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Todos los complejos son superables, o al menos eso creo yo. En mi caso, hace muchos años que superé el complejo de “Casandra”, que me atacó muy joven,  por una razón evidente. Desde jovencito solía acertar adivinando las consecuencias de las cosas que veía claras y tenía la osadía de hacerlo público. Me parecía lo correcto,  si bien podía considerarse un intermedio entre osadía e insolencia.

Y, pronto también, comprendí dos cosas: Una  primera,  que a los superiores en “edad, dignidad y gobierno” no les hacía gracia “mi hacer”; y una segunda, que mi actuación,  daba pocos frutos

De todos modos seguí convencido de que todo hombre debe intentar poner remedio a las cosas y de que  un buen método es hablar claro y sin complejos, si se tiene buena vista y se es capaz de penetrar en la esencia de las cosas. La conclusión fue, totalmente lógica: si tu avisas y no te hacen caso, el problema es suyo, no mío. Obvié, así,  caer en la obsesión por los resultados y me  inmunicé contra el “complejo Casandra”. Eso no obsta para sentir pena por no haber podido cambiar las cosas, y por ver los problemas sin solucionar. …

Les soy sincerísimo cuando reitero mi incapacidad para  entender cómo gente muy inteligente, es incapaz de ver las “evidencias”, cuando lo difícil y complicado es “no verlas”, y me resulta un problema –casi el único—al que no le veo solución.

¿Se les bloquean las neuronas del cerebro  ante ciertos temas? ¿Dónde está el secreto de semejante bloqueo?

Pongamos un caso bien conocido: El mal llamado “problema catalán” que es  un “problema de España”, no de Cataluña. Para que se me entienda: Si en mi casa los hijos  se me suben a las barbas, no es un problema de mis hijos… es un problema mío, que soy su padre. Si, en un Colegio,  hay un problema de “indisciplina” el problema no es de los alumnos, “es de los profesores o de la dirección”. Ejercí la docencia, doce años y jamás tuve un problema de indisciplina. En dos ocasiones –al menos– me encomendaron dos grupos de los llamados “rebeldes e ingobernables”: uno me duró quince minutos,  y el otro se solucionó   “antes de llegar yo” para  hacerme cargo, cuando supieron quién sería el nuevo “prefecto de internos mayores”

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Cada problema tiene la solución en  “una tecla”, el resto, sobra o  no sirve… Y el problema del separatismo tiene la “suya”. Yo garantizo que a mí — Jefe Gobierno, con todos los poderes que tiene como tal–, tanto  la ETA  como el “procés” sería cuestión resuelta a velocidad supersónica.

¿Creen ustedes que se cura el cáncer “oliendo margaritas”? Pues es el método –más o menos—utilizado por los Gobiernos  en España, lo mismo en los últimos tiempos de Franco, cuando  ya no era Franco,  que los de Suárez, Felipe, o Aznar; no digamos ya los de Zapatero, Rajoy o el Dr. Cumfraude.

No se puede hacer más el indio, durante medio siglo, con esos repugnantes asuntos. No tiene explicación que la única nación que venció al marxismo y a las logias,  presencie lo que llevamos cincuenta años viendo en España,… ¡como quien ve llover! Ni que unos pocos miles ladrones, canallas, ambiciosos,   muevan a su gusto, ese rebaño de cuarenta millones de borregos, (donde hay tanto “genio suelto” si los oyes hablar y explicar lo que ocurre en el suelo patrio). Cualquier tema que analices tienen soluciones fulminantes y eficaces,  pero  nadie mueve un dedo para aplicarlas.

Evidentemente, hay alguien que lo impide, y que nos gobierna desde fuera de España sirviéndose de cabezas de chorlito, totalmente huecas,  aunque con mucho pelo.

Sólo nos faltaba ya,   oír las bravuconadas de unos chiquilicuatres — además de payasos–, cacareando como gallinitas que han puesto un huevo y  que no acatan las sentencias de los Altos Tribunales de España, en base a que sus excelsas “mierdas”, así lo han decidido.

Lo normal hubiera sido ver al Gobierno de España, en ese mismo instante, sin complejos, sin pensárselo dos veces y sin contemplaciones,–metafóricamente hablando—saltarles todos los dientes de un bofetón mayúsculo…

Desgraciadamente, el llamado “Poder de la Nación” está en manos  amariconadas, feminoides y femeninas, ajeno a la fuerza viril de hombres nacidos para mandar y hacerse obedecer. Y el resultado está a la vista.

Los comentarios podrían llenar páginas y páginas… Yo me voy a limitar darles una idea que,  ¡ojala!,  la capacidad intelectual de las recientes generaciones les permita entender. Encontrarían la explicación y la respuesta inmediata,  a todo cuanto ocurre.  Además es muy breve y asimilable.

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Todo se reduce a conocer la diferencia entre Franco –y el Régimen nacido de la Victoria—y la Democracia y sus dirigentes y feligreses: Los primeros, trabajaron para  resolver los problemas del pueblo español, enriquecer a todos sus ciudadanos, darles todo lo bueno que pudieron, dejarles vivir libres y alegres y les interesó medio comino las urnas, y los votos y quienes aspirar a vivir de ese cuento. A los segundos –la Democracia y sus partidos políticos—los problemas del pueblo les interesan un carajo –utilizando una expresión muy hispana—ellos busca la  riqueza para sí y sus allegados y compinches;  su programa es robar todo lo que puedan a costa de los ingenuos que los creen, –mientras ellos, los desprecian–; todo sus esfuerzos se reducen a “comprar votos” por todos los medios para poder seguir robando –si es posible toda su vida–, y su obsesión es suprimir  el mayor número de libertades; mejor aún,  si es posible, esclavizar al pueblo y arruinar la nación,

Si las nuevas generaciones fueran capaces de entender el largo párrafo anterior, España entraría en la vía de la verdadera libertad  pues,  a patadas,  dejarían la Moncloa limpia de porquería.

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.