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El apoyo a la independencia ha caído 20 puntos desde el 1-O hasta ahora entre los que tienen entre 18 y 24 años, según las cifras del barómetro de opinión que el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Barcelona realiza anualmente.

 

En el 2017, los jóvenes de 18 a 24 años, ante la pregunta de qué prefiere que sea Cataluña, un Estado independiente o una parte de España, un 56% se decantaban por la secesión, y un 35%, por la permanencia. En el 2021, los porcentajes se invierten y un 36% apuestan por la separación, y un 52%, por que Cataluña se mantenga en el Estado español. Una caída de 20 puntos que no se da en el conjunto de la población catalana. En el 2017, un 44% preferían la independencia frente al 49% que no la deseaba, y ahora aumenta la distancia con un 38-53%.

 

A partir de octubre del 2017 empieza el “desencanto” y los jóvenes comienzan a bajarse del barco independentista. Primero porque ven que la Arcadia feliz que les habían prometido se aleja y luego por el impacto de la pandemia. Esos 20 puntos de caída se reflejaron en las elecciones catalanas de febrero 2021, con el aumento de la abstención. En 600.000 personas en el caso de los secesionistas, y de 750.000, en el de los constitucionalistas.

 

Y esta misma fotografía la podemos llevar a otras francas de edad de la sociedad. La gente mayor de 64 años, en 2017 estaba en el 55% y en 2020 en un 38%. De 50 a 64 años bajan también un 10%. Los únicos que se mantiene estables son los de 35 a 49 años. En el 2017 el titular de un diario decía: “Los catalanes menores de 25 años son más independentistas que sus mayores”. Ahora lo podíamos cambiar diciendo: “Sólo los catalanes de 35 a 49 años son los más independentistas”. Es un cambio sustancial.

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Con lo cual llegamos a una conclusión. De 2011 a 2017 hicieron todo lo posible para convencer al mundo que Cataluña era un país subyugado a un estado opresor que les impedía ser libres y que les condenaba por sus ideas. No les sirvió de nada. Desde que Jordi Pujol puso en marcha el Programa 2000 se ha adoctrinado a la juventud catalana para la independencia. No les ha servido de nada. Quizás empieza a ser hora de que se olviden de esa quimera y empiecen a gobernar para todos los catalanes. Josep Tarradellas dijo que “en política se puede hacer todo menos el ridículo”. Ellos lo están haciendo cada día.

Autor

César Alcalá