22/11/2024 01:30
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Cuando se pierde la confianza en cualquier relación humana, muere también la credibilidad, con la misma relación. Cuando una persona decepciona, deja de existir; pero es aún mucho peor la trascendental caída cuando esa persona ocupa un cargo de alta responsabilidad, con las fatales consecuencias de sus decisiones. El psicópata no nos decepciona ni nos pilla por sorpresa; ya lo vimos, e intuimos lo que daba de sí. Sólo constatamos su sospechosa conducta. La última de Pedro Sánchez, es la suelta de los presos golpistas catalanes que se van riendo y desafiando que lo volverán a hacer. Que volverán a delinquir con otro golpe de estado efectivo. Cuando en el indulto, se dan todas las circunstancias improcedentes para su concesión; cual es este caso, que lo hace aun más sangrante. Oriol Junqueras, expresa en un cartel con su foto: «El indulto es un triunfo porque demuestra la debilidad del Estado». Es cierto: al perro flaco todo son pugas. El presidente del Gobierno, saltándose todos los protocolos, normas y leyes, como es habitual en él, ha conseguido que los presos, sin haber solicitado tal medida, ya estén en la calle. Pero aun es más gordo: Sánchez ya había jurado y perjurado que esto no lo haría jamás. ¿Cuántos juramentos o promesas radicales y ni una sola cumplió?; Hizo todo lo contrario a lo que dijo. Pedro Sánchez se rió una vez más de los españoles decentes, lo mismo que todo el arco parlamentario se rió de él -hasta Rufián- con esas tomaduras de pelo. Es una constante en él este modus operandi, por lo que causa hilaridad, además de burlar su responsabilidad al ser autor de un delito continuado de alta traición.

La terquedad mular de Pedro Sánchez, es tan grande como su maldad. Es su corrupción y la de su partido. Si pudiera ya habría metido en las checas a Santiago Abascal y a muchos más. Lo tiene en mente. Es cuestión de tiempo, como decía el desaparecido coletas. Su política-locura, provoca malestar, miedo y angustia. Son tristes muchas cosas, pero la más, es que la parroquia electoral que tiene -y qué parroquia-, quiera, como él, que los que les dicen la verdad sean liquidados.

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Ahora dice el psicópata que no habrá referéndum catalán para la ruptura, jurando y perjurando nuevamente, que es la más clara evidencia de que lo habrá. «También dijo que no habría indultos…», le expresan mofándose sus amigos. La verdad es la mentira para él, recordando, a Orwell en 1984, adonde todas las cosas significan lo contrario a lo que dicen. 1984, es de las mejores obras críticas del comunismo.

«Su palabra no vale nada, y mira que lo lamentamos porque es usted el presidente del Gobierno», le dijo Santiago Abascal en el Congreso, con un discurso impecable. «Pedro Sánchez pasará a la historia como el presidente que traicionó a los españoles, a España y al Rey», añadió. Es la diferencia entre Vox, y el Psoe; el primero es constructivo y legal, el segundo destructivo e inmoral. Pedro Sánchez es más que un peligro manifiesto. Todo el mal que haga, ya no es narcisismo, es puro sadismo, le espetó Abascal. Las consecuencias de sus decisiones son mucho más catastróficas de lo que suponemos. La ruptura de España, por efecto dominó, de Cataluña, es de consecuencias imprevisibles. Arreglar todo lo que los socialistas destrozaron, empezando por la tradición, la enseñanza que afecta a la juventud con su adoctrinamiento, se ve hoy imposible de recuperar. Como todo el arte y la historia que destruyeron con la vengadora memoria histórica, a lo largo de la geografía española. Todo el daño que hicieron desde el 2004, cuando organizaron y ejecutaron el 11M, para tomar el poder y no soltarlo. Hoy tienen los medios de difusión, el control de la enseñanza, el dinero, con un poder súper ministerial, ya lo tienen todo, menos la razón. Son adalides de la corrupción, la crearon con la casta política, para corromper -que les fue fácil- a todo el que se acercó, o pasaba por allí, empezando por sus votantes. Pedro Sánchez es hoy la pura representación del mal; no es un presidente, es un castigo.

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La retahíla de despropósitos y embustes a las claras desde jurar que no pactaría con los comunistas porque no dormiría tranquilo. Hechos en los que se palpa la mala intención, el dolo y la culpa, el daño que le gusta inferir al prójimo que no esté debajo él, empezando por el Rey, al que se la jugó bien jugada con los indultos. Lo del rey ya se sabía desde lo de Franco, que no fue más que su deseo de venganza; hacer mal, herir sensibilidades. No le importaba nada Franco como no le importa nada todo lo demás; excepto el dormir en la Moncloa, que debe de estar muy a gusto cuando no quiere abandonarla ni a tiros. Se sueña presidente de la Tercera República, bajo su dictadura personal.

Lo de que estén los obispos de su parte y algunos empresarios, no tiene otra justificación que son unos comprados. Que corrompe al sursuncorda, repartiendo el dinero que nos roba a los demás. Por qué, sino, ¿iban a estar a favor del golpe de estado continuado?

Este presidente es igual que el diluvio universal. Arrasa. Sin que nadie le pare los pies y detenga su acción canallesca y destructora. Menos mal que quedará el arca de Noé para volver a empezar.

Autor

REDACCIÓN