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El 1 de mayo de 2021 después del repliegue programado por Obama en 2009, comenzó la retirada de EEUU.
El 8 de julio de 2021, Joe Biden dijo: «La probabilidad de que los talibanes se apoderen de todo y sean dueños de todo el país es altamente improbable.»
El 15 de agosto de 2021 los Taliban luego de haber conquistado prácticamente todos los distritos y capitales del país salvo Kabul, llegaron a la capital afgana entre diálogos y negociaciones con el gobierno afgano con el objetivo de una transición pacífica del poder.
El Presidente de Afganistán Ashraf Ghani abandonaba el país y el ministro del interior encabeza un gobierno interino. Por su parte, la OTAN y aliados evacuaban sus embajadas, mientras se fraguaba una ola migratoria de afganos huyendo del país.
El rápido colapso del Ejército Nacional Afgano (ANA) “sorprendió” extrañamente a muchos. La comunidad de inteligencia de EEUU había calculado que pasarían semanas, meses e incluso años -un amplio abanico- antes de que el ANA cayera ante los talibanes tras la retirada estadounidense. En cambio fueron 11 días, menos de 2 semanas.
Desde un principio, los obstáculo para los militares afganos fueron el analfabetismo, la corrupción, la incompetencia y la falta de confianza en el gobierno de Kabul.
Los Taliban lucharon con convicción para librar al país de los invasores extranjeros, algo implícito en la idiosincrasia afgana. Cuando se enfrentaban, los Taliban estaban más dispuestos a matar y morir que lo estaban los soldados y la policía a ser asesinados.
Por otra parte, los Taliban llevaban a cabo una guerra de guerrillas que les era familiar y en la que ademas no se respetaban las reglas y usos de la guerra ni los condicionantes morales algo que si obligaba a las tropas OTAN y del ANA. El ANA aprendió a combatir con unas tácticas, técnicas y procedimientos modernos apoyado en la potencia de combate de EEUU que luego les faltó.
El ANA acusó falta de liderazgo. Inicialmente fueron los señores de la guerra los que asumieron los mandos militares regionales. El ANA trató de encontrar jefes preparados para dirigir a los soldados pero el sistema estaba marcado por el amiguismo/nepotismo, sin lealtad institucional ni sentido de la responsabilidad hacia las tropas.
Generales afganos aparentemente eficaces fueron reemplazados por corrupción o incompetencia.
Algunos se embolsaban pagos de la tropa, o compraban comida barata en lugar de una de calidad embolsándose la diferencia o vendían la madera para calefacción de las tropas. Otros privaron a las tropas de tarjetas SIM para que no pudieran llamar a sus familias.
Pocos podían llegar a aprender las tareas militares más complejas que requieren mucho tiempo, ademas de revalidación y control permanente.
Algunos no sabían leer, ni escribir, ni contar, algo imprescindible para mandar sabiendo leer mapas, calcular el tiro, mantener vehículos, armamento o equipo o solicitar repuestos o municiones. Para decir el numero de soldados se les dibujaba un espacio en tierra que debían rellenar con tropa. Tampoco sabían cuadrar los planes de permisos, lo que se tradujo en agotamiento de las tropas que, sin tiempo libre y sin tarjetas SIM, desertaron en gran número o no se volvieron a alistar.
El Gobierno Afgano no ayudaba a las familias de los soldados asesinados de haberlo hecho la moral del personal habría aumentado y habrían combatido con mas fiereza.
Sin el apoyo de EEUU los Afganos podían hacer poco y los soldados estadounidenses sobre el terreno lo sabían. Muchos de estos problemas fueron objeto de numerosos informes de John Sopko, el inspector general especial para la reconstrucción de Afganistán. Pero estos informes nunca fueron tenidos en cuenta en EEUU, a lo largo de los años, en el Departamento de Defensa, la Casa Blanca y el Congreso; los funcionarios dijeron lo mismo: el ANA está mejorando día a día, está luchando duro y liderando.
Cuando los Taliban comenzaron su avance el 2021, el ANA falto de cohesión, sin el apoyo de EEUU con ataques aéreos de aviones, helicópteros y drones, artillería, Rangers,… contra las unidades Taliban, no aguantó.
Los Taliban pagaban a los Soldados Afganos para que se negaran a luchar y pagaban mas a los oficiales. Incluso los militares afganos de empleos superiores se rindieron.
El mandar en aquellas condiciones terminó afectando a las tropas. La voluntad y la esperanza para los subordinados provienen de un liderazgo que falló en muchas unidades afganas.
Sin embargo los Comandos afganos, 22.000 de entre los 300.000 Soldados, eran muy instruidos y eran la columna vertebral de la potencia de combate de Afganistán. A lo largo de los años, se quemaron desplazándose por todo el país para apoyar a las unidades regulares del ejército afgano que no podían o no querían luchar. A menudo se quejaban de esto y decían que estaban destinados a Operaciones Especiales, no para secundar operaciones sencillas que se suponía que eran el trabajo de los soldados convencionales.
A medida que los talibanes avanzaban por todo el país durante las últimas semanas antes de la rendición, los Comandos se enfrentaron a una realidad decepcionante. En algunas unidades nadie quería rendirse, estaban allí para luchar contra los talibanes, pero el Gobierno de Kabul les ordenó que depusieran las armas. «Ya no estábamos seguros» «Tuvimos que refugiarnos en las casas de nuestros amigos, y ahora estamos escondidos”
Desaparecidas todas las unidades de Comandos en todo el país, la unidad de Kabul fue la última en pie. «No luchamos porque el gobierno no dijo que hay que luchar» «El Ministerio de Defensa no dijo que hay que luchar».
Fué una decisión política y no una falta de voluntad de luchar.
En la actualidad, los Comandos afganos se fueron a otros países o están escondidos o son asesinados. No son elegibles para visas rápidas y no tienen trabajo, ingresos ni protección alguna.
Los EEUU principales actores en el conflicto tuvieron 2,461 muertos pero el esfuerzo militar humano de Afganistan desde 2001 se mide en los cerca de 60.000 soldados y policías que murieron luchando, la mayoría en los últimos 6 años, según la Institución Brookings. Esta alta tasa de mortalidad significaba un flujo constante de nuevos reclutas que necesitaban un entrenamiento básico.
En la actualidad, los Taliban buscan a antiguos miembros de las fuerzas de seguridad y los secuestran, torturan y asesinan. Mientras, un silencio mediático cubre la dictadura del terror, miseria moral, intelectual y material que ejerce sobre las mujeres, los exsoldados y el pueblo afgano el gobierno Taliban.
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