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Que en los colegios e institutos de Madrid se adoctrina no es ningún secreto. En la pública, en la concertada y en la privada. Al fin y al cabo, tras décadas de bombardeo sin resistencia, todos comparten más o menos el mismo paradigma. Por mucho que lo nieguen la presidenta Isabel Díaz Ayuso y su estafermo en materia educativa, el señor Ossorio, refugiándose en los supuestos informes de una Inspección Educativa corrupta hasta el tuétano y a su servicio por comodidad e interés.

Por supuesto, los mojigatos que votan al PP siempre se escandalizan ante tal acusación de complicidad y pierden el tiempo odiando al mensajero que cuente estas cosas. Normal. El espejo refleja lo que no quieren y detestan a quien lo pone ante sus ojos. Sin embargo, en el fondo sólo fingen sorprenderse, porque la evidencia es incontestable. Al fin y al cabo, no son idiotas del todo; sólo carecen de coraje y capacidad para la autocrítica y no es fácil reconocer que la triste realidad les hace cómplices a ellos también de aquello que dicen repudiar.

Para aclarar un poco las ideas de los acérrimos de la gaviota, reproduciremos a continuación un texto vigente, aprobado en 2016 por la antigua presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, para el adoctrinamiento de género en la citada Autonomía: “La Consejería competente en materia de educación incorporará la realidad lésbica, gay, bisexual, transexual, transgénero e intersexual en los contenidos transversales de formación de todo el alumnado de Madrid en aquellas materias que sea procedente, y que igualmente revisará los contenidos de información, divulgación y formación que ya existan en los distintos niveles de enseñanza y en otros ámbitos formativos, para lo que se dará audiencia a las asociaciones, organizaciones y colectivos LGTBI”[1].

Si será obvio el carácter ladino y “performativo”[2] de la norma que, en el mismo título de la ley, al más puro estilo orwelliano –“la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza”–, se disfraza el adoctrinamiento como humanitaria “protección contra la discriminación”.

Esta ley fue votada por la misma Ayuso que hoy se niega a derogarla con la mayoría suficiente para hacerlo, y por la misma razón que su predecesora la aprobó: por miedo a enfrentarse con la izquierda, principal beneficiaria e impulsora de tal ley. ¿Principios? Ninguno, y el pucherito, tapado.

Por otro lado, aún quedan incautos que se preguntan acerca de la inacción de los maestros de primaria y profesores de secundaria ante esa LOMLOE (Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación) que incorpora el adoctrinamiento de género, impone leyes de memoria, alertas climáticas y hace desaparecer la Filosofía para sustituirla por una “Educación en valores”, trasunto de la zapaterina “Educación para la Ciudadanía”.

A este respecto, cabe aclarar lo siguiente: En primer lugar, no puede esperarse que los maestros y profesores que apoyan y ejercen el adoctrinamiento en clase se movilicen contra las prácticas y políticas que ellos mismos secundan y votan. Del mismo modo que los sindicatos de clase y los profesores-activistas zurdos alentaron huelgas, movilizaciones y se uniformaron de verde contra la “Ley Wert”, no cabe imaginar ninguna “respuesta” por su parte a una ley tan sectaria como la LOMLOE, con una carga ideológica que comparten.

¿Quién abrió las puertas a toda esa patulea de pedagogos inútiles que engrosan los departamentos de Orientación? ¿Cómo se ha permitido que esos devotos del pseudofilósofo Paulo Freire[3] y su “pedagogía crítica”[4], esa plaga de incapaces y sectarios empeñados en inocular a sus pupilos la cizaña, la envidia igualitaria[5] y el odio de clase desde la más tierna infancia, obtuvieran tanto poder e influencia? ¿Acaso es mínimamente razonable que unos departamentos conformados por psicopedagogos –signifique eso lo que quiera significar– sean más numerosos que los de asignaturas o materias con contenido?

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En cuanto a los demás profesores, esto es, los cómplices pasivos o “no comprometidos” –ya se sabe que el compromiso es hemipléjico–, llevan tanto tiempo sin abrir la boca que se han acostumbrado, resignándose a obedecer directrices. No sólo han rebajado su perfil por debajo del subsuelo, sino que se han acostumbrado a vivir a rastras y subordinados. En este grupo pueden incluirse también los delicados que a fuer de “independientes” sólo son equidistantes. Diletantes, equilibristas, vacíos de puro neutros, voluntariamente oscuros, pedantes… tan uniformemente mediocres como los óleos mortecinos de un aficionado. Cucos dizque intelectuales cuyo mayor arrojo se limita a mostrar su “asquito” hacia los que osan hablar claro –esos “radicales”–, y a marcar distancia con los “reaccionarios”, tan incómodos, que se atreven –ellos sí– a hacer frente de verdad al pensamiento único.

Como subraya la catedrática sueca Inger Enqvist: “los partidos no socialistas han aceptado el modelo socialista. No han elaborado un modelo propio y eso tiene que ver con algo muy profundo, que es la manera de ver el mundo, de defender otra visión de la persona, de la verdad»[6].

Basta observar la Educación en los últimos veinte años en la Comunidad de Madrid para constatar cómo el PP ha asumido totalmente los postulados de la izquierda, e incluso los respalda. Véase, en este sentido, cómo se riega a los sindicatos de clase para que, entre otras cosas, sigan impartiendo sus “famosos” cursos de “formación”. Repárese igualmente en cómo se ha “normalizado” que en los centros educativos se involucre forzosamente al alumnado en la celebración de festividades ideológicas de la izquierda como el 8 de marzo o el 14 de abril. Un escándalo que los medios tapan y sobre el que la Administración Educativa guarda un escrupuloso silencio. Y nótese cómo por ley se bombardea en las aulas con la “diversidad sexual y de género”[7]. Un dato muy concreto respecto a esto último: En el presente curso académico 2021-22, la Comunidad de Madrid presentó, como ha venido siendo habitual desde hace años, entre otros cursos sobre “objetivos de desarrollo sostenible”, “mindfulness” y demás basura deformativa, dos cursos de formación del profesorado titulados: “Diversidad sexual y de género en el entorno educativo”. Entre los ponentes: varios sexólogos, una “socióloga y sexóloga, especialista en formación sobre diversidad sexual y de género”; una “joven trans y psicóloga”; y otro “especialista en masculinidades”, según se hace constar en la ficha de la actividad, publicada en la propia Plataforma de la Red de Formación de la Comunidad de Madrid[8]. Entre los contenidos anunciados, figura lo siguiente: “Herramientas para incorporar en el ámbito educativo la incorporación (sic) y aceptación de las distintas realidades relacionadas con la diversidad sexual y de género (infancias y adolescencias trans, diversidad en la expresión y conducta de género, familias diversas, orientaciones sexuales diversas, etc.)”.

Y se dirá: Bueno, si no es obligatoria la asistencia a la susodicha actividad formativa, no es tan grave; “no se puede juzgar por las apariencias” y ni el perfil ni los contenidos implican “necesariamente” la pretensión de adoctrinar. Ya. Pero el problema es que el curso era puro adoctrinamiento y hubo una queja formal a la dirección del Centro de Formación responsable de la actividad, firmada por la plataforma Docentes Feministas por la Coeducación (DoFemCo) en que se decía lo siguiente: “[…] hemos constatado la manipulación de la formación del profesorado con el beneplácito de las administraciones educativas; los graves daños que está causando al alumnado y sus familias la introducción de postulados transgeneristas que no solo suplantan la coeducación, sino que borran los derechos humanos de las niñas y las mujeres”. Reclamando explícitamente, entre otras cosas, lo siguiente: “Una educación libre de manipulación y propaganda transgenerista; la retirada de las guías educativas ‘trans’; el derecho del profesorado de objetar; la puesta en conocimiento de las familias y/o personas responsables, del peligro que suponen los talleres de transactivistas; la protección del profesorado crítico con las leyes de identidad de género, ante los regímenes sancionadores;  la retirada de los materiales que fomentan la ideología de la identidad de género; la protección de las familias críticas con la ideología de la identidad de género, impidiendo que se abran protocolos de abuso; la derogación de los 14 protocolos educativos ‘trans’ autonómicos y que la ideología de la identidad de género salga de las aulas”.

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Repito, esto lo dice una asociación feminista, es decir, otro chiringuito de los muchos que dedican su tiempo a la vaginoscopia en tres dimensiones.

¿Consecuencias? Ninguna. Para el próximo curso académico 2022-23 está prevista al menos una tercera edición del curso “Diversidad sexual y de género en el entorno educativo”. Entre los ponentes: una “psicóloga, especialista en intervención LGTBI y activista intersex”, y un “activista trans y feminista”.

Supongo que la presidenta Ayuso seguirá amparándose en el silogismo chusco, sofisma o falacia de que como “no le consta” que haya denuncias, eso significa que no hay adoctrinamiento. Si el que no se engaña es porque no quiere. Lo dicho: El PP de Madrid, y Ayuso –sí, también ella–, son cómplices del adoctrinamiento en Madrid.

 

[1] Ley 3/2016 de 22 de julio, de Protección Integral contra la LGTBIfobia y la Discriminación de Orientación e Identidad Sexual en la Comunidad de Madrid: https://www.boe.es/eli/es-md/l/2016/07/22/3

[2] Configurador de nueva realidad en su propia enunciación. Término propio de la jerga pedagógica filomarxista. N. del A.

[3] Propagandista comunista brasileño bajo la pantalla de la pedagogía. Fue director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social del Estado brasileño de Pernambuco y director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife. N. del A.

[4] Léase Pedagogía del oprimido (1970), de Paulo Freire. N. del A.

[5] Léase La envidia igualitaria (1984), de Gonzalo Fernández de la Mora. N. del A.

[6] Entrevistada por Nuria Richart para el periódico digital Libertad digital, 29 de mayo de 2022.

[7] https://www.boe.es/eli/es-md/l/2016/03/29/2

[8] El acceso a esta plataforma está restringido a maestros y profesores de la Comunidad de Madrid.

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REDACCIÓN