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Una de las numerosas aportaciones de Peter Drucker, escritor más influyente del siglo 20, se relaciona con el “trabajador del conocimiento”. Drucker descubrió que en 1950, más de la mitad de los trabajadores estadounidenses no eran trabajadores manuales, sino de lo que denominó del conocimiento. Esta investigación le llevó a afirmar que estábamos en la Era del conocimiento y en la Era de la información. Estos tres conceptos pueden leerse en numerosos documentos de Naciones Unidas, de la Unión Europea y de todos los países del mundo.

El enfoque de Drucker era cuantitativo respecto del número de trabajadores, sin tener en cuenta otros factores cuantitativos y cualitativos, como las características principales de la economía o la incidencia de cada tipo de trabajador, en la vida de la gente y en el conjunto de la sociedad.

El sector público en la Unión Europea gestiona cerca del 50% del PIB, y casi un 40% en Estados Unidos y en Japón. Dada la importancia de estas cifras, podemos hablar del Trabajador del macro-Estado (los funcionarios públicos) como el más influyente en el conjunto de la población, en la economía y en la sociedad.

El macro-Estado ha hecho que el negocio más rentable del mundo y de todos los países, sea la corrupción. En 2018, la corrupción suponía el 5% del PIB mundial, según Naciones Unidas, y un 4,8% del PIB en la Unión Europea según Eurostat. Si los corruptos cobraran una comisión de un 20%, esto supondría que la Economía de la corrupción afecta al 25% del PIB. Con estas proporciones, una segunda categoría sería la del Trabajador de la corrupción.

El neointervencionismo ha creado una Economía financiarizada que la ha zombificado. Es probable que un gran porcentaje de las más de 100.000 empresas multinacionales que había en 2012, según  Naciones Unidas, sean empresas zombis que deberían haber desaparecido y dejado su lugar a otras empresas mejores. Las empresas zombies se mantienen por las políticas monetarias y económicas, así como por las subvenciones y otros privilegios, porque a los políticos les interesan para frenar el progreso. La financiarización hunde la productividad, pero se nota poco por el gran aumento que produce la tecnología. Por tanto, podríamos hablar del Trabajador de la financiarización, como los empresarios que dirigen este tipo de empresas y sus financieros. También forman parte los trabajadores del sistema financiero que ha alcanzado un tamaño desproporcionado, como consecuencia de la financiarización de la economía.

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Otra categoría importante es la del Trabajador de las emociones. Todos ellos se aprovechan de la sensiblería, la superficialidad y el egocentrismo que crean el indoctrinamiento, la radicalización, la deshumanización y la idiotización a la que todos somos sometidos. Algunos de ellos operan en la industria del entretenimiento. Otros tienen como principal competencia la ingeniería social, la propaganda ideológica e institucional y las promesas que sirvan para conseguir más votos  (clientelismo político).

En las masas se han impuesto los dogmas a los hechos, la emoción a la razón y la sensiblería a la sensibilidad; por ello, el Trabajador de las emociones tiene éxito en la cultura, la política, la pseudoformación y el entretenimiento.

También podemos añadir el Trabajador autómata, es decir, los robots. Varios estudios afirman que los robots, controlados por inteligencia artificial, sustituirán a gran parte de los trabajadores existentes, por lo que algunos ya están pidiendo que las empresas paguen impuestos por su utilización. Se está extendiendo la idea de que trabajará una minoría de la población y el resto cobrará subsidios. Lógicamente, no siendo útil la mayoría, ésta podría acabar siendo aislada, esterilizada y exterminada.

Con Internet estamos creando un tercer mundo: el virtual, que se añade a los dos materiales (natural y sintético). Precisamente por no tener las limitaciones del mundo material, el mundo virtual ha creado una economía con diferentes características para los empresarios, los autónomos y los asalariados; entre otras, el capital no suele ser necesario y el teletrabajo. Tal vez podría añadirse la categoría del Trabajador del mundo virtual.

Esta Economía pública, de la corrupción, de amigos, financiarizada, zombificada, confiscada y redistribuida injustamente, supone un neointervencionismo, aunque la propaganda del régimen la ha denominado neoliberal. Cabe señalar que este neointervencionismo supone la peor de las corrupciones, porque ha llevado a Occidente a su decadencia.

El resultado ha sido plasmado en las frases mundiales: “otro mundo es posible” (2001) y las instituciones “no nos representan” (2011) así como en el documento “Proyecto Europa 2030” (2010), donde se afirma que la mayoría de la población de todos los países de la Unión Europea cree que las actuales generaciones de jóvenes viven peor que la de sus padres, certificando oficialmente la decadencia del neocomunismo occidental.

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Los tipos de trabajadores están supeditados, principalmente, a los grandes intereses que actualmente son: el mantenimiento del macro-Estado, el clientelismo político, el control social represor y la corrupción.

Gran parte del sector social (organizaciones no lucrativas) es corrupto porque está institucionalizado, pero otra parte es disidente. El sector social es una macroestructura de tamaño similar al Estado de finales del siglo 19 en Europa occidental. Podemos hablar del Trabajador del sector social.

En resumen, los nuevos tipos de trabajadores son: Trabajador del macro-Estado, Trabajador de la corrupción, Trabajador de la financiarización, Trabajador de las emociones, Trabajador autómata, Trabajador del mundo virtual y Trabajador del sector social.

 

 

Por lo antedicho, podemos decir que estamos en la Era de la corrupción, en la Era del macro-Estado, en la Era neocomunista y en la Era de la decadencia. El empobrecimiento generalizado, mediante el coronavirus, ha aumentado el nivel de neointervencionismo, acelerando la implantación total del neocomunismo, donde la prioridad es el control social represor que permita hacer crecer el negocio de la corrupción de la metamafia institucional. Como reacción a esta situación, está creciendo la disidencia.

 

Javier Marzal

Presidente de la International Association to Change the World

 

www.iachangetheworld.org

 

* Para comprender bien el potente concepto de “metamafia institucional”, se puede leer la primera versión de mi Manifiesto, publicado en varios medios, con el acertado título: “La metamafia institucional como causa de la decadencia española”.

* En nuestro website puede acceder a la versión en inglés.

Puede escuchar la versión en vídeo aquí:

 

Autor

REDACCIÓN