23/11/2024 23:34
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Intimidación, acoso y amenazas, estos son los argumentos que ha utilizado YouTube para censurar el nuevo documental de Imad Karim que fue eliminado en la red social. Karim reaccionó rápidamente ante la censura y subió el documental unos días después a otras plataformas libres de censura, como GETTR, y también está disponible en su página web. La película, de una hora de duración, está rodada en alemán, un idioma del que tengo un conocimiento bastante rudimentario. Sin embargo, el profesor David Engels, que interviene y ha colaborado en su elaboración, me ha hecho llegar el texto escrito del documental, lo que unido a la información publicada por el portal Unser-mitteleuropa es suficiente para dar a conocer este impactante trabajo.

Por la calificación del documental que ha hecho You Tube, podría pensarse que Imad Karim es un ultra de extrema derecha, pero nada más lejos de la realidad, Karim es un periodista alemán de origen libanés que llegó a Alemania como estudiante a finales de 1977, cuando tenía 19 años, y en su película no hay intimidación, ni acoso, ni mucho menos amenazas. Desde 2001 trabaja como autor televisivo independiente para medios de comunicación alemanes e internacionales, y sus películas se han emitido en canales como WDR, hr, BR, MDR, ORB, SR, SWR, NDR, 3Sat, Phoenix o ARD. También ha sido miembro de varios jurados de cine y él mismo ha ganado distintos premios de televisión. Sin embargo, su visión crítica de la inmigración masiva, provocada por la cultura de acogida alemana, y de la islamización han provocado su ostracismo profesional, en lo que constituye otro ejemplo de cultura de la cancelación.

El documental de Karim parte de la idea de desmontar la imagen presentada por los grandes medios de comunicación occidentales sobre los “refugiados” en la frontera polaco-bielorrusa y de mostrar el enorme esfuerzo que está haciendo Polonia para proteger la civilización y la cultura europeas. La película destaca que, “en lugar de apoyar inequívoca y enérgicamente a Polonia, los políticos occidentales como Ursula von der Leyen apuñalan a los polacos por la espalda”, negándose a sufragar el muro que debe proteger la frontera oriental de Europa. Nada nuevo visto el enfrentamiento cada vez mayor entre los países de Visegrado, sobre todo Polonia y Hungría, y una Unión Europea liderada por los alemanes que ha abandonado su identidad.

El reportaje incide en la clara la motivación económica de estos movimientos migratorios en su viaje hacia la tierra prometida de “Germoney”, y presenta sin tapujos las verdaderas razones de la “huida” de los “solicitantes de asilo”, alentados por los contrabandistas, animados y engañados por las ONG, y que intentan, a veces con violencia, llegar ilegalmente a Alemania forzando su entrada en Polonia. Karim ilustra este aspecto puramente económico de la inmigración en una entrevista con el autor y sociólogo Hans-Peter Schwöbel, que calcula con precisión qué beneficios recibe una familia de refugiados del Estado alemán en un año; y por qué es lucrativo incluso para los ciudadanos acomodados de Siria, Irak y otros estados de Oriente Medio ceder sus bienes en su país de origen a los contrabandistas a cambio de ser introducidos en Alemania. Gracias al estado de bienestar alemán, no sólo tienen garantizada la ciudadanía alemana que les permite viajar sin visado, sino también la educación gratuita para sus hijos y la atención médica, la vivienda, los cursos de idiomas, la formación y otras numerosas prestaciones sociales durante años. Al menos ese es el cálculo de muchos “refugiados”, aunque la mayoría de ellos fracasa en la frontera polaca y ahora, tras ser estafados por los contrabandistas, viajan de vuelta a su patria.

Karim realizó numerosas entrevistas y presenta la opinión de las autoridades polacas, como el viceministro de Interior Bartosz Grodecki, de los guardias fronterizos que protegen las fronteras, de ciudadanos corrientes, de personas dispuestas a emigrar, e incluso de activistas e historiadores. Uno de los aspectos más interesantes del documental son las entrevistas con los representantes de las comunidades religiosas minoritarias en Polonia, como el presidente de la Asociación Cultural Judía de Polonia, Artur Hofman: “Creo que el gobierno polaco está haciendo lo correcto. Ahora mismo es el protector de los países europeos, porque no es sólo la frontera polaca, sino la europea”. Hofman ve el problema del antisemitismo en la llegada masiva de inmigrantes musulmanes, algo que, a diferencia de Alemania, no supone una amenaza en Polonia y afirma que su país nunca ha sido racista o xenófobo: “Polonia ya era multicultural. Siempre hemos tenido judíos, alemanes, tártaros… No era ningún problema. Ahora se señala a Polonia, pero no veo mucha libertad y democracia en Alemania o Francia”.

Tomasz Miskiewicz, el muftí de los musulmanes de Polonia, también adopta la misma postura y hace hincapié en la identidad nacional de los polacos, a la que los tártaros musulmanes pertenecen desde hace 600 años. Incluso estuvieron en primera línea cuando fue necesario detener la expansión del Imperio Otomano en la batalla de Viena de 1683. Los musulmanes de Polonia apoyan las medidas estatales de protección de las fronteras y las ven como una garantía de seguridad y paz  interior, no como xenofobia o islamofobia. “Polonia siempre ha protegido la libertad y a todos los grupos étnicos. Si no fuera así, los judíos y los musulmanes no vivirían libremente en Polonia. Nunca hemos sido perseguidos ni oprimidos. En nuestro país existe la libertad, la libertad de expresión, la libertad de pertenecer a una etnia, a una religión. Los musulmanes tenemos de todo, mezquitas, escuelas, cementerios, imprentas, editoriales, somos absolutamente libres aquí. Como ciudadano, confío en el Estado constitucional polaco”.

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Otro punto de vista muy interesante es el del historiador David Engels, que afirma que la integración en la sociedad alemana también es difícil para los inmigrantes porque los alemanes no quieren aceptarse como pueblo y nación, sino que se dejan llevar por la culpa y el odio a sí mismos. Se ven como criminales históricos y elevan a todos los demás por encima. Uno no quiere integrarse en un grupo que reniega de sí mismo y de su identidad. Los falsos valores, como la ideología de género, la autodestrucción espiritual y las familias rotas, son percibidos como problemáticos por los inmigrantes de otros orígenes culturales. Integrarse en una sociedad que se está desgarrando no parece muy atractivo para un emigrante con orgullo nacional.

El documental de Imad Karim nos presenta la cruda realidad detrás de las corrientes migratorias y anima a los polacos a seguir resistiendo, porque si Polonia se mantiene firme y logra la repatriación de los ilegales estará mandando un potente mensaje a los multiculturalistas de la UE y desmintiendo lo que defendía Angela Merkel en 2015: “Las fronteras son difícilmente defendibles”. Es falso, las fronteras se pueden defender cuando hay voluntad de hacerlo, como también está demostrando el gobierno de Hungría. A pesar de la censura y de la cancelación, cada vez son más los europeos conscientes de que existe una alternativa real a la Europa globalista y sin identidad.  

Autor

REDACCIÓN