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Esta es la idea madre -así termina- el principio de propiedad privada de los demás que quieren abolir los comunistas. El medio: la revolución armada. El fin: no se conoce otro que la miseria y desolación del ser humano en la historia del comunismo que ha asesinado más de cien millones de personas, de las que nunca hablan. Sólo se salva de la miseria la camarilla que toma el poder y quiere detentarlo de por vida. El marxismo es una filosofía económica que arranca detrás a todas las demás. Principalmente es una doctrina ideológica. Es decir, que sin la conquista de la mente de los individuos engañados y con su ceguera voluntaria, no llegaría a ninguna parte. Luego viene la ejecución en el plano material, en la idea tan particular que tienen los comunistas, de la propiedad.

En los pueblos de la España profunda que son el mejor laboratorio se vio meridianamente cuando la guerra que fue así. Los rojos se adueñaron de todas las propiedades de los que tuvieron que huir ante la muerte y la amenaza, abandonado sus casas, tierras, ganados y todas sus propiedades. Aplicaron la revolución rusa y Asturiana en los pueblos del norte, y luego, dueños y señores del lugar, lo celebraban en grandes fiestas, matando una vaca fascista cada día y otros ganados, y con grandes borracheras, jactándose de haber conseguido el estado perfecto y de lo bueno que era el comunismo. Los llamados por ellos fascistas, huidos al monte, sólo eran una presa a abatir, llena de desprecio. Esto es la mentalidad de los rojos de España. Así de simple. Lo mío es mío y lo de los demás también. Porque tengo derecho a robarte, y si te resistes, a matarte.

Entre los medios para llegar a la revolución sangrienta que es la toma y consecución del poder totalitario y absoluto, está la seducción y el engaño rodeando la demagogia y el populismo. La estupidez es otro ingrediente bueno para alimentar el marxismo, filosofía diabólica de un loco en que se asienta el comunismo que arranca del socialismo.

El comunismo que es una religión satánica, empieza con la inversión social; que lo peor de la sociedad, vagos y maleantes (ya no hay Gandula) narcotraficantes, terroristas, delincuentes y criminales de todo tipo, tomen el poder político absoluto y se perpetúen en él. Que hagan tabla rasa poniendo fuera de la ley y machacando a todos los que les estorben. Robándoles todos sus bienes y dejándolos en la indigencia material y moral. El comunismo es que toda esa caterva de mal nacidos, y con el timo del «tocomocho», puedan chupar el sudor del trabajo de la gente honrada que no ha hecho en toda su vida más que cumplir fielmente el reglamento y pagar impuestos.

Los falsos profetas que predican el comunismo se disfrazan de lo que haga falta con tal de lograr sus fines, movidos siempre por interese bastardos. Tras seducirles y hacerles creer a los suyos, que los otros son los culpables de todos sus males y que solo a ellos son imputables, les ofrecen la solución de los problemas, y encuentran tras abducirles, a un regimiento de seguidores a su disposición. Les muestran todos los fallos de los contrarios y cuando no, se los inventan, hasta convencerles de que el sistema actual ya no puede ser peor y hay que cambiarlo por las bravas. Utilizan la técnica del martillo pilón; una mentira mil veces repetida se convierte en verdad. Así los van radicalizando y envenenando. Cualquier rojo, en mayor o menor medida, no es más que un arma cargada de odio. Una bomba de relojería. Y como cada vez consiguen crear más problemas, pues siempre tendrán más adonde justificarse y ofrecer una solución inexistente.

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Se dicen luchadores por la libertad. ¿Qué libertad? La libertad de la muerte. En todo caso la libertad es la de estos individuos de la peor catadura moral que se dicen comunistas, llegando al poder, y al hacer con los demás el chivo expiatorio. La libertad y la justicia se la apropian y la interpretan liquidando a los opuestos. Muestran una evidencia de un problema, como primera premisa, y tras ella, la segunda ya es falsa. Esconden un sinfín de remedios imposibles. Son gente mediocre, que generalmente, no destacan en nada bueno. Y se afilian a un partido que les autoriza a robar, el psoe, o a matar después, el pce, o comunismo. El supremacismo socialista y comunista. Así, una persona buena que se afilia al socialcomunsimo como el que tenemos hoy, termina matando en nombre del partido. Igual decimos de los separatistas catalanes donde el odio les sale por los ojos. Ver aquel monstruo subido al techo y pateando un coche de la Guardia Civil, rodeado de toda su jauría, humillando con su soberbia y rabia a España. Y ahora está entre los que quieren indultar, sin que ellos lo haya pedido, ni arrepentido, y diciendo que lo van a repetir. ¿Qué se merece Pedro Sánchez? ¿Cuándo va a pagar sus graves delitos?

Sectarismo y maquiavelismo, inundan la mente de estos individuos, enfermos mentales. Son tan limitados que se creen tener la razón y que todos los demás están equivocados. La izquierda es el mismo demonio que no descansa en su obra: memoria «histérica». La cosa es romper España. Sacar los presos de la cárcel. Todo invento que sirva para destruir y violentar las leyes de la naturaleza, como la mal llamada «violencia de género», eliminar el orden y el respeto, conseguir que los niños peguen a sus padres y a los profesores, etc., mentir siempre -es un principio marxista-, provocar miedo que es otro, y un ambiente prebélico. Subvertir toda norma… Amor libre, como la Pasionaria, atacar a los toros, e impedir su sacrificio, pero a la vez matar a los niños con el aborto; (será que los quieren comer) En fin, no les falta ningún vicio, muy largo de contar, de esta panda de vagos y maleantes. Empiezan por corromper el lenguaje, principio de toda corrupción. No se puede razonar con ellos, convencidos fanáticos de su credo ideológico. Albergan en sí mismo todas las perversidades. No tienen desperdicio en su orgullo -origen de todo pecado-, conque son de izquierdas y con eso ya está dicho todo. Y que son los buenos… Pues si eso fuera cierto: ¡Cómo seremos los malos…!

Autor

REDACCIÓN