22/11/2024 05:50
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¡Salve, César, los que van a morir te saludan! era el saludo que brindaban los gladiadores al emperador romano Claudio al saltar a la arena del circo. Con esta frase Pablo Casado podría haber rematado su discurso de despedida en el Hotel Eurostar Tower al definir al nuevo Partido Popular como un partido centrista y reformista y enterrar lo poco que ya le quedaba de partido de la derecha.

Otro tiro más en el pie por lo equivocado de esta estrategia, que sin duda firmará el nuevo césar Feijóo, de dejar a Vox todo el espacio libre al que el PP renuncia. Este nuevo posicionamiento del PP en el tablero político español también presupone que el partido va a ser capaz de recuperar para sí una buena parte del espacio que en su día tuvo Ciudadanos e incluso arañar votantes al vetusto partido socialista tenido por socialdemócrata. Un nuevo error, que sin duda ya estarán celebrando Abascal y Sánchez.

El PP ha pasado en sus múltiples «camaleonismos» de ser un partido de derecha (AP) frente al centrismo de la UCD, a ser un partido de centro-derecha-liberal de Aznar, o declararse con Rajoy de centro, a secas, -recordemos aquello de que los liberales se fueran a su partido y los conservadores al suyo- en el célebre congreso de Valencia. Casado, oliéndose por donde respira Feijóo confirmó sin decirlo su asquito por el partido conservador de la derecha que le roba votos a manos llenas y nuevamente apostó por un vacuo centrismo reformista, que es lo que Casado presume que es lo que va a hacer su sucesor.

Casado y Feijóo, ¿qué es el centrismo? Yo os lo digo, es la nada. El centrismo es la negación de la ideología de los demás, el que no está a la derecha, pero tampoco a la izquierda. Pero, ¿y el centro qué ideología tiene? Pues no le cabe otra que coger cosas de la derecha y otras de la izquierda, o sea, lo que unos quieren y otros rechazan. Así les ha ido a los veletas centristas, que de lo socialdemócratas que fueron en el inicio se quedaron en la nada.

Casado y Feijóo, ¿qué es el reformismo? Para empezar, los primeros que deberíais reformaros sois vosotros, cosa que permitidme que dude, antes que pretender reformar la sociedad española, cuya mayoría todavía conservan (de conservador) valores que vuestro falso progresismo no contemplan sino todo lo contrario. Ambos sois partidarios de la Agenda 2030 y todo lo que conlleva de destrucción de las sociedades soberanas occidentales que hemos conocido y de un gobierno mundial de una élite que lo controle todo y nos controle a todos.

La pista de por dónde va a transitar Núñez Feijóo ya la hemos conocido al decantarse por González Pons como el maestro de ceremonias para su investidura a la búlgara, como ya he dicho en anteriores ocasiones. Este personaje, eurodiputado, se ha permitido proponer que habría que derrocar los gobiernos de Polonia y Hungría porque no le gustan lo que sus parlamentos y gobiernos legislan y dictan sobre las cuestiones opinables sobre la ideología de género, el antinatalismo y sus soberanías. Este pájaro, se permite llamar antieuropeos a quienes no comulgan con sus ideas del globalismo, cuando lo que es no es otra cosa que un mamporrero de la agenda 2030.

El partido Popular se va a inmolar en la arena del circo político español porque no tiene ninguna idea ni ninguna convicción que trasladar a sus militantes y votantes. Su historia, pese a lo que digan sus próceres, solo está llena de palabrería y bandazos. Quizá son buenos contables en la tarea de arreglar los desaguisados que siempre deja el Psoe, con lo cual se convierten en una muleta de este partido, que sabe que haga los despropósitos que haga, el PP siempre les pasa la aspiradora sobre la mierda que han acumulado. Es un partido remendón que siempre ha ido a remolque de la ideología de la izquierda porque no tiene otra que ofrecer.

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Para votar a la izquierda, los votantes prefieren a los muchos originales que tienen a su disposición y para hacerlo a la derecha, tres cuartos de lo mismo, a un partido que no se avergüenza de sus convicciones y tiene las ideas claras, Ellos, lo que vende el PP, son meras fotocopias de unos y otros, dependiendo del lado de que sople el viento. 

En resumen, el Partido Popular ha apostado por aquello de ni chicha ni limoná. Pura quincalla y mercancía averiada. Allá ellos.

Autor

REDACCIÓN