22/11/2024 10:13
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Cuando yo sea Presidente suspenderé la Ley de Memoria Histórica y la Democrática.

Cuando yo sea Presidente me cargaré los indultos

Cuando yo sea Presidente me cargaré la Ley de Igualdad de Género

Cuando yo sea Presidente me cargaré todos los “chiringuitos” de la LGTBI+

Cuando yo sea Presidente les devolveré la independencia al CGPJ y al TC

Cuando yo sea Presidente mandaré rehacer todo lo que se ha hecho en el Valle de los Caídos.

Cuando yo sea Presidente bajaré todos los impuestos

Já,já,já, pobre diablo, pobre Alberto Núñez Feijóo, porque los Oráculos dicen que este “moderado” jamás podrá llegar a la Moncloa.

Que ya lo decía don Miguel de Unamuno (y curiosamente se lo decía a Franco en la comida que tuvieron en el Hotel Nacional de Madrid con la presencia de Ramón Serrano Súñer).

—Me pregunta usted, general, qué va a pasar ahora en España y yo le respondo con mi verdad. Ahora aquella esperanza del comienzo (de 1931) es ya un túnel sin salida. Mejor dicho. Con una única salida: la del enfrentamiento, la del exterminio, lo de siempre… otra Guerra Civil. O tú o yo. ¡No, no me gusta cómo van las cosas! Las Izquierdas, o eso que llaman Izquierdas, se han vuelto locas, y las Derechas o eso que llaman Derechas están ciegas y además son tontos. O sea, que estamos entre locos y ciegos o tontos… ¡¡Y esto no puede terminar bien!!

Pero ya no somos  nosotros solos los que venimos publicando que Pedro Sánchez es el mayor traidor de la Historia de España (Bellido Dolfos fue un monaguillo a su lado) como lo pueden comprobar en algunos de los artículos que les reproduzco.

“Traidor. Es el calificativo que más he encontrado, a lo largo del fin de semana, en políticos, articulistas, redes sociales, incluso en conversaciones informales, al hablar de Pedro Sánchez y su iniciativa de eliminar el delito de sedición, reduciéndolo poco menos que a una bronca callejera, por muy ‘agravada’ que se quiera.

Sustituir sedición por ‘Desórdenes públicos agravados’ (¿quién habrá sido el promotor de esa figura, Félix Bolaños?) parece una tomadura de pelo, más que una medida seriamente pensada y madurada, si no fuera porque se trata de asunto altamente delicado.

Lo de traidor podría parecer excesivo. Sin embargo, dice la Real Academia que traidor es quien “comete traición”. Y para “traición” concreta dos acepciones: “1) Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener. 2). Delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad de la patria”.

Por esos dos lados puede cogerse a Pedro Sánchez. Por el del quebranto a la fidelidad y lealtad debidas, y por el de atentado contra la seguridad de la patria.

Lo primero, habida cuenta del cúmulo de promesas incumplidas, hechas a la sociedad, a los españoles, a la ciudadanía, y por la suma de mentiras comprobadas.

Las redes sociales vienen mostrándolas con insistencia y claridad una tras otra: no iba a pactar con Pablo Iglesias (lo hizo vicepresidente), ni con Bildu (“si quiere, lo digo veinte veces”), ni con Esquerra (“no voy a permitir que la gobernabilidad de España dependa de partidos independentistas”), y se pronunció en contra de los indultos (“los indultos políticos deben acabar en nuestro país”). En fin, un cúmulo de incumplimientos y traiciones.

Y una suma de mentiras también. Que Pedro Sánchez continúa lanzando. Lo hizo en la entrevista de La Sexta, como destacó Carlos Alsina de forma contundente en su programa. Una de ellas, afirmar que el delito de sedición es muy anacrónico, porque fue redactado en 1822, “cuando en España -dijo- se producían alzamientos militares”.

Dos mentiras. En España se produjo un alzamiento militar en 1981: el 23-F. El delito de sedición se reguló hace 27 años, en el Código Penal de 1995. Otra más: afirmar que había reivindicado esa reforma desde siempre. Vale la pena volver a escuchar el comentario de Alsina, en el que recuerda también a Sánchez que en 2018, recién llegado al Gobierno, sostuvo, en una entrevista con Susana Griso, que lo ocurrido en Cataluña era una rebelión.

En cuanto a la segunda acepción de traición, es decir atentar contra la seguridad de la patria, lo cierto es que la desaparición del delito de sedición, convertido en simple “bronca pública”, deja a España indefensa frente quienes desean romperla y planean promover nuevos procesos de ruptura y de independencia como los vividos en 2017.

Y todo ello recurriendo a trucos de tramposo. Lo es tramitar la reforma como proposición de ley, no como proyecto de ley, con lo que no tendrá que escuchar al Consejo del Poder Judicial ni al Consejo de Estado. Y por vía de urgencia, por supuesto. Otra ocurrencia tal vez de Félix Bolaños, o del omnipresente asesor Cándido Conde Pumpido.

La reforma del delito de sedición no va a afectar de forma directa a los condenados por el ‘procés’, porque ya han sido indultados. Pero sí a los numerosos dirigentes de Esquerra que aún están siendo enjuiciados en Cataluña. Y a los cargos de la Generalidad y del Parlamento que siguen fugados fuera de España.

Tal como explica el boletín de FAES, dependiendo de su configuración, el nuevo tipo penal se podría no aplicar a los hechos sucedidos en 2017, si estos no encajan con lo que recoja el nuevo precepto, por lo que quedarían impunes, al no serles de aplicación ni el nuevo precepto ni el antiguo (ya derogado). “Podríamos estar, pues, ante una amnistía encubierta, al menos en lo que se refiere al delito de sedición”.

Más aún. También podría quedar afectada la imputación –condena para los ya juzgados– por el delito de malversación. Si se considera que es instrumental del delito de sedición, la desaparición de este podría conllevar también la del primero. Y, sin ese delito, desaparecería la inhabilitación que impide a los separatistas catalanes ocupar cargos públicos y presentarse a las elecciones. Podrán, en fin, volver a ser candidatos en las convocatorias próximas.

¿Y todo eso por qué? ¿O, más bien, para qué? Pues para mantenerse en el poder. Alfonso Reyes citaba en Twitter esta frase de Robespierre: “La traición deja de ser un defecto para convertirse en una virtud cuando te permite mantener el poder”.

Ladrillo a ladrillo, Pedro Sánchez está destrozando los cimientos de España. (José Apezarena –  “Confidencial Digital)

 

“Sánchez ha retomado el testigo de aquel PSOE de la Guerra Civil al que no le tembló el pulso ni cuando dijo  que urgía la sovietización de España, el que se alzó en armas contra la propia República en 1934, que tuvo checas donde se torturaba y asesinaba a inocentes de mano de criminales como Agapito García Atadell – miembro de la ejecutiva federal de la UGT y escolta personal de Indalecio Prieto – y, en fin, el que se alió con el comunismo para mantener un horror en la retaguardia incomparable mientras sus dirigentes expoliaban las riquezas de sus compatriotas para llevárselas al exilio en calidad de botín personal. Que nadie se engañe: el PSOE que hemos conocido de Felipe no tiene nada que ver con éste de ahora, guerracivilista, rabioso, cainita, despreciador de leyes, instituciones, reglas democráticas y fraternidad.

Lo repito, el momento es gravísimo. La política nacional la dictan asesinos etarras, golpistas catalanes y comunistas dispuestos a conseguir por la fuerza lo que las urnas no les otorgan, como la “manifestación” en favor de la sanidad pública de este domingo que no era más que una concentración de militantes rogelios venidos de toda España con billete, bocata y treinta euros para gastos de bolsillo, contra la presidenta Ayuso.

¡Que les importan a estos tipos los problemas reales de los españoles! Todo es objeto de manipulación, de engaño, de falsedad si con ello se contribuye a su causa. Sus medios adictos están empeñados en disfrazar, cuando no mentir, acerca de los terribles errores económicos, políticos y sociales de este gobierno de incompetentes. Nadie en el partido socialista se atreve a romper la baraja porque también entre los llamados barones regionales existe el egoísmo personal que prima ante el deber cívico de salvar a España y a su sistema democrático de la perversión a la que Sánchez la está abocando. Sánchez modifica por la puerta de atrás el delito de sedición ahora, pero mañana lo hará con otras cosas, y acabaremos viendo un pseudo referéndum en Cataluña, y en las vascongadas y en todo lugar del territorio nacional que disponga de una clase política mezquina y traidora. Y veremos a la nación más vieja de Europa convertida en una federación extraña y repulsiva, a la justicia en manos de 2 amigotes y conmilitones sanchistas – con la República también hubo jueces y jurados y todos fallaban en consonancia con los deseos del Frente Popular -, y veremos como el crimen y la delincuencia se sientan en los más altos sillones de la nación, y a Ceuta y Melilla entregadas a Marruecos y quién sabe si las Canarias. ¿Por qué? Porque Sánchez es capaz de todo y quiere un país como el que querían sus predecesores en los años treinta, un país servil y dócil a los dictados del partido, un país sin medios libres, sin oposición, sin poderes independientes, un país en el que solo sean millonarios ellos y sus compañeros de viaje. No soy alarmista ni apocalíptico, créanme, el paso dado con la sedición permite vaticinarlo. Ante esto, que supone un antes y un después en los cuarenta años de libertad que hemos gozado gracias al consenso y a la democracia constitucional, no caben inhibiciones. Ya no es solo un asunto del PP, de VOX o de Ciudadanos. Esto nos compete a todos los demócratas españoles que no queremos vivir en un sistema doctrinario y represor. Tengamos muy presente que lo que ahora puede parecernos más o menos importante no es más que la antesala del infierno que nos espera si no reaccionamos con vigor democrático. Patronal, organizaciones de trabajadores, partidos, profesionales, mujeres, hombres, estudiantes, todos estamos llamados a decir que hasta aquí hemos llegado.

Ojalá estemos a tiempo de salvar a España. Ojalá estemos a tiempo de salvarnos a todos.” (Miguel Giménez – “Voz Populi”)

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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