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Entre esos desobedientes e indóciles católicos se cuentan, entre otros, obispos, sacerdotes, abogados y periodistas católicos. La citada Declaración es «la respuesta definitiva a la tiranía sanitaria globalista», afirma la letrada católica Elizabeth Yore. Debe «resonar con fuerza en medio del estrepitosa locura de la covid».

Oponerse con vehemencia a las timovacunas

Un grupo de prelados, académicos, abogados, activistas y periodistas católicos, citando abundante y heterogéneo y sólido magisterio eclesial, apelan a su propia jerarquía, a los fieles laicos y a «todas las personas de buena voluntad» para que se «opongan con vehemencia» a los chutes “experimentales covid-19 contaminados por el aborto», calificándolos sin ambages de «moralmente ilícitos».

La Declaración de Belén, patrocinada por el diácono inglés Nick Donnelly, ha sido respaldada por los obispos Marian Eleganti, René Henry Gracida, Athanasius Schneider y el lúcido arzobispo Carlo Maria Viganò, junto con diez sacerdotes y otros académicos como los doctores Peter Kwasniewski de Yanquilandia, Berthold Wald de Alemania y la británica Caroline Farey.

Timovacuna covid, terapia génica experimental

En total, 52 personas figuran como «firmantes iniciales» de la petición. Se argumenta que, según la enseñanza moral de la Iglesia no se cumplen las condiciones para recibir las inyecciones provenientes de abortos. Y recuerdan estas condiciones: la «vacuna contaminada por el aborto» evitaría un «peligro grave superior». Y todo ello «siempre y cuando no se disponga de una intervención sanitaria alternativa».

Según el documento, «la justificación moral de la utilización de estas inyecciones fracasa cuando no se dan estos factores, que es el caso de muchas gente, incluidos los jóvenes sanos y los que “se han recuperado de la enfermedad y, por tanto, gozan de inmunidad natural” .

La Declaración de Belén también observa que los Tecno-Raticidas disponibles en el mundo occidental «son realmente tratamientos médicos basados en manipulación genética«, por lo que «pone en duda» la aplicabilidad de la enseñanza de la Iglesia sobre las KaKunas estándar que son «cualitativamente diferentes».

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Al tratar específicamente la «terapia génica», debido a los «riesgos significativos» de estos mejunjes biológicos, la endiosada ciencia debería, según se lee en el documento, «establecer de antemano» que el paciente no está «expuesto a riesgos para su salud o su integridad física que sean excesivos o desproporcionados con respecto a la gravedad de la patología para la que se busca una cura.»

Timovacuna: la rata de laboratorio es el timovacunado, obvio

El documento asevera que en ausencia de pruebas previas en animales, comités de seguridad estándar y datos transparentes, «es imposible determinar que los beneficios de estas inyecciones devengan proporcionales a los efectos secundarios dañinos, como se requiere moralmente para ser conocido antes de que tales terapias genéticas experimentales puedan ser moralmente aceptables«.

Subrayando los efectos adversos muy dañinos, la belenita declaración cita también multitud de informes gubernamentales yanquis (el manipuladísimo VAERS, por ejemplo) de muertes provocadas por kakunas que actualmente son “48 veces más altas en 2021 que en 2020” y se están geométricamente incrementando, lo que en realidad podría ascender a “cientos de miles solo en los Estados Unidos»…

Sin fe ni esperanza…

…Pues eso, sea usted o no católico, incluso perteneciendo a la abundantísima raza de los meapilas, merece la pena leer la afortunadamente bautizada como Declaración de Belén. Palabrita de (casi) irredento ateo. Sin fe. Ni esperanza, ya saben, una puta vestida de verde. En fin.

DECLARACIÓN DE BELÉN

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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