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El cambio que piensan hacer estos guerracivilistas que nos desgobiernan con respecto a la denominación del Valle de los Caídos es un despropósito más como primer paso de su destrucción total. Primero le cambian el nombre sin saber el origen del mismo elegido y esto no debe de causar extrañeza estando en manos de una cuadrilla de indocumentados y analfabetos. Luego darán el siguiente paso para desacralizar el lugar y echar de allí a los frailes, por cierto, esto de sacar de allí a los monjes benedictinos nos tiene que dar cierto sosiego al pensar que lo que realmente les gustaría es asesinarlos como hicieron sus criminales antecesores en la terrible república. Lo siguiente será hacer un aquelarre de fosas y muertos para a continuación derribar la Santa Cruz y demoler todo el complejo convirtiendo el paraje en un vergonzoso e inhóspito lugar. 

Algunos se preguntarán ¿Y la iglesia qué hace? Pues lo que corresponde a una institución podrida, tragar y callar. El otro día en Onda Cero al programa de Carlos Alsina mandaron a Bolaños a comentar varios aspectos de la actualidad, y claro, también salió el tema del nuevo nombre del Valle y cuando Alsina le dijo que realmente mucho tiempo atrás Cuelgamuros era El Pinar de Cuelgamoros casi se desmaya el pobrecito. Por cierto, este personaje fue el cerebro gris junto a Lola, la amiguita del comisario Villarejo, novia del antiguo juez expulsado de la judicatura por prevaricador y hoy abogado defensor de todos los delincuentes narcos que existen. La Lola, como digo, junto a Bolaños, profanó la tumba del Generalísimo. Yo creo que según observé el otro día en la aparición de ese tal Bolaños, a través de internet en la emisora mencionada, a este tipejo le faltan un par de hervores y además parece por su gestualidad y vocecita que pierde aceite, cosa que no debe extrañarnos en un consejo de ministros donde hay varios «Marlascas» con C.

La ley de memoria democrática es un bodrio que lo único que pretende es canalizar ese odio que les cuece por dentro y vomitan cada vez que abren la boca para por medio de unas leyes feroces vengarse de la Historia, intentando borrar esa verdad que les duele tanto al no poder asumir que esa guerra civil que provocaron ellos, nuestra Cruzada, la perdieron hace mucho tiempo y eso, hagan lo que hagan en el Valle de los Caídos o donde sea, es la demostración palpable de su impotencia, su rabia, su indecencia e indigencia intelectual. No saben nada y esto se demuestra cada vez que se les ocurre alguna idea de Jaimito. El tipejo Bolaños estaba muy contento con explicar lo insultante de la denominación de un Monumento dedicado a unos Caídos de la guerra. Hay que volver al nombre original del lugar, Cuelgamuros, decía este borrico, sin ni siquiera haberse documentado para no tener que oír en directo realmente su nombre histórico y así evitar poner demostrativamente cara de lo que es, un auténtico gilipollas.
Donde hay una basílica y una Cruz quieren dejar un solar de odio. Quizá se les ocurra poner allí un gran prostíbulo queriendo emular a organizaciones de otros países en materia de seguridad nacional y con la Lola al mando y su amiguito Villarejo como asesor, conseguir información «vaginal» de calidad.

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Cuelgamuros. A lo mejor con la invasión magrebí que soportamos y con todos los problemas de seguridad ciudadana que provocan estos individuos, tengamos que vernos obligados a cambiar de nuevo el nombre del lugar por el primigenio y actuar en consecuencia.

Autor

Alejandro Descalzo
Alejandro Descalzo
Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.