22/11/2024 12:51
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Sí, hay que empezar a hablar de la ley que, por lo bajini, y casi en secreto, han ido cambiando el vocabulario de los españoles. Es el nuevo lenguaje del Imperio de la LGBTI, la Asociación de lesbianas, gays y compañía, que son la cuarta potencia económica del mundo, si algún día queremos echar del gobierno a los comunistas.

Y el camino lo indicaba hoy en un buen artículo el columnista Javier Fumero, que por su interés reproduzco:

 

“El lenguaje no es inocente”

“El otro día me volvió a sorprender la lectura de una noticia en el diario El País donde, en cada línea que incluía una referencia a Vox iba acompañada de la palabra “ultra”, de ultraderecha. Ultra aquí, ultra allá, maquíllate, maquíllate (esto solo lo entenderán los que hicieron la EGB y con dificultad). Este empeño puede resultar gracioso, aunque probablemente no lo sea, pero no es inocente.

Ya me referí hace algún tiempo a ese libro, de título curioso, llamado: ‘LTI: la lengua del Tercer Reich’. En esa obra, el filólogo Víctor Klemperer explicaba la importancia que tuvieron las palabras a la hora de imponer el nazismo en la sociedad alemana. Klemperer ofrecía abundantes ejemplos de cómo la elección de unos términos (y no otros), el uso de expresiones, frases o eslóganes concretos, bien escogidos, permiten manipular con suma facilidad a un colectivo poco atento.

LTI son las siglas de “Lingua Tercii Imperii”, aquel prontuario de vocablos o manual de proposiciones que convirtió sibilinamente conceptos repulsivos en aceptables y realidades razonables en cuestiones inadmisibles. Con Hitler en el poder, términos tales como “conciencia”, “arrepentimiento” y “moral” fueron sustituidos por otros más convenientes para sus fines como: “pueblo”, “país” y “raza”.

– “El lenguaje –afirma Klemperer- no solo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuando mayores son la naturalidad y la inconsciencia con que me entrego a él”.

Todo esto me ha venido a la cabeza de nuevo estos días al constatar el creciente empeño de este Gobierno y toda la izquierda por imponer este estereotipo: por primera vez va a presidir una asamblea (la de Castilla y León) el mismísimo Vox, ¡un partido ultra! (cuando ultra quiere venderse como sinónimo de ataque a los valores democráticos).

Pero ¿propone Vox cargarse el estado de derecho? ¿Pretende impedir que se vote en democracia? ¿Defiende apostar por una tiranía? ¿Se dispone a eliminar el poder judicial?

Se me puede haber escapado algo, pero si Vox hubiera alardeado de alguna de estas cosas lo sabríamos, ¿no? Yo tengo alguna prevención contra el partido que dirige Santiago Abascal. Por ejemplo: sobre su política antiinmigración. Me parece muy poco compasiva y protectora de los más débiles. Pero no es antidemocrática. De hecho, hay en todo el mundo occidental en estos momentos un debate muy serio sobre libertad y seguridad, que pone en cuestión esos flujos migratorios sin excesivas restricciones.

Pero tengo más preguntas: ¿es Unidas Podemos un partido ultra? ¿No? Pues propone eliminar la monarquía, que está amparada por la Constitución, que en su artículo 1.3 señala que la forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria. Así pues, la forma de gobierno mencionada implica que el rey es el jefe de Estado. Es decir, Podemos defiende ideas anticonstitucionales y forma parte del Gobierno en coalición con el PSOE. ¿Los socialistas están blanqueando a un partido ultra?

¿Ven lo que les digo? La propaganda actúa así. El lenguaje no es inocente.”

 

Ese. Ese puede ser el camino de la “batalla de las ideas” que tenía que haber hecho el PP, de antes y después y que no ha hecho y me temo que tampoco el señor Feijóo se atreva a tanto. Por cierto, la batalla que ya venía pidiendo Cayetana Álvarez de Toledo y que defiende a ultranza en su último libro “Políticamente indeseable”.

¿De qué puede servir ganar la batalla política si se pierde la batalla ideológica? De sobra ha demostrado el “Agit-pro” que se puede cambiar una sociedad sin estar en el Gobierno (como lo está demostrando el tirano Putin estos días en Ucrania y con el mundo occidental) las ideas son más fuertes que los Gobiernos. La Guerra de la Independencia de 1808 no la ganaron los 4 bandoleros que se hicieron héroes, la ganaron la idea de España y de ser españoles y de mantener a España independiente, que se apoderó del pueblo llano.

Hoy la LGBT es el mayor enemigo, o el mejor,  que puede tener un Gobierno y por ello todos los Gobiernos se pliegan a sus ideas y filosofías. Naturalmente, el primero el del señor Sánchez.

Y hay que empezar por combatir su vocabulario, ya que como dice el periodista que cito el lenguaje no es inocente… ¿por qué se tiene que avergonzar un español de decir o de mostrarse, por ejemplo franquista, y un comunista puede decir en voz alta y sacando pecho que es comunista y marxista y que sus ídolos son Marx y Lenin?

Así que comencemos por el principio y sin contemplaciones un día, cualquier día, salgamos todos a la calle con una camiseta blanca y con las letras en rojo que diga “¡Yo soy fascista! ¿y qué?!”. La vergüenza es el mejor símbolo de la cobardía.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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