01/10/2024 08:27
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Se me ha ocurrido que, hoy 1º de octubre, es el día ideal para hablar de la chulería –cretina e inane– de esos zoquetes ilusos que,  de  tanto mirarse al ombligo,  están convencidos que el mundo gira en torno a la Plaza San Jaume de Barcelona.

La chulería es la enfermedad de los retrasados mentales y así se explica, sin dificultad,   que después de tanto escarmiento sigan creyendo que el Universo Mundo sigue esperando la independencia de Cataluña, como el inevitable «Parto de los Montes». ¡Ese día,  los volcanes cesarán en su actividad, y no habrá más «tsunamis»_ –en la lengua de Cervantes, «maremotos», pero es más progre el japonés…– ni desastres geológicos!  Se habrá cumplido el máximo acontecimiento esperado de los siglos.

Estoy tan aburrido de que los llamados «media» den tanta resonancia a las ilusiones de esos desquiciados que ya provocan en mí únicamente bostezos. ¿No hay nadie con un poco de ascendiente,  capaz de abrirles los ojos?,  y les diga, en primer lugar: «Vuestra Independencia tiene tantas probabilidades de ser proclamada eficazmente como los cocodrilos de volar»… y, suponiendo que tuviera lugar algún día, duraría –como ya conocen por experiencia—los minutos que,  un nuevo general Bate, necesita para visitarlos y decirles: «¡Aquí estoy yo!».  Si no me equivoco, la presidente del Congreso es descendiente de quien los humilló sin contemplaciones y los metió en chirona, podía darles a sus amigos alguna lección contándoles esa historia…

Por mi parte me considero con derecho a opinar sobre la materia, pues vivo ininterrumpidamente sesenta y un años en Gavá –a los que debo sumar cinco más desde 1940 a 1945— como contrapeso a los doce vividos en Castilla… Como dice el pueblo, los conozco como si los hubiera parido… Y, por lo tanto voy a opinar.

Me tocó el premio gordo el día que me casé una catalana españolísima,  con  la que llevo sesenta y dos años de felicidad que se cumplirán el próximo día siete, —450º Aniversario de la Victoria de Lepanto y onomástica de mi mujer, Nuestra Señora del Rosario– ;  acerté,  al decidir trabajar en Cataluña, atendiendo el deseo de unos catalanes empresario– de esos que han  sido gloria de la Región  y de la Patria España—pues me llamaron»  ellos a colaborar en una de las empresas punteras mundiales –hoy. «número  uno del Mundo» en su campo y,  en mi tiempo,  ya lo éramos de Europa — no fui yo a pedir trabajo; acerté cuando invertí mi dinero en fincas y en una casa pairal en el Priorato (Tarragona) ; acerté cuando creé empresas  aquí, pero me equivoqué irremediablemente, al seguir viviendo en esta preciosa tierra, a la que quiero doblemente –por todo lo anterior y por ser parte inseparable de España–,  en  vez de volver a mi Castilla el mismo día que se aprobó la Constitución.

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Intuía el futuro desastroso de Cataluña  pero me faltó valor, por tener las raíces muy agarradas a la Región. Ahora sufro las consecuencias, casi insoportables.

Por supuesto, jamás en mi vida en sintonizado un minuto la  TV3, anule mi suscripción a LA VANGUARDIA, y no leo nada de lo publicado por la prensa catalán,–bebo de fuera– pero no puedo evitar el ver pulular a los chulines de Esquerra y comparsa: ¡la calle es de todos!

Esa realidad, ya lo he dicho, me provoca el bostezo permanente…

Digo que hoy es día idóneo para abordar el tema y decirles a los catalanistas  que el 1º de Octubre será,  –en lo religioso–,  el día de San Remigio, el obispo que bautizó a «Clovis» –Clodoveo—y permitió a Francia proclamarse «fille aînée de l’Église» –»hija primogénita de la Iglesia»–, pero en lo político será,  por los siglos de los siglos –lo celebremos o no—el DÍA DEL CAUDILLO.

Por una razón  muy simple:

Porque  el 28 de septiembre de 1936 la Junta de Gobierno del «Alzamiento Nacional contra la porquería roja separatista y masónica«,  había nombrado,  en Salamanca,  Generalísimo de los Ejércitos a D. Francisco Franco Bahamonde y, como consecuencia,  el Primero de octubre, en el salón del Trono de la Capitanía General de Burgos, el general Cabanellas le decía:

Señor Jefe del Estado Español: En nombre de la Junta de Defensa Nacional, os entrego los Poderes absolutos del Estado.

Y el Generalísimo le respondía: 

Mi general, señores generales y jefes de la Junta: Podéis estar orgullosos, recibisteis una España rota y me entregáis una España unida en un ideal unánime y grandioso. La victoria está de nuestro lado. Ponéis en mis manos España y yo os aseguro que MI PULSO NO TEMBLARÁ, que mi mano estará siempre firme… Me tengo que encargar de todos los poderes.

La Historia, –esa gran responsable de la Verdad–, nos dice que cumplió su palabra. A Franco no le tembló el pulso, mientras fue él mismo y tuvo fuerzas

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Vosotros, ¡cobardes separatistas y vascos! –ahora se os están sumando los gallegos, los mallorquines y los valencianos—sois tan poca cosa que,  durante  treinta y seis años  no salasteis de las «madrigueras subterráneas», –acurrucaditos y calladitos…– pero, desde hace cuarenta y seis años, bajo la nulidad viril de siete peles jefes de Gobierno,  sumisos a la Sinagoga de Satanás — que se adueñó de España al día siguiente de enterrar a Franco en el Valle de los Caídos–, os estáis creyendo que sois «algo» ¡Que valientes y audaces sois! Esos cobardes y traidores gobernantes fueron destrozando España a pedazos,  siguiendo el proyecto de los amos del Mundo.

Si hace falta lo demostraré, pero basta haber vivido los últimos 46 años para no necesitar demostraciones.

De todos modos,  no estéis excesivamente tranquilos. El pueblo español, a veces, tarda en «explotar» pero cuando lo hace, acaba con los turcos, con los moros, con Napoleón, con los rojos, con  los eunucoides y maricones, con los «trans» y las marimachos  –todos juntos—tiene tanta potencia o más que los volcanes y suele arrasar… como lo demuestra nuestra gloriosa Historia.

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.