejemos a un lado a Varguitas. Vayamos al macho alfa. Aunque sea hembra. Las enfermedades infecciosas: el gran desafío de seguridad en el siglo XXI. Lo redacta María del Mar Hidalgo García. Soplacirios femibolche. El papel de las mujeres en las operaciones de mantenimiento de la paz. O untada por Iberdrola, Influencia del cambio climático en la seguridad.  O sobre Desarrollo sostenible. Vamos, grosso modo, las patrañeras paranoias militaristas del sistema. Género y clima, preferentemente. Mutación demográfica eugenésica, traduzcan.

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¿Y qué nos cuenta Hidalgo García, la coordinadora de este rollo perfectamente válido cuando les escasee el papel higiénico? Chorradas militaristas. Historias de la puta mili envuelta en difusa parla presuntamente académica. Me centro en  una de ellas. La más inquietante. Página 71. «La Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats (CRISPR/Cas9). Se trata de una tecnología con un gran potencial para reducir la trasmisión, mejorar la resistencia, el diagnóstico y el tratamiento de muchas enfermedades». Se lo traduzco, otra vez, legitimación. De la manipulación genética, en esta ocasión. El ejército español legitima tamaña aberración ética. Perfectamente comprensible. Insoslayable apunte. La descarnada apología de la CRISPR/Cas9 aparece junto a su penosa especulación sobre las (neo)guerras, (falsas) pandemias biológicas mediante. Naturaca, que diría el castizo.

Si Balmis es vuestro ejemplo, malo malo

Bueno, militares, me aburrís, la verdad. Me revienta la traición. Traidores a vuestra patria y a vuestros compatriotas. Traidores a España. Y a los españoles. A vuestra gente. A vuestro pueblo a quien atacáis. A quien no defendéis. Sigo esperando que un militar español denuncie la falsa pandemia. Con honor, asumiendo el riesgo. Mientras, leo en prensa canaria. El Ejército de Tierra, preparado para otra ‘Operación Balmis’ si fuera necesaria.

No tuvisteis siquiera la osadía de denunciar el bautismo de esa operación. Francisco Javier de Balmis y Berenguer, además de militar y médico, fue un esclavista. Compró esclavos. Y la afamadísima y regia expedición pertenece a la  dilatada y  vergonzosa historia colonial española.

Carlos IV  – ni Balmis, obvio – no “salvó” a sus “súbditos”, a sus “salvajes” de Abya Yala de viruela alguna. Ni de América ni de ningún sitio. Averiada mercancía imperialista de un imperio que ya comenzar paulatina y afortunadamente a declinar. En fin.

http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE_203_2p.pdf

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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