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La agenda socialista, en estos días aderezada con un toque podemita, esto es, de chicos y chicas ávidos de chaletón con piscinón, sigue su agenda inexorable de empobrecimiento cultural del país. El objetivo no es otro que rebajar todo lo posible el nivel medio de la población hasta alcanzar una España asnal, una nación de asnos, asnas y asnes, escribamos en lengua socio-comunista, que hasta en el lenguaje meten sus pezuñas.

          Una tal Celaá, menestra de incultura por más señas, es quien «dejará pasar de curso en primaria y secundaria en función de la “madurez” y sin importar el número de suspensos» (ABC, 16/06/2021). 

          Celaá no es más que la ejecutora de la puesta en marcha de un principio básico agendado de los regímenes totalitarios, es decir, de izquierdas. Dado que mantener a la población en unos niveles mínimos de formación y capacitación es requisito esencial para poner en marcha un sistema de subsidios o clientelismo. El Estado se convierte así en un padre protector que sólo necesita tu voto a cambio de permitirte sobrevivir en una pobreza característica y definitoria del socialismo-comunismo, que a la postre son exactamente lo mismo en sus fines, medios y metas.

          Serán ahora los maestros, maestras y maestres quienes tendrán que evaluar no los conocimientos o competencias, sino la madurez. Un nuevo giro a una escuela que ya venía siendo obligada a centrar su tarea en evaluar más que en enseñar, otro disparate. Por tanto, la madurez del alumnado pasa a ser en criterio básico y definitorio de la promoción de cada alumno.

           Y así, en una escuela cualquiera de lo que queda de país, la señorita saca a un alumno a la pizarra.

           “A ver Pepito, escribe la palabra valla referida a un cercado, seto o alambrada que separa dos superficies. Venga, escríbela”. El alumno escribe “vaya” y la profesora le dice que se siente. De sobra sabe el muchacho que el único vaya que conoce es ese, el del verbo ir, e intuye que se ha equivocado. Entonces saca a relucir su madurez: “Perdone, señorita. No comparte usted la idea de que la ortografía se adquiere con los años, desde la lectura de textos y esto de diferenciar palabras a estas tempranas edades, en cuarto de Primaria, pertenece a una Escuela de hace siglos”. “¡Vaya con Pepito, qué madurez muestras!”-le responde la docente- “Mira, estabas suspenso en ortografía, pero por verte tan maduro, ahora borro la I de insuficiente y pasas a tener SB, sobresaliente. Pero te digo una cosa, ten cuidadito con las vallas, no vayas a tropezar con ellas”.

         Esta es la España asnal, la España de Celaá y toda esta gentuza del clientelismo, el analfabetismo, el ordeño sin piedad a las clases medias y la pobreza creciente.

         Evaluar la madurez del alumno y promocionarlo de curso sin más…: ¡serán sinvergüenzas!

Autor

REDACCIÓN