22/11/2024 01:03
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La mayoría de las autonomías han incluido a la enseñanza concertada en la batería de ayudas para poder combatir el desastre de la covid-19.

Hace unos días comentábamos en otro artículo sobre la enseñanza concertada que una cuarta parte del alumnado, de los niveles no universitarios, estudia en ella. En estos momentos hay temor a que desaparezca. Recuerden que fue con Felipe González con quien ésta empezó a funcionar como tal: los centros públicos no podían acoger en ese momento a todo el alumnado. Se hablaba de la escolarización plena, pero pocos podían imaginar que en la chistera del socialismo de la época, y tal vez en la famosa pizarra de Suresnes  — de la que tanto le gustaba hablar al entonces vicepresidente, Alfonso Guerra– aparecía la enseñanza concertada. Todo un acierto y un balón de oxígeno para el momento. No comparen las vicepresidencias porque siempre saldrá perdiendo el“marqués”.

Hoy la concertada se encuentra en el alambre. Tanto el PSOE como Unidas Podemos  han vetado las ayudas a esa variante educativa en el grupo de trabajo sobre políticas sociales de la Comisión de Reconstrucción Social y Económica de España. En juego están varios miles de millones de euros que serán transferidos por el Gobierno a las comunidades autónomas. Y de ese montante,  2.000 millones irán destinados a afrontar la covid-19. En principio, y según la ministra Celaá, tan solo se destinarán a la pública, lo que muestra una clara desigualdad y penuria en detrimento de la enseñanza concertada.

Una vez más se les ha visto la oreja a los defensores del pensamiento único. ¡Qué fijación tiene la izquierda radical con atacar los sentimientos y la obra de la Iglesia católica!  No olvidemos que los centros concertados están, en gran medida, en manos de personal religioso, lo que no quiere decir que sean siempre religiosos quienes imparten docencia. Permítanme un “ramalazo” histórico que no puedo evitar y es que en España “la Iglesia católica ha sido siempre objetivo de la extrema izquierda, a pesar de que la mayor parte de la asistencia social desde el siglo XIX sea obra religiosa y de que  cientos de miles de hijos de obreros y campesinos aprendieran a leer y a escribir gracias a las obras pías”, en palabras del historiador, profesor,  contertulio y comunicador, Juan E. Pflüger.

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Menos mal que van a ser las  comunidades autónomas  las encargadas de repartir los 2.000 millones de euros porque Concapa y Cofapa ya “estaban de uñas” al comprobar su discriminación. No es de recibo que se echara mano de la concertada en momentos de extrema necesidad y ahora, sin más, se prescinda de ella por la caída excesiva de la natalidad y el vaciamiento de la escuela pública. De momento, las comunidades autónomas han hecho la “peineta al dictamen” de la conjunción socialcomunista; su lección a la ministra Celaá y al Gobierno central es una más de muchas, como ya hicieron con la gestión de la crisis sanitaria y el material correspondiente.

El Gobierno actual sigue pensando que la concertada es elitista, pero ahí tienen a la propia ministra llevando a sus hijas a un colegio privado religioso, al igual que muchos otros políticos que los llevan a la concertada o a la privada. Sospecho que el PSOE y Unidas Podemos siguen empeñados en destruir todo aquello que no pueden controlar ni adoctrinar ni manipular.

Es un hecho que la mayoría de las comunidades autónomas han incluido a la enseñanza concertada en la batería de ayudas para poder combatir el desastre de la covid-19, incluso  algunos consejeros de educación han mostrado todo su apoyo y reconocimiento a la escuela concertada. Sin duda, los consejeros y consejeras son más hábiles y tienen mayor visión política desde el momento que son capaces de comprobar y calcular el ahorro de un centro concertado al Estado. Si alguno cierra a lo largo de la presente legislatura, no volverá a abrir. El Gobierno central no inspira confianza y menos demuestra perspectiva de futuro. Pidamos para que el señor presidente llegue aleccionado de Europa tras su pedigüeño e irrisorio periplo.

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Lo de excluir a la concertada del proyecto de ayuda contra la covid-19 es todo un despropósito, pero vamos más lejos: es una de esas líneas rojas que no se deben traspasar. Es una lástima cómo los estereotipos ciegan al Ministerio de Educación y Formación Profesional; han tenido que recurrir al “arresto domiciliario” de la población para llevar al BOE infinidad de cuestiones sin consensuar ni discutir en el Parlamento nacional. Han cercenado derechos y libertades, pero lo pagarán con el tiempo. “Excesivos escándalos e incontables fallecidos tras una gestión completamente absurda e ineficaz”, según un titular de la prensa holandesa.

El Gobierno central incurre en la pillería y en la picaresca.  Se sitúan frente a los Ejecutivos regionales que, en gran medida, sí aportarán ayuda a los colegios concertados: “(…) se harán cargo de todas las contrataciones de personal docente, compra de mascarillas, así como de la limpieza de los centros”. Hay una comunidad que ha ido más lejos: propone solicitar las herramientas del aula virtual, tanto a centros privados como concertados, si no disponen de ellas. Y es que cuando los protocolos son claros, siempre queda en evidencia quien actúa a salto de mata. Y ahora pretenderán hacer una reforma educativa que, dicho sea de paso, no hace falta ni el profesorado acepta. ¿Y qué hacemos con la educación especial que pretenden borrar de un plumazo? En fin….¡Miedo me da la LOMLOE!

Autor

Jesús Salamanca Alonso