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Uno de los muchos desastres de la guerra es el de los refugiados. Lo estamos viendo en la actual guerra de Ucrania, la invasión rusa ha provocado que millones de personas, en su gran mayoría mujeres y niños, abandonen sus hogares y busquen refugio en los países más cercanos con la esperanza de poder volver a su país lo antes posible. Esa es la situación que se está viviendo en la frontera de Ucrania con Hungría, Polonia y Rumanía, y que no tiene nada que ver con los violentos asaltos que se producen en nuestra frontera sur.

El pasado sábado estuve en Beregsurany, en la frontera entre Hungría y Ucrania, para conocer de cerca lo que está pasando en toda esta zona ante la llegada en apenas un mes de más de medio millón de refugiados. La frontera es zona militar y los refugiados son transportados en autobús a un centro de ayuda que se encuentra a unos dos kilómetros y por el que ya han pasado unas 100.000 personas. El centro está dirigido por las autoridades locales y fue su alcalde, Istvan Herka, el que explicó a los distintos medios presentes que “desde el primer momento que las fronteras se abrieron para todos, sin tener en cuenta la nacionalidad, además de ucranianos y húngaros, incluso llegaron personas de origen alemán o hindú”. La campaña de ayuda, aunque organizada por el gobierno de Viktor Orbán, ha contado con el apoyo de la población local y el alcalde mencionó específicamente la presencia de voluntarios italianos, españoles y checos.

El centro es un punto de tránsito, donde se ofrece a los refugiados comida, ropa y asistencia médica básica (el alcalde señaló que se llegaron a preparar 10.000 bocadillos en 24 horas). En general, los refugiados sólo pasan unas horas allí mientras se les hace un chequeo médico y se comprueban sus documentos antes de ser trasladados en autobús con sus familiares en Hungría, Alemania, la República Checa u otro país de la UE, y las familias que han permanecido más tiempo lo han hecho durante uno o dos días, o han sido acogidas por familias húngaras. Al empezar la guerra llegaban entre 5.000 y 6.000 refugiados diarios, pero el número ha ido descendiendo considerablemente. El sábado 600 refugiados fueron llevados al centro desde la frontera.

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El alcalde de Beregsurany, Istvan Herka.

La gran mayoría de los refugiados son ucranianos, en un 90%, y el resto pertenece a la minoría húngara de Transcarpatia (una minoría que en su mayor parte tiene doble nacionalidad, la ucraniana y la húngara, y que es mayoritaria en la zona fronteriza). El alcalde mencionó que se habían producido algunos incidentes en el lado ucraniano, cuando los guardias fronterizos habían intentado impedirles el paso para obligar a los hombres a regresar para combatir. En total, más de 22.000 húngaros han cruzado por uno de los cinco puntos de entrada fronterizos. Respecto a los ucranianos, en su mayoría proceden de zonas de guerra como Mariupol, Zaporiyia o Kharkiv.

El diputado de Fidesz Attila Tilki

Attila Tilki, historiador y diputado de Fidesz, también participa activamente en las actividades del centro de ayuda: “Los húngaros somos un pueblo orgulloso, especialmente en esta región, y todos los extranjeros que han venido hasta aquí se sorprenden del increíble trabajo que estamos haciendo”. El diputado señaló que una de sus mayores preocupaciones ha sido la protección de las mujeres y evitar que nadie pudiera aprovecharse de su situación, “no sólo hemos desplegado a la policía y a unidades especiales, sino también al servicio secreto para proteger de manera efectiva a los refugiados”. Tilki, que obtuvo el 69,2% de los votos en su región en las pasadas elecciones, está convencido de que Fidesz volverá a ganar las elecciones. Viktor Orbán, que ha visitado el centro en dos ocasiones, afirmó que Hungría está cumpliendo con su deber porque es el país más cercano y los ucranianos son verdaderos refugiados. Y Orbán, una vez más, tiene razón.

Autor

REDACCIÓN