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Si no fuera porque, de tanto llover sobre mojado, hace décadas que los habitantes de Espena vivimos anegados, podría hacer un símil entre “El síndrome de Estocolmo” y “El síndrome de Espena” que me acabo de inventar. El síndrome nórdico data de mediados de los años 70, mientras que el nuestro es ancestral, pero, verbigracia de la analogía inevitable, era necesario mentarlo.
Voy a seguir el rebufo de 3 de las personas más insignes de Espena (que al unísono son 3 de las personas más analfabetas de España): Pedro Sandez, el Che Pa Blemos y Pablo Cagado. Como ellos, me voy inventar o a comprar un título académico –o cargo– eminente para dotar de rigor, valor y aplauso mi argumentación. Soy Presidente del CMIP (Centro Mundial de Investigaciones Psicológicas). No es casual haber elegido el sustantivo “aplauso” como parte de la dote de mi argumentación, pues el “síndrome de Espena” tiene en el aplauso su principal bastión sintomático.
¿Por qué aplauden los espenoles desde las celdas de sus panales urbanos? ¿Qué sentimiento de colmena anida en esto?. La respuesta fácil, que para todo intelecto desarrollado podría ser conclusiva es: porque son extraviados mentales severos. Pero, sin poner en duda vuestro intelecto, voy a desarrollar brevemente el asunto; rogando, como condición sine qua non, que no aplaudáis al final de esta disertación…
El espenol es un animal dotado de una volatilidad mental tan magna, que es simiente, abono, cultivo y cosecha de los más enojosos disparates. El antepenúltimo ejemplo es haberse tornado en una suerte de feligreses del Estado, con sus dogmas de fe y sus anatemas, como toda buena religión o secta que se preste. Desde hace semanas, la Sanidad Pública otrora vilipendiada, ha sido beatificada por el vulgo como “Santidad Pública”, y las hasta no hace mucho inútiles e ineficaces Débiles del orden y Débiles armadas, en la Orden Militar al servicio del santificado Estado espenol. El epicentro de esta bordada inesperada es el mismo que provoca la involución de ser humano a feligrés: el miedo a la muerte (en este caso motivado por el congojavirus). El condicionamiento clásico de Pavlov ha alcanzado su culmen en Espena, cambiando a los cuadrúpedos de este científico por animales bípedos (la sublimación de esto es ver a muchos de esos bípedos paseando perros. Pavlov enloquecería actualmente. Yo he visto al paisanaje aplaudir caminando por la calle con su perros, al mismo tiempo que los demás lo hacen desde sus celdas. Curioso, por cierto, que desde las celdas me hayan insultado –como a cualquier trabajador actual que se desplaza– y los de los canes no digan nada… ¡ay! la cobardía sempiterna del español contemporáneo, ahora evolucionado en espenol). Los anatemas de este nuevo feligrés sobre la tierra, son hacia su Iglesia fundacional. El espenol es una nueva rama sui géneris del protestantismo. Reniegan del Gobierno, ese gobierno que lleva 45 años siendo votado, aclamado, defendido, adorado… por ellos.
Al igual que el virus de la gripe está desaparecido en combate y ya es más inane que matar moscas a cañonazos, las Débiles y los matasanos han sido redimidos por el vulgo. El mismo grupo social que una vez vota a un partido y otra a su antagónico el mismo grupo social ambidiestro emocional. El mismo que se queja de las injustas multas de tráfico, o de la inactividad policial ante tanto crimen organizado y delincuencia. El mismo que despotrica de las listas de espera quirúrgicas y de los plazos enormes de citas con los especialista sanitarios. El mismo que se queja de ser expoliado por el Estado. El mismo que ve atónito la corrupción política o la ocupación de la propiedad privada.
El síndrome de Espena no será por desgracia estudiado jamás, al igual que las hienas no estudian su cuestionable manera de alimentarse. Pero como Presidente del CMIP os debo una explicación y os la voy a pagar (*): “El Síndrome de Espena es un trastorno psicológico que aparece en la persona que ha visto televisión durante toda su vida y que los únicos libros que ha tocado son los que colocó temporalmente como decoración hogareña, hasta que IKEA acabó hasta con esto. Se caracteriza por una bipolaridad extrema a tenor de la cual ama y odia a la misma persona, institución –pública o privada– o ideología. La causa de dicho síndrome es el miedo a la propia muerte y el desprecio a la de los demás”.
Podría desarrollar mucho mejor este síndrome, pero hasta que algún cráneo previlegiado no funde el CMIP , y me nombre presidente, no voy a hacerlo… yo no soy espenol. Yo pienso, luego no aplaudo.
(*) “Berlanga nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…”
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