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Entrevista a Vlad Cubreacov, periodista y exmiembro del Parlamento Moldavo. Cubreacov fue jefe del Departamento de Asuntos Religiosos del Ministerio de Cultura y Asuntos Religiosos (1991-1994), miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (Comisión de Cultura, Ciencia y Educación) y representante de la Iglesia Metropolitana de Besarabia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Fue diputado de 1994 a 2009 por el Partido Popular Demócrata-Cristiano (PPCD), un partido de derecha afiliado como observador al Partido Popular Europeo y sin representación parlamentaria desde 2009. En 1994 fue el artífice de la “enmienda Cubreacov” por la que la constitución moldava reconoce el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Cubreacov ha sido condecorado con la Cruz del Patriarcado de Rumanía para laicos, la Cruz de la Hermandad de la Santa Fosa de la Federación Rusa y la Distinción al mérito del Metropolitanato de Moldavia y Bucovina.

La semana pasada el propagandista ruso Vladimir Solovyov dijo en la televisión italiana que el objetivo último de la ofensiva rusa era alcanzar la frontera de Transnistria, donde hay 1.500 soldados rusos apoyando a las fuerzas separatistas. Si Rusia alcanza ese objetivo, ¿debe prepararse Moldavia para lo peor?

Sí, con toda seguridad. Si las tropas rusas ocupan la ciudad y la región de Odesa, el siguiente objetivo de Rusia será Chisinau y el resto del territorio hasta el río Prut. Después de Ucrania, la República de Moldavia es potencialmente la segunda víctima de la expansión rusa en nuestra región. Más allá de lo dicho por Solovyov, también mencionaría que, el 18 de marzo de 2022, en el acto festivo celebrado en el Complejo Olímpico Luzhniki de Moscú, dedicado al aniversario de la anexión de Crimea, se cantó “Ucrania y Crimea, Bielorrusia y Moldavia, este es mi país”, entre los aplausos de Vladimir Putin, por supuesto. La República de Moldavia, una avanzadilla del este latino, es vista desde Moscú como parte del llamado “mundo ruso”.

Ante la invasión de Rusia en Ucrania, ¿es más necesaria que nunca la reunificación de Moldavia y Rumania?

Cuando se le quita todo a la República de Moldavia, lo único que le queda es Rumanía. La reunificación de la República de Moldavia con su patria histórica y étnica, Rumanía, es un imperativo histórico, incluso sin que Ucrania sea invadida por Rusia. Si leemos atentamente la Declaración de Independencia de la República de Moldavia, fechada el 27 de agosto de 1991, vemos que deja abierta la perspectiva de reunificación con Rumanía, llamada “el espacio histórico y étnico de su desarrollo nacional”.

La reunificación es apoyada por un 74% de los rumanos y por un 44% de los moldavos, una cifra que va creciendo. ¿Cree que la clase política rumana y moldava está dispuesta a acometer este desafío?

La reunificación de los dos estados rumanos debe verse como un proceso acumulativo y orgánico. Estos porcentajes que ha mencionado reflejan la primera opción de los encuestados de los dos estados rumanos. El 44, como primera opción política a favor de la reunificación con Rumanía, debe correlacionarse con otros porcentajes relativos a las acciones de los habitantes de Moldavia. Así, el 35% de ellos ya ha recuperado la ciudadanía rumana (más de 1 millón de personas de un total de 3 millones) y otro 18% ha solicitado recuperar la ciudadanía rumana. Asimismo, el 37% de los moldavos ha abandonado la abusiva jurisdicción del Patriarcado de Moscú, instalado en 1940, y ya ha vuelto a la jurisdicción del Patriarcado Rumano, que, por cierto, es la mayor Iglesia Ortodoxa de la Unión Europea y de la OTAN, y mantiene una importante disputa canónica con el Patriarcado de Moscú. Los procesos de reintegración de los rumanos que viven en Besarabia en el cuerpo social de Rumanía son, desde mi punto de vista, decisivos para el futuro del espacio entre el río Prut y el río Dniéster.

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Ha afirmado que el problema en Moldavia es que muchos políticos, incluidos los de su antiguo partido, han asumido las tesis del “hommo euroasianus” de Alexander Dugin, una nueva versión del “homo sovieticu” y cuya plataforma constituye una nueva expresión manifiesta y radical del expansionismo tradicional de Moscú.

Los políticos de los que habla están ahora en la oposición y tienen enormes problemas legales, por causas de corrupción, que proceden de cuando estuvieron en el poder en Chisinau e intentaron, sin mucho éxito, una reorientación geoestratégica hacia Moscú. Es obvio que más del 82% de los habitantes de la República de Moldavia, de etnia rumana, pertenecen a Europa y a la latinidad, y no tienen nada en común con Asia ni con la Eurasia moscovita, llamada por alguno Asiopa. Resulta extraño y paradójico que el actual régimen de Chisinau, que se declara proeuropeo, vuelva de alguna manera a la antigua línea soviética e intente una transición del “homo sovieticus” a una especie de nación cívica moldava distinta de la nación rumana a la que pertenece históricamente y de la que fue brutalmente separada por el régimen soviético en 1940. Esta es una de las razones por las que una parte creciente del electorado da la espalda al régimen actual, lo que se confirmará en las próximas elecciones.

Este euroasianismo nos presenta a Rusia con un baluarte y promotor de los valores tradicionales y cristianos, pero usted usa el término el “imperio alcohólico”, ¿por qué?

Las principales características del régimen de Moscú son su esencia imperial y su procedencia del KGB. Se hace pasar por defensor y promotor de los valores cristianos, pero está utilizando el cristianismo con fines políticos y propagandísticos. Sabemos lo que es vivir en este imperio, que hemos conocido en todas sus formas de manifestación. Esto nos obliga a ser realistas. La realidad confirma que la Federación Rusa está lejos de ser una potencia cristiana. La mayoría de la población de la Federación Rusa está formada por ateos. Del ateísmo estatal militante de la época soviética al laicismo ateo progresista-globalista hay sólo un paso. Según las estadísticas, sólo el 2% de los rusos declara asistir a las iglesias ortodoxas al menos una vez al año. Un dato interesante: el número de iglesias ortodoxas en la Federación Rusa es igual al número de iglesias en Rumanía, un país que es siete veces más pequeño.

Los datos oficiales muestran que más de 42 millones de personas se encuentran en diversas etapas de alcoholismo, lo que sitúa a la Federación Rusa en el vergonzoso primer lugar de todo el mundo. Fue este hecho el que consiguió para el país el apodo de “imperio alcohólico”, un término que no inventé y que en realidad lo tomé de los medios de comunicación rusos. La población musulmana y budista de la Federación Rusa es muy religiosa y suele negarse a beber alcohol. Así que esos más de 42 millones de alcohólicos son en su mayoría hombres y mujeres rusos.

No obstante, la nostalgia por el “homo sovieticu” sigue existiendo, como se hizo notorio en la manifestación del Día de la Victoria, el pasado 9 de mayo, en la que socialistas y comunistas exhibieron de nuevo toda la parafernalia soviética. ¿Cree que las medidas tomadas por el gobierno moldavo contra la propaganda rusa y neosoviética son suficientes?

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Definitivamente no.

Podemos ver en Chisinau, y en muchos otros lugares, monumentos de propaganda comunista durante la ocupación soviética. También podemos ver que hay muchos tanques y cañones soviéticos, apuntando a Rumanía y a la Unión Europea… Además, muy a nuestro pesar, el gobierno y el parlamento moldavos aún no han aprobado la desclasificación de los archivos del KGB hasta 1991.

El europeísmo del régimen de Chisinau es, por desgracia, declarativo y de fachada. El régimen actual de la República de Moldavia, a diferencia del de Kiev, está muy cerca de la estructura local de la Iglesia Ortodoxa Rusa, lo que le asegura posiciones privilegiadas en la sociedad. Es evidente que la Iglesia rusa es un agente activo del imperialismo moscovita y ejerce un control espiritual sobre la población moldava.

Otra paradoja es que el actual régimen de Chisinau se niega a iniciar los procedimientos de salida de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), dominada por Moscú. Según una encuesta realizada el año pasado en Moldavia -por tanto, antes de la agresión militar rusa en Ucrania- la mitad de los encuestados estaba a favor de abandonar la CEI.

El 24 de junio Moldavia y Ucrania se convirtieron formalmente en candidatos para formar parte de la Unión Europea. ¿Qué opina de esta decisión?

Esta decisión se ha anticipado y se explica en este complicado contexto de seguridad regional. Pero no significa nada mientras ni Ucrania ni la República de Moldavia cumplan los requisitos más esenciales para ingresar en la UE. Turquía, por ejemplo, es candidata desde 1999, pero las negociaciones son bastante difíciles.

La perspectiva de la adhesión de Moldavia a la UE es muy lejana, por no decir ilusoria. Mientras tanto, sin embargo, sus ciudadanos pasan a formar parte de la UE mediante el mecanismo de recuperación de la ciudadanía rumana. Esto no debe asustar a nadie, ya que el impacto en la UE es menor. La República de Moldavia es el más pequeño de todos los vecinos exteriores de la UE y tiene una población total del 0,67% respecto a la población de la UE.

La República de Moldavia se reintegrará con Rumanía en lugar de ingresar en la UE. Es preferible una integración lenta y controlada de los ciudadanos de la República de Moldavia en la UE, a través de Rumanía, que el choque de una adhesión de un Estado no preparado para entrar en la UE.

¡La reunificación con Rumanía es inevitable y responde a una necesidad histórica natural!

Si Ucrania hubiera tenido una patria histórica y étnica dentro de la UE y la OTAN, como tiene la República de Moldavia, le aseguro que ya no habría solicitado el estatus de Estado candidato, sino que se habría unido sin demora a su patria histórica.

El caso de la pequeña República latina de Moldavia, verdaderamente rumana, no sólo es diferente del de la gran Ucrania eslava, sino que es único en el contexto europeo.

Autor

REDACCIÓN