22/11/2024 00:45
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¿Alguien mínimamente sensato y cuerdo puede creer que las mismas tecnologías de geoingeniería, que durante décadas han sido pensadas como feroces armas de guerra, ahora van a ser utilizadas por países como Estados Unidos solamente para combatir el denominado cambio climático? Tras la tomadura de pelo plandémica, otra: la ínsula gran canaria de La Palma. Tamaña chusma gobernante lo tuvo que admitir: geoingeniería como gran solución a un gran problema. Falso como siempre, tal PLANdemia: la geoingeniería, siempre al servicio del mal( para secuestrar domiciliariamente, dejar tu casa, ser un esclavo…). El clima lo modifican Ellos (pero ante la Tierra son poquita cosa), como todo (manipulan la genética, la mente humana, el clima…), o casi.  En definitiva, nada nuevo bajo el Sol, nos hallamos ante un tenebroso propósito de absoluto control del mundo. Hasta el infinito y más allá.

Manipulando el clima desde hace muchas décadas: haciendo el mal

Recordemos que la CIA y otros sectores del siniestro aparato de inteligencia yanqui han calificado el denominado cambio climático y el control del clima como factores geopolíticos estratégicos y de seguridad nacional. La manipulación del clima como arma de guerra ha estado presente en la agenda de los siniestros milikitos estadounidenses (y por ende de todos sus lacayos OTAN, españoles incluidos), además de ser parte de la agenda de otras grandes potencias durante decenios.

Por ejemplo, sin ir más lejos, Operación Popeye, guerra de Vietnam, provocando deliberadamente lluvias durante muchísimo tiempo para inundar los caminos y arrasar los cultivos de arroz de los vietnamitas que combatían al ejército invasor.  Rememoremos también que en 1996, la Fuerza Aérea useña publicó un informe más amplio sobre manipulación climática, intitulado persuasivamente El tiempo atmosférico como multiplicador de la fuerza: poseyendo el clima en 2025.

Además de manipular el clima para el mal, mienten como bellacos

La explicación oficial, cuando se recurre a la geoingeniería, manipulando el clima sin bragas y a lo loco, como dementes diosecillos, fue, una vez más, el calentamiento güebal de origen antropogénico. Pero la descarnada realidad, con esta gentuza de las alturas, nunca mejor dicho, es que no pueden dejar de mentir. Putos encubridores y embusteros y mierdecillas. Lo que siempre han sido. Y son. Ejemplo señero: las deliberadas estelas químicas (los celebérrimos chemtrails: letal óxido de metales tapando el sol) han convertido todo nuestro aire en plasma, es decir, completamente cargado de mortífera electricidad (incrementando espectacularmente la ya colosal contaminación electromagnética). 

Estelas químicas que, por supuesto, están dañando gravemente la salud de los humanos (incluida, cómo no, la esterilidad de masas…o el alzheimer) y todo su hábitat, incluyendo al resto de criaturas no humanas, fauna y flora. Geoingeniería, presentada, cual magos negros, como gran solución a un gran problema: su mentira, pistola humeante mediante. O expresado de otra manera: ante un pequeño fuego, las estelas químicas actúan de acelerador, apresuran la catastrófica ignición. Memento reciento: Sierra Bermeja. Provocando incendios, además de sistemáticas lluvias. O nieves, nuestra añorada Filomena. O desviando la trayectoria de  huracanes. Prosigamos con su maldad.

¿Cuál es límite de la maldad de los geoingenieros?

La energía que se emite en el denominado HAARP (High Frequency Active Auroral Research Program), muy altas frecuencias. Pero, en cambio, las frecuencias muy bajas ELF (Extremely Low Frequency) poseen un ineludible rol complementario, porque pueden ser perfectamente reverberadas desde la ionosfera para causar todo tipo de movimientos sísmicos. Varios terremotos devastadores, como el de Haití de 2010,  provocados. O el tsunami de 2004 en Indonesia. O el terremoto que ha provocado la erupción volcánica en La Palma. Antier, no más. Sinteticemos, sus jueguecitos de guerras con las nubes.  Generar lluvias y provocar sequías. Ocasionando devastadores incendios, California o Australia, por ejemplo. Desencadenar terremotos. Poco después, lavas escupidas. O tsunamis atroces. Lo que les pete…

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…Y preguntita preguntita. ¿Esperando anegar totalmente la ciudad de Nueva York? ¿Para cuándo el culmen de la maldad de los calentorros? En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.