12/05/2024 02:16
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Los telespectadores, al igual que quienes oyen a través de la radio las incidencias de los partidos de fútbol, se han habituado a escuchar a los narradores decir algunas cosas un tanto curiosas.

      Empezando por el latiguillo más reciente, a mí me llama la atención la cantidad de veces que el locutor hace alusión a los equipos contendientes diciendo: el equipo del «Cholo» Simeone, de Xavi Hernández o del «Chingurri» Valverde y expresiones similares que, tal como se enuncian, parecen atribuir la propiedad de los clubs a sus respectivos entrenadores.

      Otra cuestión –que estoy casi seguro que se originó por la manera de expresarse de un locutor argentino que actuaba en alguna de las radios- consiste en la omisión casi sistemática de artículos, por ejemplo «el balón sale por línea de banda» «dispara con pierna derecha», etc.

      También si se fijan los oyentes, cuando los nombres hacen referencia a los árbitros emplean los dos apellidos diciendo «Del Cerro Grande» Alberola Rojas, y hasta hace pocos años «Undiano Mallenco», como si el primero no fuera suficientemente expresivo. Cuando yo empecé a aficionarme al futbol se hablaba de Escartín, Melcón, Guruceta, Rigo. Tengo la certeza que esto cambió cuando, en los años sesenta del siglo pasado, comenzó a arbitrar en primera división un colegiado que se llamaba Franco González. Es obvio que en este caso el empleo del segundo apellido se hizo necesario para evitar que las posibles críticas a su actuación resultaran malsonantes, o se prestaran a una mala interpretación. Pero en nuestros días me parece que no tiene sentido más que si el primer apellido sea muy extendido- Fernández, García, Martínez, Pérez-. En este caso sí tiene sentido que se empleen los dos apellidos como se hace con el árbitro actual Martínez Munuera.

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      Por último –en mi opinión- tiene poco sentido bautizar los campos de fútbol con el nombre y primer apellido o con los dos apellidos de personajes que tuvieron algo que ver con los mismos por haber ostentado la presidencia cuando se construyeron o modificaron. Quizá con la excepción del «Bernabeu» –que es un caso peculiar- no me parece bien que lo que de siempre había sido «El Nervión» o «Heliópolis» sean hoy «El Sánchez Pizjuan» o «El Benito Villamarín». Afortunadamente hay campos que se siguen llamando «El Molinón», «La Romareda», «Los Cármenes» y también en Valencia, donde lo habían bautizado con nombre de una persona de cuyo nombre ni me acuerdo ni quiero acordarme, restablecieron la denominación de «Mestalla»

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Proby

«… que tuvieron algo que ver con los mismos
Si no le importa, sería mejor decir «que tuvieron algo que ver con ellos.» Ese anafórico «el mismo / la misma / los mismos / las mismas« chirría y es inútil. La RAE ya clamó contra él en 1973.

Proby

Cuando habla usted de «un locutor argentino», supongo que se refiere al inolvidable Héctor Del Mar, el «hombre del gol», uno de los mejores narradores de partidos de fútbol que ha habido en el siglo XX, además de un enamorado de la Madre Patria, es decir, de España. No sea cobarde. Mójese y diga nombres, coño. No hay nada más feo que tirar la piedra y esconder la mano.
Lo mismo le digo con respecto a quien fue presidente del Valencia C.F., don Luis Casanova. ¿Por qué no quiere usted acordarse de su nombre? ¿Qué tiene contra él? ¿Y por qué los estadios de fútbol no van a llevar los nombres de los presidentes que llevaron los equipos a lo más alto? En Barcelona hay un estadio que lleva el nombre del asesino y golpìsta Luis Companys. Contra eso sí que hay que protestar. O contra lo de ponerle el nombre del nefasto Adolfo Suárez al aeropuerto de Barajas.
¡Cuántas estupideces hay que oír y leer, Dios mío!

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