22/11/2024 01:32
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Yo no sé si será verdad eso de que «España es diferente», pero sí sé que en algunos aspectos somos únicos y que algunas cosas de nuestra historia son de récord. Somos únicos, por ejemplo, en el deseo de subvenciones, ya que no hay en el mundo tantos subvencionados por metro cuadrado, como en España, ni tantos individuos que  quieran vivir sin trabajar y que en nuestra Historia haya cosas tan raras como ser el país donde más motines ha habido. 65.540. Un verdadero récord. Sólo en los famosos Tercios de Flandes se produjeron más de 5.000 y más de 15.000 durante el Siglo de Oro y más de 10.000 durante la Conquista de América y más de 300 a lo largo del XIX. ¿Y por qué se producen en España o entre los españoles tantos motines? Pues, por una razón principal (yo diría que única), por el hambre. Aquí, en España, los españoles lo aguantan todo menos el hambre… hasta el punto, tal vez increíble, pero cierto, de lo que le decía el embajador francés, Luciano Bonaparte, a su hermano el emperador Napoleón.

                

—  Sire, os aseguro que estos españoles son muy raros, pues  prefieren ver violar a sus mujeres antes que ver pasar hambre  a sus hijos.

               

Y hambre  es lo que ya comienzan a padecer muchas familias españolas, que ya no se avergüenzan de ponerse a la cola (las «colas del hambre» empiezan a ser noticia y aparecer en las fotos de los periódicos, como la de Granada de ayer, o en las de Valencia, o en las de Madrid y etc.etc.)…y es que mientras los políticos se pelean por su trocito de Poder el paro aumenta a ritmo de “rock and roll” y la miseria está llamando ya a muchas puertas, demasiadas.

 

O sea, que comienza a oler a Motín. Porque a punto están ya de echarse a la calle, los jornaleros del campo y los agricultores, los autónomos, los pescadores, los hoteleros, los camareros, los taxistas, los del automóvil…y hasta las monjas de clausura y los sacristanes.

                              

¡YA SÓLO FALTA LA CHISPA!

                      

Y la chispa surge cuando menos se espera y por el motivo menos importante. Por ejemplo, una chispa capaz de poner en marcha un motín sería que se descubriese (¡eso querría «Don Inda»!) que el todopoderoso Marqués de Galapagar le había regalado a su amiga Dina UN MILLÓN de euros por su cumpleaños… o una chispa de motín sería que el Rey Juan Carlos al volver de su exilio de oro negro se fuese a vivir al Palacio Real y con su Corina… o que se demostrase que San Pedro Sánchez Castejón tenía una cuenta millonaria en Suiza… Sí, cualquier cosilla de estas puede ser la chispa del Motín que ya se huele en las «colas del hambre«.

Y para complementar lo que digo tal vez baste con recordar lo que fueron los Motines de los Tercios, el “Motín de los Gatos” y el “Motín de Esquilache”.

 

Es  sabido que los soldados de los ejércitos españoles y entre ellos los de los Tercios de Flandes no eran soldados profesionales y por ello al alistarse se les aseguraba una “soldada” fija y los tiempos de pago. En aquellas “soldadas” iba incluido la comida, los uniformes y cualquier otro gasto que ellos tuvieran. Lo que quiere decir que si no recibían a tiempo la “soldada” se quedaban sin comer o tenían que acudir al pillaje por los campos o ciudades donde estuviesen… y cuando ni llegaba la “soldada” ni había ya qué “robar” se aremolinaban y se rebelaban en forma de “Motín”.

 

A dicha situación se llegaba cuando el hambre cundía entre la soldadesca y se producía un “chispazo”. A veces, una tontería, un simple castigo, o  una palabra mal sonante de un oficial,  hacía que el afectado o afectados respondieran con violencia y se fuesen sumando todos lo que no comían o estaban vestidos con harapos.

 

Por tanto, y sabiendo como se sabe por la Historia, que muchísimas veces la “soldada” no llegaba de España a tiempo, o mejor dicho, que casi siempre llegaba con retraso… no podía sorprender ni era raro que cada mes, o casi, se produjese un Motín. (que se acababa en cuanto los soldados recibían su «soldada»)

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Ahora vayamos al primer Motín serio de la España moderna: “El Motín de los Gatos” (o Motín de Oropesa). Que fue aquel que estalló en Madrid el 28 de abril de 1699, siguiendo las clásicas pautas de los motines de subsistencia del régimen anterior, como respuesta a la carencia de alimentos, sobre todo del pan, en la época del año en que justamente el trigo era más caro, antes de la recolección de la cosecha de la temporada.

 

 

Según escribe Eduardo Montagut en “Nueva Tribuna” el Motín se produjo como consecuencia de la lucha política que se planteó por la herencia de la Corona al morir Carlos II, el Hechizado, sin herederos, lo que en realidad fue una verdadera “Guerra Civil”, ya que los españoles se dividieron entre los que apoyaban al aspirante Borbón Duque de Anjou, nieto de Luis XIV, dirigidos por el Cardenal y Arzobispo de Toledo, Luis Manuel Fernández Portocarrero, y el otro grupo, cuyo candidato era el Archiduque Carlos de Austria, segundo hijo del Emperador de Alemania, y apoyado por la Reina Mariana de Neoburgo.

 

Fue una guerra larga, que duró catorce años, y que dejó a España casi en la miseria…¡y con millones de pobres desparramados por todo el territorio nacional y así lo describí en una de mis obras:

                               ¡¡ QUEREMOS PAN!!!

 

 

«Aquella mañana de finales de abril Madrid estaba siendo barrida por una oleada arremolinada de aire frío que venía del Guadarrama con cuchillos en la boca y una hoz que cortaba el aliento y la respiración y hacía inútiles las prendas de vestir… y a pesar del «serrano» los villanos madrileños ya estaban en las calles, y eso que el reloj de Correos sólo marcaba las 8 de la mañana, y muertos de frío encaminaban sus pasos hacia la Plaza Mayor, donde ya, desde mucho antes, una extensa e interminable doble cola, la que venía de San Miguel y la que ascendía desde la del Arenal, se acurrucaba esperando su vez.

        ¡Era la tahona de Doña Juana de Persiles!

      Era el baluarte contra el hambre, la casa de los hambrientos, la última esperanza de las madres que no podían dar de comer a sus hijos, la competidora de San Ginés…porque allí se hacían los milagros en forma de una hogaza de pan o de un simple pedazo del alimento sagrado… y no porque Doña Juana fuera una Santa sino porque entre aquellas pobres gentes sembraba sus «buenas nuevas» de una política popular que aspiraba a echar de la Corte a los extranjeros (franceses, suizos, austriacos, ingleses) que ya pululaban por Madrid, como buitres esperando la carroña, repar  tIéndose los despojos del Imperio donde todavía no se ponía el  sol, a la espera de que el Rey Hechizado se muriera de una vez.

       Y allí apareció de pronto el Señor Corregidor de la Villa y Corte, Don Francisco de Vargas, acompañado de diez alguaciles armados, con la pretensión de cerrar la tahona de Doña Juana de Persiles, ya que la capital de la Corte, y a menos de una milla del Alcázar, no podía tolerar que una «loca» (así conocían los Nobles y los más pudientes empresarios a Don Juana) regalase el pan con ventaja manifiesta sobre los otros panaderos que sí vendían su producto, el producto más deseado y mejor vendido entre la población mejorada.

.      Pero, no podía imaginarse el voluminoso Señor Corregidor a lo que se exponía, quizás porque no sabía que los pueblos matan por el pan y que no hay ejército de armas que pueda enfrentarse a un ejército de hambrientos.

     —  Ilustríma, siñore, Coregidor… por favó, mis ocho hijos no comen, se me mueren… ¡queremos pan!.

      —   Señora  -respondió el de la casaca roja y la tripa redonda de 12 meses–  ¿y qué culpa tengo yo de que usted tenga ocho hijos? Vaya usted a casa y castre a su marido para que no le haga más hijos.

        —  ¡Eso ya lo hise, mi señore Corregidor, pero los ocho que tengo quieren pan…!

              Y ENTONCES SÍ QUE SE PRODUJO EL MILAGRO DE DOÑA JUANA DE PERSILES!… o al menos así pasó a la Historia lo que allí sucedió aquel 28 de abril del año 1699.

      Porque por entre aquellos hambrientos y andrajosos que hacía cola para coger el pedazo de pan que quisiera darles Doña Juana se corrió la voz exagerada de lo que le había dicho el Señor Corregidor a la hambrienta madre de los ocho hijos y sin pensarlo dos veces se lanzaron contra los alguaciles y el orondo «mandamás de la Villa y Corte»  al grito de ¡¡¡ QUEREMOS PAN !!! y, naturalmente, no pararon hasta que corrió la sangre y el propio Señor Corregidor fue golpeado y pisoteado hasta morir.                 

Fue el Motín de los Gatos!!!.»

 

Y otro tanto sucedió con el motín de Esquilache. Pues, oficialmente y para la Historia el motín de aquel 23-26 de Marzo de 1.766 se produjo por el cambio de imagen que el poderoso ministro Don Leopoldo de Gregorio, Marqués de Esquilache quiso imponer a los madrileños recortándoles la capa y el sombrero redondo y de ala ancha por el de tres picos, para evitar -decía el marqués- que los atrasados y «bravucones» madrileños pudiesen llevar armas escondidas o incluso debajo del sombrero.

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     Pero eso era sólo un subterfugio del Gobierno para ocultar la realidad, ya que la verdad era que el pueblo de Madrid (y el de toda España) se moría de hambre (una «hambruna» peor que la peste al decir de Floridablanca) y que las familias enteras se echaban a la calle pidiendo limosna o robando y matando por un trozo de pan…

      Así que no sorprendió que el pueblo madrileño, los «Gatos» de ayer, se lanzaran, otra vez, contra el Palacio Real gritando ¡¡¡ QUEREMOS PAN !!!

            

 

     Y el «motín» acabó siendo ya casi una Revolución, porque cuando las masas hambrientas se deciden y se unen ya no hay quien las pare.

      En aquel caso, la estampida pudo detenerse porque el Rey (Carlos III) aceptó todas las exigencias de los amotinados, desde el cese del Marqués de Esquilache, que tuvo que huir a escondidas y disfrazado a Italia y allí moriría, y todo el Gobierno hasta el pan barato y abundante que reclamaban los parados y los hambrientos, ya con las armas en la mano.

     Señores, pues a esto huele ya en «las Colas del Paro» y en «las del Hambre»…  EA pues ya estarán contentos los socialistas-comunistas y los «ordenaditos» del PP del blando Señor Casado. YA HUELE A ROBOS, A ASALTOS A TIENDAS DE COMESTIBLES, A SUPERMERCADOS… O SEA A Motín Callejero.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.