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Vuela, pensamiento, con alas doradas,

pósate en las praderas y en las cimas,

donde exhala su suave fragancia

el dulce aire de la tierra natal!

¡Saluda las orillas del Jordán

y a las destruidas torres de Sion!

¡Oh, mi patria, tan bella y abandonada!

¡Oh, recuerdo tan grato y fatal!

Arpa de oro de los fatídicos profetas,

¿por qué cuelgas silenciosa del sauce?

Revive en nuestros pechos el recuerdo.

¡Háblanos del tiempo que fue!

Al igual que el destino de Sólima,

Canta un aire de crudo lamento

o que te inspire el Señor una melodía

que al padecer infunda virtud,

que al padecer infunda virtud,

que al padecer infunda virtud,

infunda virtud.

Estos versos pertenecen al famoso coro Va, pensiero de la ópera Nabucco de Giuseppe Verdi, que se convirtió durante el Risorgimento o la Reunificación italiana del siglo XIX, en un auténtico himno, un canto a la libertad contra la opresión y esclavitud.

Giuseppe Verdi nació el 10 de octubre de 1813 en Le Roncole, provincia de Parma, Italia. Hijo de un posadero y una hilandera, demostró desde pequeño un profundo amor por la música. Con solo trece años hizo su primera presentación en su pueblo interpretando una creación propia. Más tarde ingresó en la Sociedad Filarmónica y de ahí al teatro de la Scala de Milán.

Verdi sufrió la tragedia personal de perder a su mujer y a dos de sus hijos, lo que lo llevó a cuestionarse la continuidad de su carrera. Sin embargo, en esos duros momentos se encontró con una obra escrita por Temistocle Solera, basada en el Antiguo Testamento, que lo animó a seguir adelante. Se trataba de Nabucco, pieza en la que se narra la historia de Nabucodonosor, el rey de Babilonia, en el marco de la conquista y expulsión de los judíos de Jerusalén. La obra refleja el padecer del exilio, esclavitud y la pérdida de la patria del pueblo de Israel. La composición de la música de Nabucco y su arrollador éxito en su estreno en 1842, lo lanzó definitivamente a la fama y a su consagración como el gran genio de la Ópera. Le siguieron, entre otras. Rigoletto, El Trovador, La Traviata y Aída autenticas obras maestras de la lírica.

Giuseppe Verdi, genio de la música, fue además un inconformista, un auténtico patriota que vivió en primera persona los cambios trascendentales que se estaban forjando en Italia, que por entonces sufría la dominación extranjera. Tanto su vida personal como artística fueron inspiradas por la idea de la libertad y la lucha por la construcción de un estado italiano independiente unido y soberano.

La música de Verdi siempre se caracterizó por ser de alto nivel, pero también eminentemente popular. En sus óperas aparece con claridad el amor a la patria y la lucha de un pueblo reprimido por su libertad, y su obra Nabucco es sin duda un claro ejemplo de ello. Su éxito rutilante también tuvo que ver con el paralelo entre la historia narrada en el Antiguo Testamento y la situación de gran parte de Italia que en ese momento estaba bajo la dominación austriaca. «Va Pensiero» es el coro del tercer acto de Nabucco, que inmediatamente se convirtió en un himno para patriotas italianos “Oh mia patria sì bella e perduta!”, “¡Oh patria mía, tan bella y perdida!” inspiró ese amor por la tierra, la identidad, la historia, cultura y tradición de un pueblo alzado que luchaba por recuperar lo perdido.

Giuseppe Verdi escribió al final de una carta enviada al musicólogo Francesco Florimo, fechada en Génova, el 5 de enero de 1871 la famosa frase “¡Volvamos a la antigüedad y será el progreso!”. Podemos interpretar en ella esa conexión que siempre tuvo Verdi con sus orígenes, con sus raíces, con un pasado de gloria y tradición a los que siempre apeló. Verdi también miró al futuro y eso lo aplicó tanto al arte como a la política. Verdi, un patriota convencido, fue también diputado del recién nacido Estado italiano durante cinco años, de 1861 a 1865.

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Como dice Edoardo Sylos Labini, Giuseppe Verdi, con su siempre presente sombrero negro de copa, representa el inalcanzable mito del Risorgimento y es uno de “nuestros argonautas culturales que han vuelto para recordarnos que somos y seremos durante siglos «un pueblo de poetas, artistas, héroes, santos, pensadores, científicos, navegantes y transmigradores”.

Seamos como Giuseppe Verdi, comprometidos con el arte y la cultura sin olvidar nuestras raíces, cantemos a la libertad y a la unidad de la patria, rompamos las cadenas del opresor, volemos con el pensamiento, con alas doradas y que el padecer infunda virtud.

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José Papparelli