22/11/2024 01:00
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Quisiera saber quién le escribe las consignas al patético defraudador de la Seguridad Social, Pablo Echenique Robba. No sabe si mata, hiere o espanta cada vez que opina sobre algo. ¡Como sean así todos los investigadores del CSIC, estamos apañados con poca ropa!  No olviden que este espécimen era de los que decían que el virus que tantas muertes ha ocasionado iba a ser “como una gripe de esas que pasamos todos los años”. ¿Se puede ser más irresponsable? No me cansaré de exigir su dimisión.

Me gustaría saber, también, qué información tenía el señor Simón, Fernando, cuando decía que “España no iba a tener más allá de algún caso aislado de coronavirus”.  Siguen sin darnos las cifras reales y hasta los tribunales han fallado que faltan esos datos. Ellos mismos ya han generado una alarma espectacular en la que se aprecia una descoordinación sin parangón. Según diversas organizaciones de médicos y enfermeras, aún nos quedan episodios por sufrir. Esto ya empieza a parecer una conjura diabólica del Gobierno y caos absoluto en las CC.AA.

Parece como si ya existiera una confabulación de las fuerzas del mal, sobre todo cuando leemos comentarios como que «esto solo afecta a los ‘yayos'» o, peor aún, cuando escuchamos a autoridades como Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional: «Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hace algo, ya». De repente, quienes así piensan, parecen haber olvidado que la crisis de 2008 la sujetaron los pensionistas, los funcionarios y los autónomos, sobre todo, pero no sólo. Sea como fuere, parecen anteponer lo económico a la salud. ¿Me siguen ahora cuando hablo de esa presunta conjura diabólica?

¿Por qué menciono a esos tres elementos sustentantes de la pasada crisis? Los primeros, pensionistas, tuvieron que mantener a los hijos que se habían quedado en el paro, hacerse cargo de los nietos y echarse al hombro todas las circunstancias negativas que el Gobierno socialista había traído por dejadez, ruindad y negacionismo de la crisis. Los segundos perdieron más poder adquisitivo que ningún otro ciudadano; llegaron a acumular una pérdida superior al 18% y se les “expropió” la extraordinaria de Navidad, con lo que tuvieron que atarse el cinto sobremanera y muchos llegaron casi al ahogamiento económico; año y medio después recibieron esa paga extra, pero en tres pagos. Los terceros, autónomos, sintieron cómo su actividad se disparó en caída y los ingresos descendieron exponencialmente, tardando tres años en recuperar el nivel de 2008; nadie duda de que esta vez va a ser peor. Y lo va a ser para todos. De momento, y sin ánimo de querer alarmar a la población, desde que estos ineptos nos gobiernan podemos hablar de más de un millón de parados.

Antaño fue José Luis Rodríguez Zapatero. Hoy es Pedro Sánchez. Maestro y discípulo. En ambos casos prochavistas y sentados en el mismo polvorín: el primero ya es dueño de mina de oro por acuerdo con Maduro y a cambio de su posición comunista-bolivariana, sin contar con los agasajos económicos que, en su día, le hizo el también bolivariano, Evo Morales, por condonarle miles de millones como si fueran suyos. El segundo, atrapado en la ratonera del “marqués de Galapagar y señorío de casoplón”, está saboreando las hieles de la amargura y del propio coronavirus hasta que el citado «vice» diga que es el momento de «apuñalar» al PSOE, defenestrar a sus acólitos e implantar el ejército motorizado negro, al más puro estilo chavista. Esto parece una conjura diabólica donde solo les falta echar la culpa a Franco.

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Pintan bastos y seguirán pintando durante mucho tiempo. «La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa», decía Einstein. Otro día veremos cómo la dignidad sí la ponen en práctica los hombres buenos y solidarios: ahí tienen el caso de Amancio Ortega frente a la egoísta y degenerada actitud de la ultraizquierda. Ya decía Manuel Viola que «Lo malo de la caridad es que no tiene fondo».

¿Alguien sabe cuánto han aportado esos colectivos y organizaciones feministas que recibieron miles de millones en subvenciones? Yo se lo diré: NADA. ¿Cuántas mascarillas y EPI han donado los sindicatos de clase o las ONG que se divierten traficando con personas por el Mediterráneo? Yo se lo diré: NADA. ¿Y todos esos del «No a la guerra» y del «Nunca màis? Yo se lo diré: NADA. Sí, como NADA están aportando esas cadenas de TV vendidas al socialcomunismo y que también siguen culpando a los recortes precedentes; muchos de ellos no asumen que proceden del socialismo que gastaba el dinero público en juergas, drogas y prostíbulos. Miren a esa Andalucía socialista de la defenestrada “sultana”: aún hay más de 3.000M€ que la Administración socialista no ha logrado justificar. Y todavía tuvo la cara dura de llamar a sus huestes para rodear el Parlamento andaluz, cual golpe de Estado a lo Capitolio americano, en la toma de posesión de Juan Manuel Moreno.

Está claro que «la miseria seca el alma y los ojos además», acostumbraba a decir Rosalía de Castro. Menos mal que en la comunidad de Madrid – la más afectada de España– se construyeron 11 hospitales durante el gobierno de Esperanza Aguirre. Por cierto, siempre con la oposición del PSOE. Empecé hablando de conjuras y así terminaré. ¿Acaso no parece una bestial conjura de la izquierda y contra la convivencia pacífica?

Autor

Jesús Salamanca Alonso
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