23/11/2024 03:40
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Quiero suponer que a pesar de ser universitaria, la embaucada Móra creyó tanto en su palabra como en su prometedor apellido, viéndose subida al altar – también el de la política – cuando Iglesias (quien rechaza el matrimonio creación del amor heteropatriarcal) encandiló a la buena moza con el viejo ardid de prometer casamiento buscando quizás la coyunda.

España conoció tiempos en los que un hombre no solo cumplía su palabra, penaba con cárcel incumplirla si lo hacía en lances de amor, pues se concebía la virtuosa castidad como la cualidad más valiosa en una doncella, siendo casi imprescindible su virginidad en el altar; sin ella podía ser repudiada en la misma noche de bodas. 

Ya saben cómo trata este asunto el islam; un himen dañado puede acarrear la lapidación inmediata, razón por la que muchas llegan a consentir la sodomía para contentar al embaucador, conservando la virtud intacta y al falso novio aplacado, pues quien por amor quiere siempre espera, respeta paciente y no desespera.

Pero la ambiciosa universitaria cayó en la amorosa celada, y a fe mía que sino física, debió sentir sodomía mental en este lance de obscenos engaños carnales del que ya se ha vengado despechada, filtrando los pantallazos del chat donde Iglesias se jactaba petulante de ser un «Macho-Alfa, algo psicópata, dispuesto a latigar hasta que sangrase a una mujer periodista» demostrando así lo que era a todas luces evidente, Pablo Manuel es un machista.

Poco entendería yo el sexo femenino si no coincidiese con Napoleón en que las únicas batallas que se ganan a una mujer despèchada son en las que te retiras, aunque Pablo se iguale a su alter ego Stalin, y no alcance a ver ni el piolet que se avecina.

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Lo esperpéntico de este sainete de testosterona comunista y burlado orgullo femenino del Rif, es que quien lidera esa falsa lucha de géneros hacia la igualdad feminista, es quien ridiculizo a Ana Botella por ser la mujer de Aznar pero invento para la suya un ministerio a medida.

En esta calculada montería del macho-alfa, Irene afirma sobre su relación con Pablo: «el amor romántico es opresor, patriarcal y tóxico» aunque le faltó incluir celoso, clave en despertar genios femeninos cuando otra joven «asesora» de orígenes familiares filonazis, ya presta sus servicios y cobra por atender a semejante truhán, vendedor de matrimonios, portavocías, asesorías o ministerios en la defensa de indefensas mujeres contra la tiránica testosterona del amor romántico, heteropatriarcal y burgués, aunque luego te suelte lo de «cásate conmigo».

Como ven, tras este complejo mundo tecnológico de chats, pantallazos y redes sociales subyacen las mismas pasiones carnales que exigieron legislar contra estos piratas del falso amor, mercachifles de la mentira, maestros en propaganda y expertos en la deshonra – tambien judicial – a quienes por vender demagogia y engaño a las gentes, la Grecia clásica los despeñaba sin dudar.

Son los falsos arietes de la ideología de genero con los que algunos mercadean para obtener, primero nuestro voto hacia el poder y después los dineros del estado para gastarlo en lo que cualquier honesto ciudadano de a pìe obtiene en un burdel por unas perras. Es el «Love for sale» que la izquierda alimento, dilapidando los dineros destinados al auxilio de los parados en los mismos lupanares que dicen reprobar y anuncian prohibir.

En otro irreverente ejercicio de hipócrita altanería ideológica, esta izquierda amoral pretende prohibir para después monopolizar el derecho de la mujer a utilizar su cuerpo como le plazca. Las honradas prostitutas, dueñas y señoras de sus cuerpos con los que apagan pasiones, consuelan tristezas, atienden lujurias y curan melancolías. pronto serán expropiadas por quienes aplaudían el «amor libre revolucionario» de aquellas milicianas de la II República que ofrecían gratuitamente sus cuerpos  ¿recuerdan?: «Vale por seis porvos con la lola».

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Del «love for sale» y el «amor libertario» a la falsa moral de género, que tapa azafatas de Formula-1 y desnuda gruesas lesbianas ante un altar cristiano – jamás una mezquita – última mascarada de una envidia que existió siempre y que bajo un nuevo disfraz Orwelliano ha logrado lo impensable; la victoria del Groucho Marxismo: «estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros»

Recuerden: es el «Prometer hasta el meter»… re editado; la última estafa comunista.

Autor

REDACCIÓN