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Los gestos y los símbolos importan porque comunican y transmiten ideas. No es algo anecdótico, ni pasa desapercibido un acto cargado de tanto simbolismo y significado como el de ponerse de rodillas. El hecho de poner la rodilla en tierra, está siendo banalizado, manipulado, instrumentalizado política e ideológicamente, acorde con el dictado de la cultura de la cancelación y el totalitarismo de la corrección política.

En la Eurocopa 2021 se ha despertado un cierto morbo por ver y saber quién son las selecciones nacionales o los jugadores, que se han puesto de rodillas como un gesto antirracista al uso del movimiento Black Lives Matter (BLM). Antes de que suene el silbato que da inicio del partido, hemos visto cómo 22 jugadores, arbitro incluido, se arrodillaban en el campo de juego delante de las cámaras para demostrar que no sufren del virus del racismo. Salvo claras expresiones manifiestas de rechazo al gesto, por parte de jugadores del Este de Europa y Turquía, el resto, si no lo han hecho aún, es muy probable que muchos aún lo hagan, y a otros ellos ganas no les falta, ya que el temor a ser señalado como racista o xenófobo es más fuerte que la humillación.

Quienes se arrodillan creen estar comprometidos con la lucha contra el racismo y la discriminación, especialmente el perpetuado contra las personas de raza negra víctimas de la violencia policial, solidarizándose así con la muerte de George Floyd en los Estados Unidos. El BLM, instrumento ideológico extremista y violento, se convirtió gracias a su exposición mediática mundial, discurso buenista mediante, en una moda política al uso, normalizada y homologada. Quienes hincan la rodilla y alzan el puño, sabiéndolo o no, se han convertido en marionetas funcionales del sistema que piensan que combaten.

Cabe recordad que esta “moda” comprometida y reivindicativa conocida como “take a knee” (ponte de rodillas) apareció durante la Era Trump, en la liga profesional de fútbol americano, la NFL, cuando el quarterback Colin Kaepernick de los San Francisco 49ers permaneció sentado durante la interpretación del himno nacional estadounidense antes de los partidos, en lugar de ponerse de pie. Luego vino lo de la rodilla en tierra y el puño en alto. Y del futbol americano paso a otros deportes, a la calle y latitudes. La velocidad para adoptar “lo que se lleva” y la estupidez, es verdaderamente asombrosa. En España hemos visto también a superestrellas millonarias del deporte imitar el gesto para no ser menos que sus homólogos progresistas allende los mares.

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Volviendo a la Eurocopa, Inglaterra, Bélgica, Irlanda, Gales y Suiza se han arrodillado con gusto. Por el contrario, Hungría, Turquía, Dinamarca, Finlandia, Rusia, Croacia, Austria, Macedonia, Países Bajos, Ucrania y España, de momento, no. Italia en su primer partido no lo hizo, pero frente a Gales, cinco jugadores sí lo hicieron. También tenemos el caso de Francia, en el que sus futbolistas habían expresado la intención de arrodillarse, pero se echaron atrás por la supuesta “presión” de la extrema derecha… Como vemos tenemos de todo de todo y el circo continúa.

Resultan significativos los comentarios del presidente de la Federación Italiana de Futbol (FIGC), Gabriele Gravina: “¿Jugadores arrodillados por Black Lives Matter? Máximo respeto a todas las formas de manifestación contra la discriminación racial. No imponemos nada, dejamos a nuestros jugadores con total libertad. (…) Quien conoce la FIGC sabe que ponemos en marcha todas las actividades contra cualquier forma de racismo. Esto no puede ser el resultado de una imposición, cada uno asume sus convicciones a través de su sensibilidad más o menos tangible. (…) Lo hablamos con los chicos, sabíamos que Gales lo haría y estaba previsto en el protocolo previo al partido. Los chicos eran libres, algunos se arrodillaban y otros aplaudían como los aficionados”. Se puede observar que no hay nada espontaneo, ya sea en un sentido u otro.

En Italia continúa la polémica por la genuflexión parcial de la Azzurra. Matteo Pessina, el centrocampista del Atalanta, uno de los cinco italianos que pusieron rodilla en tierra, manifestó “No me acordé en ese momento, pero luego me di cuenta y un segundo después también lo hice”. Claudio Marchisio, comentarista deportivo de la Rai, dijo: “Hay libertad de elección, pero hubiera sido mejor verlos a todos arrodillados”. Esto generó también reacciones políticas. Enrico Letta, máximo dirigente del Partito Democratico (PD), expresó sin empacho alguno “Me gustaría hacer un llamamiento a nuestros jugadores: que se arrodillen todos, porque francamente me pareció una pésima escena que algunos no lo hicieran. Si están de acuerdo en el esquema de juego, también deben estarlo en hacerlo (arrodillarse). Es mejor porque los galeses estaban todos arrodillados, y los italianos no”. Como no podía ser de otra manera Matteo Salvini salió al ruedo respondiendo: “¿Jugadores de rodillas? ¿Al racismo se lo derrota arrodillándose? Ocho de cada diez personas dicen que no. Eso de arrodillarse es cosa de radical chic (pijo-progres) al estilo de Saviano (Roberto Saviano, escritor izquierdista, enemigo declarado de Matteo Salvini)”.

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La genuflexión, el acto arrodillarse, en todos los casos, es justamente una muestra de humillación y sumisión.  Poner las rodillas en tierra como un acto de respeto o adoración solo se hace ante Dios. Arrodillarse es una postura de acatamiento y de respeto frente al Creador. Jesús se arrodilló ante el Padre (Lucas 22,41), en súplica y oración. Otro ejemplo es el del apóstol San Juan, que quiso postrarse ante la luminosa aparición de un ángel, pero éste no se lo permitió (Apocalipsis 22:8-9). Si ellos se arrodillan ante falsos dioses, nosotros permanecemos en pie entre las ruinas. De rodillas solo ante a Dios.

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José Papparelli