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La celebración del “orgullo LGTB”, antaño orgullo “gay” a secas, es una fecha de calendario que con el tiempo se ha ido agrandando: de un día a una semana, de una semana a un mes…

 

En España los eventos de celebración gay se vienen realizando con asiduidad desde el año 1978. Como recuerda Fernando Vizcaíno Casas en su libro “Viva Franco, con perdón”, el Ayuntamiento de Valencia en manos socialistas y con un agujero económico monumental dio, en 1979, una subvención de 100.000 pesetas para la “Jornada Internacional del orgullo gay”. Los funcionarios públicos las pasaban canutas para cobrar, el paro en España se multiplicaba, pero no importaba; grupos de tragapanes habían llegado para quedarse y recibir dinero público.

 

El empoderamiento del colectivo homosexualista en España no es un hecho actual. Tiene más de 40 años de existencia desde que llegó la democracia. Para hacerlo posible se han inventado las más sonadas mentiras respecto a una inexistente represión franquista hacia los homosexuales. Franco no castigó, como dicen, ‘con la ley de vagos y maleantes’ a los homosexuales. Al igual que buena parte de países europeos, el régimen franquista sancionó actos deshonestos e inmorales en la vía pública tipificados como tales en los ordenamientos penales y públicos, y persiguió a abusadores y a chaperos. Nada distinto de lo que otros países hacían. La II República española sí utilizó la “ley de defensa de la República” y la ley “de vagos y maleantes” creadas bajo el bienio azañista de gobierno (1931-1933) para encarcelar a miles de personas sin orden judicial, cerrar centenares de periódicos y desterrar a centenares de enemigos políticos del gobierno del “Robespierre español”: Manuel Azaña. 

En la Democracia en que vivimos abusadores de menores en las islas Baleares y encubridores de pederastas en el gobierno valenciano gozan de impunidad absoluta. Carta blanca para el crimen.

En la época de Franco existía un famoso homosexual de la farándula, Rafael Conde alias ‘el Titi’ que actuó, cantó y reveló su condición sexual con fines escénicos y jamás sufrió represión de las autoridades franquistas. Murió en 2002 a los 63 años de edad.
 
El artista y cómico “Arévalo”, de dilatada carrera sobre los escenarios y gran conocedor de la sociedad española de su época, reconoció en septiembre de 2019 y en la Radio pública valenciana “A Punt”, que con Franco no hubo jamás persecución a los gays. Al día siguiente a esas declaraciones el presentador del programa pidió perdón a los oyentes en nombre de la cadena y proclamó las maldades represivas del régimen de Franco que él – a diferencia de Arévalo- no vivió dada su joven edad.

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El mundo actual está trastornado por los diseños de ingeniería social impuestos a golpe de talonario por las Fundaciones Ford y Rockefeller desde los EEUU así como por los dictados de los docentes de Universidades californianas provenientes de la Escuela de Frankfurt o escuela “marxista cultural” huida de Alemania en 1933 ante la llegada de Adolf Hitler.

Desde los años 60 del pasado siglo se labró una campaña destinada a pagar con becas, subvenciones y grupos de presión,  a la Asociación Americana de Psiquiatría para “despatologizar” y “normalizar” lo que en 2021 es ya no sólo una moda, sino una ideología totalitaria. El “informe” Kissinger –Secretario de Estado de los EEUU- que abogaba por diezmar a la población mundial y que era laborado en los años 70, sirvió para que la Organización Mundial de la Salud incluyera en sus Estatutos fundacionales aberraciones como la “planificación familiar” y se sumase con el tiempo a la carrera por la “despatologización” y la “normalización”.

Sólo algunos Estados europeos destacando los ejemplos de Polonia y Hungría, apuestan por la salubridad moral y pública que en España desapareció en 1975. Polonia posee gran cantidad de municipios declarados zonas libres de LGTB y su presidente, Duda, del partido “Ley y Justicia”, ganó las elecciones con la promesa de impedir un nuevo adoctrinamiento totalitario en las escuelas como lo es el LGTB al que el mandatario polaco identifica con la educación soviética. 

 

El presidente húngaro Viktor Orban ha sido recientemente condenado por 17 Estados europeos al ejercer la Soberanía nacional que le permite legislar para expulsar las tesis de género, LGTB o de cambio de sexo, de las aulas húngaras y blindar el derecho de los padres a la formación moral de sus hijos.

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En España las organizaciones LGTB tienen un éxito notable; España es su feudo y ya han obtenido del gobierno socialista un anteproyecto de “ley trans” que robará a los niños la fisonomía y la apariencia sexual, que permitirá amputarlos y hormonarlos desde los 14 años con la bendición del adoctrinamiento en las aulas. La ‘autodeterminación de género’ que consolida la nueva norma destruirá jurídica y administrativamente la dualidad sexual hasta ahora marcada por los cromosomas biológicos. Se impone la voluntad individual y se destruye la herencia humana y familiar. 

 

Extirpar el cáncer legislativo que en España promueve la esterilidad y la atomización de un individuo sin sexo, ni Dios ni Familia, aunque con ‘genero’, ‘resiliencia’ e ‘inclusividad’, será complicado. 

 

Si alguien levanta la voz o demanda libertad y sentido común afirmando la biología y los cromosomas le sucederá -a no mucho tardar- como a los valientes patriotas de ‘Blanquerna’ por defender la unidad de España: la cárcel. 

 

Lo que hoy son, para los progres, ‘discursos de odio’, mañana serán delitos peligrosos. El totalitarismo LGTB viene envuelto de arcoiris pero su maldad deja en pañales a la del comunismo.

 

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Jose Miguel Pérez