05/10/2024 23:50
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La situación que atraviesa en estos momentos (verano de 2021) la nación española es extremadamente grave. En realidad, se advierten numerosos signos de su terrible enfermedad, pero uno es determinante: el anteproyecto de la inminente Ley de Seguridad Nacional, a partir de la cual el Gobierno español, ocupado por socialistas y comunistas, y envalentonado por una situación excepcional creada por una pandemia inducida, podría pisotear cuando se le antojara toda clase de libertades individuales y políticas y los más sagrados derechos fundamentales.

 

Lo cierto es que esta ley criminal, que no esconde que pretende poner a disposición del Estado —en caso de tener que hacer frente a cierta crisis no explicitada— «los recursos necesarios», ora expropiando bienes, ora movilizando personas, no sería tan preocupante si no fuera un instrumento en manos de individuos muy peligrosos y en absoluto de fiar. Y si no surgiera en un contexto internacional temible, presidido por un grado de desinformación y de censura alarmantes.

 

Con todo, dicha ley, espantosa y criminal, no sería menos espantosa y criminal si estuviera a disposición del Partido Popular, pues al menos desde el 11 de marzo de 2004 el PP ha demostrado su complicidad de fondo con el PSOE, y es conocida, igualmente, su dependencia de poderes supranacionales y grupos influyentes.

 

Por último, queda por hacer una pregunta inquietante. La urgencia por publicar esta nueva Ley de Seguridad Nacional, ¿se debe a que en el gobierno disponen de información sobre una próxima crisis o catástrofe (apagón informático, desabastecimiento de alimentos básicos, colapso sanitario producido por un nuevo síndrome inflamatorio)? ¿O acaso les ha sugerido alguien la promulgación de tan espeluznante norma? Estoy especulando, ciertamente, pero no sin motivo. La pregunta, por tanto, no es si el Gobierno tiene información privilegiada, o si alguien ajeno al Gobierno ha señalado la idoneidad de decretar una ley de este tipo, sino cuándo se va a producir el siguiente desastre y si los hombres libres van a consentir las consecuencias que se deriven del mismo.

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REDACCIÓN