21/11/2024 20:38
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Es intolerable lo que está ocurriendo en España con el sector energético, son intolerables los precios ya habituales y son intolerables las subidas brutales, precisamente, en las épocas más duras para los usuarios, sobre todo para los más necesitados, bien por los fenómenos atmosféricos (este año ha sido la tormenta Filomena, pero no es la primera vez), o bien por las crisis económicas ocasionadas por la criminal gestión del coronavirus, o por la crisis anterior o por la que venga.

Pero todas estas consecuencias tienen unas causas que consideró indispensable recordar, ya que hay que refrescar nuestra memoria con lo que ha ocurrido en España, primero con la brutal desindustrialización y después con las privatizaciones salvajes.

Hay que recordar que ha sido esta funesta democracia que todos elogian, ha sido este siniestro régimen del 78 que todos alaban desde la derecha a la izquierda pasando por el centro, los que han condenado al pueblo español al despojo de empresas públicas, la mayoría levantadas o apoyadas durante el franquismo en políticas llevadas a cabo por falangistas, que no sólo eran rentables, sino que eran empresas capaces de proporcionar servicios y productos básicos a precios asequibles, y cuyos beneficios revertían en el estado cuando el Estado Español se ocupaba de los españoles y les servía, mientras que ahora se aprovecha de ellos y se sirve de ellos.

Hay que recordar que el régimen del 78, primero a manos de Felipe González y después de José María Aznar, es decir, izquierda y derecha, cometieron un crimen del que hoy se están padeciendo las consecuencias y se seguirán padeciendo. Se malvendió nuestra capacidad productiva, nuestra soberanía alimentaria, aparte de otras soberanías como la soberanía legislativa, la militar y la política.

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Hay que recordar que el sistema, primero con Felipe González y luego con Aznar, mal vendió nuestra industria y nuestro mercado. Hay que recordar que se desindustrializó primero y luego se privatizó la electricidad, las telecomunicaciones, la distribución del petróleo y del gas, la explotación de minas, la metalurgia pesada, los transportes ferroviario, naval y aéreo…por no citar al sector bancario, al de seguros, al de la alimentación, al textil, al de la electrónica, al de la informática, al de la construcción naval, al del armamento, al del turismo, al de la construcción…y así podría estar todo el día.

Sería interminable el recordar la lista de empresas que pertenecían al patrimonio estatal y que se habían levantado con el trabajo, el esfuerzo y las aportaciones de nuestros padres y abuelos, esos españoles que ahora muchos de ellos no pueden ni encender la calefacción, y si han sobrevivido al corona virus o lo que sea, ya que están abandonados por la derecha y por la izquierda, veremos si sobreviven a este invierno,…Decía que sería interminable recordar las empresas públicas que primero fueron desmanteladas por la desindustrialización y después fueron privatizadas y que ambos procesos criminales en su día llevaron, además, a cientos de miles de españoles al paro de manera directa, y a millones de manera indirecta. Paro del que aún no nos hemos recuperado en España.

Y estas privatizaciones sirvieron para poner las empresas públicas solventes, útiles, eficaces y que estaban al servicio de los españoles, en empresas privadas manejadas en España por los amiguetes de los políticos de turno, derecha, izquierda y separatistas, y entregadas al capital internacional, todavía más sin alma y sin corazón, si cabe, que el capital español.

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Políticos que, la mayoría de ellos, al abandonar la política en activo, muchos de ellos tras demostrar su inutilidad y salpicados de corrupción hasta las orejas, han ocupado, ocupan y ocuparán los consejos de administración de esas empresas a las que favorecían con modificaciones legislativas y decisiones políticas, cuando aún estaban activos en sus partidos, empresas que antes servían a los españoles y ahora desangran y despellejan a los españoles.

Y esos políticos que se han beneficiado de tantos crímenes de los que hoy vemos las consecuencias, han sido y son políticos de derecha, izquierda, centro y separatistas, defensores de un sistema injusto y criminal que seguirá sirviéndose y riéndose de los españoles mientras estos no reconozcan a los culpables de sus males. Ya decía Ramiro Ledesma que “queremos y pedimos la aplicación de las penas más rigurosas para aquellos que especulan con la miseria del pueblo”, a lo que yo añado que es hora de luchar para que quienes pasen frío, miedo y angustia sean los culpables del sufrimiento actual de los españoles, no nuestros mayores y personas desfavorecidas y abandonadas precisamente por esos culpables de nuestros males.

Autor

Jesús Muñoz