20/09/2024 18:28
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Sánchez ha abierto un escrutinio ministerial para entretener al personal mientras otorgan los vengativos indultos a los calamitosos golpistas.

Hace unas semanas nos parecía que el Gobierno estaba moribundo y tenía los días contados. Hoy ya sólo veo ‘difuntos’ en el Gobierno. “No somos nada”, dice la tan manoseada expresión de duelo.  La tentación no ha encontrado flaco al Gobierno porque llevaba mucho tiempo ocioso y fondón, remedando las palabras de San Francisco de Sales.

Todo comenzó en Murcia con la traición de Ciudadanos y se remató en Madrid. La estocada dejó casi inmóvil a la líder de Cs y la presidenta acabó sin despeinarse: dos largas cambiadas, un pase firme y faena completada. Con ello salvó la economía de Madrid. La falsa y mentirosa doctorada, Mónica García, acabó de dar la puntilla al morlaco ‘sociata’ que acabó contra las tablas; el comunismo desnatado y de aguachirri, liderado por Errejón, arrodilló al funesto y traicionero socialismo. La nueva historia de la economía madrileña y de su garantizado crecimiento se escribirá a partir de aquí.

Esa muerte anunciada la conocen tanto el ‘Doctor’ como Iván Redondo, pero prefieren mirar para otro lado porque no quieren verse enterrados tan pronto, a pesar de la putrefacción que rodea a ambos. Y mientras intentan salvarse, echan un pulso a las comunidades autónomas hasta ver. Comprueban que, en lo que ellos fracasaron, las consejerías de Sanidad lo están sacando adelante con nota. Ahora quiere Sánchez tener su parte del mérito, cuando abandonó a todas a su suerte porque no quería dañar más su imagen por incompetencia. Europa ha cumplido enviando vacunas y las consejerías planificando y vacunando. La ciudadanía lo reconoce en las encuestas, donde sitúa en último lugar y sin apenas calificación al Gobierno central y al Ministerio de Sanidad.

En el control pandémico tan sólo ha fracasado el Gobierno del mentiroso ‘Doctor’, asesorado por su dron, Iván Redondo. Ambos han echado a los leones a varios de sus ministros: son conscientes de su ineficacia e ineptitud, que es como la de ellos dos, pero no pueden decir que el nombramiento cayó del cielo o que se lo impuso Díaz Ayuso. Por eso han abierto un escrutinio para que se entretenga el personal mientras estudian cómo otorgar los vengativos indultos a los golpistas, salir airosos de la traición y poder continuar con el colchón en Moncloa, aunque sea mugriento y con más porquería añadida.

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Los ministros y el presidente han hecho sobrados méritos para recibir la patada en el trasero. Bien es verdad que unos más que otros. Ni siquiera quedan ministros tostados, quemadillos o a medio hacer. Todos están abrasados de trabajar mal y de cargar ineficacia reiterada. La pandemia ha pasado factura porque 100.000 muertos son muchos muertos, y además son de los nuestros. Ellos, el Gobierno social-comunista, ni siquiera es de los nuestros porque es el enemigo del pueblo, el ladrón de la convivencia y el fustigador del bienestar: despreció la gestión de la pandemia por simple torpeza y abandonó las residencias de mayores con el resultado que ya conocen. Incluso 30.000 cadáveres dicen los tribunales que están sin contabilizar. Vuelvo a recordar que a Rajoy lo llamaron “ASESINO” por sacrificar a un perro cuando el declarado ébola. Ahí lo dejo.

Por cierto, la comunidad de Madrid salió indemne de las denuncias efectuadas contra ella en los tribunales. Toda la porquería resultó ser del Gobierno central por abandono, ineptitud y permanente descontrol. Me gustaría saber qué fue de los 300M de euros comprometidos por el antiguo “marqués” de Galapagar, el día 19 de marzo de 2020. El mismo “marqués” que sintió el puntapié en el trasero por obra, gracia y trabajo bien hecho de la ínclita joya madrileña, Díaz Ayuso.

La fragmentación del Gobierno entre los partidarios de Sánchez y de Iglesias ha acabado por destrozarlo y acelerar la quema de todos sus miembros. El director de “elEconomista.es” sentenciaba recientemente: “El reparto de los fondos amenaza con abrir una guerra entre administraciones y otra entre empresas por ver quién se lleva el gato el agua”. Más leña al fuego.

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Jesús Salamanca Alonso