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Recientemente se ha publicado en internet un estudio universitario, como trabajo final de máster, en el que ha querido inspeccionarse la violencia política acaecida en la provincia de Sevilla durante los primeros años de la denominada Transición. Lamentablemente, el estudio omite algunos acontecimientos e incidentes ocurridos en la provincia y que tuvieron como protagonistas a militantes y simpatizantes del partido político Fuerza Nueva (FN).
Parte el estudio de una peculiar teoría, cuando menos indemostrable, al sostener que las acciones violentas atribuidas a la extrema derecha pretendían desestabilizar el naciente régimen democrático; y en ese pretendido plan –que nadie ha visto ni escrito- engloba las actividades de los militantes de FN de la provincia hispalense. Pues bien, no se inspecciona para llegar a tal conclusión fuentes primarias ni secundarias de relevancia; a saber: la revista Fuerza Nueva, el periódico El Álcazar, los testimonios personales de los numerosos militantes del partido piñarista en Sevilla, etc. Ni siquiera se intentan entrevistas con antiguos directivos de aquel movimiento político, alguno de los cuales escribe incluso en este periódico digital. Y esas fuentes no eran difíciles de consultar para quien hubiera pretendido efectuar un estudio imparcial y no tendencioso acerca de aquellos hechos históricos bastante olvidados y por ende muy fáciles de tergiversar en el tiempo presente: mismamente, en la Biblioteca Nacional yacen depositados todos los números de la revista Fuerza Nueva, acervo documental que constituye una fuente de primer orden para cualquier investigador independiente, a la hora de abordar un análisis correcto sobre los tiempos turbios del fenecimiento del régimen de Franco y la instauración del sistema político subsiguiente.
Desconoce el autor la ideología del partido Fuerza Nueva, que incluye en la categoría genérica de la extrema derecha, sin concretar cuáles eran sus cimientos ideológicos, que no son precisamente modelos derechistas al uso: el nacionalsindicalismo y el tradicionalismo carlista. No en vano, la declaración programática de dicha organización política, redactada y editada en 1976, proclamaba lo siguiente: hacemos nuestra y nos identificamos plenamente con la Tradición española, en la que ha de enraizarse el proceso revolucionario auténtico -y no demagógico- que la justicia social demanda (…) Por ello, la economía no puede adueñarse de la política subordinando el bienestar de los ciudadanos al propósito de lucro, utilidad y ganancia de los grandes monopolios nacionales o internacionales, que acaban con la soberanía del Estado. Por ello, estimamos como un logro definitivo de la comunidad política, aunque perfectible, el Sindicato único y vertical. En él se encuentran, se entienden y se armonizan los factores que se integran en el proceso económico: el trabajo, la técnica, el capital y los usuarios y consumidores. Esa armonía que el Sindicato vertical postula, y que se logra cuando el Sindicato vertical no se desfigura, impide que el capital se transforme en capitalismo, la técnica en tecnocracia, el trabajo en marxismo y el consumo en ente pasivo de un proceso económico del cual es en última instancia destinatario. Un Sindicato vertical fuerte podrá influir de forma directa en el nacimiento y desarrollo de las empresas, y no sólo desde el punto de vista moral, haciendo solidarios a aquellos que las constituyen, sino desde el punto de vista material, a través del crédito que la Banca sindical y cooperativa les proporcione. En este orden de cosas la pequeña y la mediana empresas deben ser protegidas contra la imposición abusiva, la descapitalización y la competencia desleal. Las pequeñas y medianas empresas no son creaciones del capitalismo (…) Todo apoyo a la creación de empresas cooperativas, cualquiera que sea su objeto lícito, contribuirá a la creación de fórmulas de propiedad privada-colectiva, deseable en el orden económico-social. No pretendo con esta transcripción que el historiador interprete correctamente el pensamiento económico de Primo de Rivera, Ledesma Ramos, Redondo Ortega, Arrese Magra, Girón de Velasco o mismamente las ideas de los Vázquez de Mella o Víctor Pradera. En absoluto, pero al menos sí que efectúe las comparaciones oportunas con los idearios conocidos de ciertas organizaciones políticas de izquierda, muy “populistas”, pero que parecen facciones mucho más aburguesadas y propensas a la propiedad capitalista que la extinta organización política del desaparecido Blas Piñar López.
Fuerza Nueva poseía a finales de 1979 más de medio millón de miembros diseminados por toda España, según la secretaría general del partido, perteneciendo a su rama juvenil aproximadamente un 60 por ciento de dicha militancia, representando por tanto Fuerza Joven (FJ) el colectivo político-juvenil más potente del Estado, como bien revelaría el coronel San Martín pocos años después. Curiosamente, FN tenía una gran implantación en Andalucía, donde un ochenta por ciento de la militancia poseía menos de 18 años…, la cual ni siquiera contaba con fichas reglamentarias, deficiencia técnica que también se observaba en otros lugares de la Península. Concretamente, en la capital hispalense, la organización piñarista podía movilizar fácilmente unos dos mil efectivos, según declaraciones de la jefatura regional a la prensa conservadora. Y entre tanto activista reinaba una gran camaradería y hermandad, hasta el punto que la antigua militancia de Sevilla aún recuerda su paso por la organización azul y roja con gran agrado y nostalgia. No en vano, algunas de sus actividades pueden equipararse a las acciones legendarias que la Falange fundacional protagonizó durante la IIª República.
La organización dispuso pronto de un local social en la capital, siendo pequeño el número de activistas inscritos cuando acontece el óbito de Francisco Franco. Pero poco después el partido comenzaría a crecer con rapidez, recordando los ex militantes la sede de la calle Harinas, momento en que Fuerza Nueva dio un gran salto hacia adelante. Nunca se sabrá cuántas personas militaron o prestaron su colaboración en toda la provincia, pues los ficheros fueron destruidos tras la disolución del partido en 1982, pero sin duda fueron centenares de entusiastas. De hecho, Fuerza Nueva obtuvo una concejalía en un municipio sevillano, tras las elecciones municipales de 1979. Sin embargo, los simpatizantes eran muchísimos, congregando el partido auténticas muchedumbres cuando Piñar visitaba la capital hispalense, como aquel 20 de noviembre de 1980, pues las crónicas periodísticas refieren unos 20000 asistentes*. Y es que la organización contó con varios dirigentes carismáticos, como Gonzalo Queipo de Llano (nieto del célebre general), Rafael Caballero, el revolucionario Álvaro Sánchez-Ibague o el famoso José María del Nido, sobre quien giró la amenaza de las bandas terroristas del sur.
Y es que se echa en falta un estudio estadístico que trate de contabilizar la persecución soportada por la organización en todo el territorio nacional, así como los cientos de agresiones y amenazas sufridas por los militantes y simpatizantes de Fuerza Nueva en su corta andadura política, pues la violencia de la izquierda radical no sólo se cebó con la militancia más o menos conocida de la organización piñarista sino incluso con simples simpatizantes o meros lectores de la revista semanal, anotándose hasta dieciocho caídos entre el victimario; alguno de ellos asesinado después de desaparecer el partido político. Bien es cierto que la revista semanal Fuerza Nueva recogía en sus páginas las principales acciones de la extrema izquierda contra los locales y militantes de la organización: incendios, asaltos y tremendas palizas, pero obviamente no comprendía todas las acciones ilícitas cometidas por los violentos izquierdistas contra indefensos simpatizantes, que eran incontables desde Finesterre hasta Tarifa o, mismamente, desde la región valenciana hasta Extremadura. Tiempo habrá para referirse a ello, pardiez. Con todo, la actuación de los grupos violentos de la izquierda radical tenía algo de estratégico a la par que instintivo; pues, efectivamente, los virulentos acosaban de modo indiscriminado a cuantos pacíficos militantes y simpatizantes hallaban a su paso, pero también generaban las desagradables represalias por parte de los muchachos de FN, las cuales eran propaladas ampliamente por los medios de comunicación intitulados demócratas per se, mientras las agresiones e injurias originarias se omitían o manipulaban. Así fue cómo el extremismo izquierdista contribuyó a “estabilizar” la democracia europeísta hasta que el partido socialista pudo hacerse con el poder en octubre de 1982.
En consecuencia, vamos a relatar algunas peripecias violentas que padecieron los sevillanos de Fuerza Nueva, rigurosamente comprobadas. Así, la primera agresión digna de mención fue el ataque perpetrado por varios individuos desconocidos contra el mencionado pariente del general Queipo de Llano, directivo juvenil, a la puerta de su casa, en una noche de diciembre de 1976. La agresión fue repelida virilmente por el asaltado, pero la jefatura de FN remitió nota de prensa, haciendo saber que grupos políticos hostiles y elementos aislados vigilaban los movimientos de los militantes del partido, habiéndose proferido varias amenazas telefónicas contra algunos miembros del colectivo piñarista, mujeres inclusive. Esta forma delictual no sólo fue practicada por las bandas de radicales de la zona meridional, pues también conocemos este modus operandi en la provincia de Madrid, resultando atacado algún militante de FN de igual forma en el portal del inmueble, necesitando ser hospitalizado durante varias semanas por la paliza propinada; y sabido es que tal proceder le costaría la vida a Juan Ignacio González, antiguo dirigente nacional de Fuerza Joven y secretario del Frente de la Juventud.
No obstante, meses después del suceso sevillano referido, varios jóvenes de FJ de Sevilla fueron apalizados, perdiendo uno de los agredidos la visión de un ojo, según informaría el mismo Piñar, con ocasión de las elecciones de 1977, indicando además que había sido tiroteado el presidente de Fuerza Nueva de Málaga; que había sido incendiado el domicilio del presidente provincial de Córdoba, y que el candidato al Congreso por Almería también había sido apaleado, quejándose de la manipulación tolerada por el Ministerio del Interior**.
En tesis general, la violencia atribuida a FN fue más de índole defensiva que ofensiva, pues desde que fue reconocida legalmente como asociación política en 1976, fue objeto de persecución por fanáticos izquierdistas. No en vano, la primera aparición pública del partido como tal tuvo lugar en la localidad de Molina de Segura, donde los asistentes al mitin piñarista fueron atacados por sorpresa y con toda clase de objetos contundentes. Por lo demás, existió una especie de abandono policial, a la hora de proteger los ciudadanos que, libremente, se acercaban a los mítines del partido. Y, en esto, la responsabilidad correspondía a las autoridades que velaban por el orden público.
La irregular dejación de funciones durante meses, en cuanto a la protección de la integridad física de los hombres y mujeres de Fuerza Nueva, por parte de las autoridades policiales, propició que la organización emitiera un fuerte comunicado, cuyo contenido transcribo por su importancia y clarividencia históricas:
Las agresiones, la violencia contra miembros de Fuerza Nueva proliferan ante la pasividad de un Gobierno ineficaz e incapaz de hacer frente a los problemas de Orden Público. Días pasados, en Pamplona, los «abertzales» lanzaron cócteles molotov e hirieron —quemaduras de segundo grado— a un niño de dos años, al tiempo que quemaban banderas nacionales. En Sevilla, miembros, al parecer del Partido del Trabajo de España (PTE) agredieron violentamente al jefe provincial de Fuerza Nueva, don José María del Nido, a su esposa y a su hijo, al tiempo que intentaban raptar a la segunda en el Real de la Feria sevillana. Posteriormente, y por indicación del jefe superior de Policía de Sevilla, previa autorización judicial, se efectuó un registro en la sede de Fuerza Nueva de la capital hispalense —sin resultados—, al tiempo que se intentaba hacer lo mismo en el domicilio del señor Del Nido, lo cual no pudo llevarse a cabo por encontrarse éste ausente del mismo. Todo ello viene a unirse al acto provocativo e infamante de Córdoba, hecho público y notorio por los medios de comunicación social, en el cual un comando anarquista pretendía volar la sede del Partido Comunista de España y achacárselo a Fuerza Nueva, lo cual fue impedido por la propia Policía, que detuvo a los miembros de dicho comando. Ante tales hechos y agresiones, ante la violencia asesina que no respeta ya ni a las mujeres ni a los niños, Fuerza Nueva asegura de una vez por todas: ¡SE ACABO! Si la autoridad no es capaz de asegurar el orden público, cuidar de la seguridad de los ciudadanos y persigue, siguiendo consignas, a nuestros militantes, Fuerza Nueva mantendrá la atención vigilante y el espíritu fuerte para defender lo que esta democracia no puede o no quiere vigilar ni defender. Nosotros, Fuerza Nueva, como se comprueba día tras día, no somos ni los terroristas ni los asesinos del pueblo español***.
Hasta tal punto llegó la persecución contra los seguidores piñaristas que existieron grandes sospechas de que dos cantantes próximos a la organización (De Raymond y Jose María) fueran objeto de un criminal atropello automovilístico en el mes de abril de 1978, tras abandonar la sede sevillana de Fuerza Nueva. De hecho, el cantante De Raymond refirió que el atentado había sido cometido por un miembro del Partido Comunista (Reconstituido), pues hubo un comunicado reivindicativo de dicho percance recogido por la emisora local de Radio Nacional. Como consecuencia del atropello, uno de los artistas quedó postrado en silla de ruedas durante varios meses, pues tenía destrozada completamente una de las piernas. El lesionado pudo recuperarse, pero el dúo tuvo que marcharse de España para continuar con su carrera profesional, pues aquí les hacían boicot comercial por su ideología política, cosechando éxito tras éxito en ultramar. No obstante, donde no existió duda alguna sobre la naturaleza del atentado perpetrado contra los seguidores sevillanos de Piñar fue el ataque de septiembre de aquel año, efectuado en la localidad de Arcos de la Frontera por hordas izquierdistas contra los fuerzanovistas. En dicha ocasión, los simpatizantes de FN, reunidos en un cine de verano, fueron apedreados con piedras y adoquines, disparándose incluso contra los reunidos mientras hablaban los oradores de las delegaciones de Sevilla, Madrid y Cádiz. Los agresores, que incluso llegaban al millar de individuos, habían sido previamente convocados por varios colectivos de la izquierda gaditana. Los agresores atacaron también a los números de la Guardia Civil desplazados al acto, teniendo que solicitarse refuerzos a los puestos de Bornos, Villamartín y Jerez de la Frontera. Los asistentes al mitin permanecieron secuestrados prácticamente hasta que los líderes sindicales les permitieron salir. La violencia usada aquí por los izquierdistas recordaba trágicos tumultos observados en esta zona meridional durante la II República, hasta el punto que varios extremistas esperaron a que los piñaristas se dirigiesen a sus localidades de origen para poder agredirles fuera de la vigilancia policial. En fin, la falta de protección de los asistentes al acto de afirmación nacional motivó que la Junta Regional de FN emitiera otro comunicado público, denunciando los hechos y la torticera protección dispensada por el Gobierno Civil de la provincia, con reserva de acciones jurídicas.
De lo expuesto, cabe inferir que dos tipos de violencia gravitaron sobre la agrupación de Fuerza Nueva en el sector andaluz: una, relacionada con altercados y desordenes públicos, por mor de enfrentamientos entre grupos políticos rivales; y otra más temible, de raíz terrorista. No en vano, en la primavera de 1979, los servicios de información de la Guardia Civil informaron a del Nido que el GRAPO pretendía asesinarlo, tras capturar a un comando de la banda, al cual aprehendieron un plano del domicilio del político sevillano, con sus datos personales y profesionales. Del Nido, que había recibido muchas amenazas anónimas, tuvo que abandonar la capital hispalense durante una temporada… Los términos en que se expresaban las instrucciones escritas de los terroristas han de ser conocidos por el bien de la Historia: Pensamos que lo mejor es hacerlo cuando salga de su casa y la mejor hora las 4,30 a 5 (si es solo)… No sólo Del Nido era objetivo de los terroristas de extrema izquierda: su hija de doce años estuvo a punto de ser secuestrada por unos desconocidos a la puerta de su casa, unos días más tarde; y el mismo secretario provincial de Fuerza Nueva fue seguido por un coche con cuatro sujetos en su interior… De lo dicho, cabe inferir que en las localidades de importancia, elementos de la izquierda estaban en contacto con grupos terroristas de implantación nacional, a los que suministraban información fidedigna sobre posibles “objetivos”. Tanto fue así que meses más tarde (24-I-1980), el jefe nacional del sindicato Fuerza Nacional del Trabajo, fue tiroteado en las proximidades de Antequera por unos individuos que huyeron en automóvil hacia la capital sevillana. Y es que, a partir de 1979, se había pasado de una violencia callejera contra los miembros de FN a un terrorismo directo contra sus líderes más representativos, como precisaba el dirigente Servando Balaguer en el semanario del partido****, teniendo el mismo Piñar que servirse en ocasiones de un doble.
Por lo demás, en diciembre de 1979, manifestantes sevillanos y cordobeses en el “Día de Andalucía” arremetieron contra militantes de Fuerza Nueva por aplaudir o exhibir la bandera española*****. Pues bien, en la capital hispalense, los manifestantes arrojaron naranjas, botellas y piedras, a la vez que proferían improperios, contra la sede social del partido, siendo respondidos con botellas vacías; no olvidaban estos manifestantes airados que el año anterior los hombres de FN habían portado trescientas banderas nacionales frente a un cordón de quinientos extremistas, reforzado por activistas del GRAPO… Con todo, fue clausurado el local de Fuerza Nueva, por orden del gobernador civil. Peor fueron las cosas en Córdoba, pues fueron apuñalados por el servicio de orden de la manifestación dos militantes de Fuerza Nueva, uno de ellos un simple obrero. Como consecuencia de tales hechos, Del Nido presentó denuncia en las correspondientes instancias oficiales. Y, dos meses más tarde, unos estudiantes de izquierdas se dirigieron, en manifestación ilegal, desde el puente de Triana hasta la sede sevillana de Fuerza Nueva con intención nuevamente de atacarla, siendo custodiado y defendido el centro social por militantes juveniles del partido, pues los efectivos de la policía nacional no quisieron intervenir, manteniéndose sorprendentemente al margen.
En correlación con lo expuesto, hemos de intentar explicar cuáles fueron las verdaderas razones para que se persiguiese con tanto ahínco a los miembros de FN en la provincia de Sevilla. Pues bien, Fuerza Nueva lo único que pretendía era despertar el patriotismo que, por regla general, posee cualquier andaluz que así se precie. En los años de la IIª República, y por lo que a la jurisdicción sevillana respecta, había sido Fal Conde quien había difundido el ideal tradicionalista entre la población de la provincia; poco más tarde, sería la Falange de Miranda y Dávila, la que conseguiría durante la guerra civil que Sevilla se convirtiera en el territorio provincial con mayor número de voluntarios azules en los distintos frentes de batalla. Es decir, existía en la provincia un clivaje o nicho sociológico ligado con el patriotismo. Y aunque Fuerza Nueva no llegó a contar con tantos seguidores, como antaño tuvieron la Comunión Tradicionalista o la Falange, sí disponía de muchos simpatizantes y, sobre todo, contaba con centenares de jóvenes entusiastas. De hecho, cuando Piñar acudió a la capital hispalense para participar en un mitin en la Feria de Muestras, allá por marzo de 1978, desfilaron unos 2500 jóvenes por la ciudad, enfundados y ataviados con camisa azul y boina roja, como si fueran una de las cofradías penitenciales de la ciudad. Con ello, la formación piñarista se había convertido en un adversario político harto incómodo tanto para la izquierda como para la derecha conservadora.
Y, curiosamente, no fueron las amenazas ni los tiros de los izquierdistas, lo que acabaron con FN; ni siquiera los ucases del Gobierno Civil contra el partido. En absoluto: fue la regla sociológica del voto útil o mal menor y las dificultades económicas, lo que terminarían a la postre con el proyecto de Fuerza Nueva en la provincia de Sevilla. Se me dirá –y con razón- que lo mismo ocurrió en Madrid o Valencia, las otras dos capitales de referencia fuerzanovista, pero sin duda lo de Sevilla fue algo particular y muy especial.
*ABC, Madrid, (21.11.1980), p. 9.
**Pero de esto no se dice nada o muy poco. Hay que presentar una imagen deformada, brutal. Hay que imputar a otros lo que ellos hacen… Cf. Fuerza Nueva, Madrid (06.08.1977), p. 23.
*** “Fuerza Nueva, ante la violencia separatista y marxista”, cf. Fuerza Nueva, (29.04.1978), p. 24.
**** Quisiera decir que siempre se dirigió contra Fuerza Nueva una campaña destinada a hacernos pasar por violentos. Ahora la campaña es de violencia típica contra nosotros. Las dos son igual de criminales… (Fuerza Nueva, [09.06.1979]. p. 2).
***** “La agresión partió de los marxistas”, Blanco y Negro, Madrid, (12.12.1979), pp. 14 y ss. Consúltense el ABC, Sevilla, (04.12.1979), pp. 19 y 20.
Fuentes: Archivo Linz de la Transición española.
Registros privados y testimonios personales (1978-2017).
Boletines provinciales de Fuerza Joven (1977-1982).
Semanario Fuerza Nueva, Madrid (1976-1982).
Diario El Alcázar (1977-1982)
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