22/11/2024 00:42
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El PSOE, partido criminal durante la Segunda República que terminó provocando la guerra de 1936-39, criminal durante nuestra Cruzada Nacional y criminal en la democracia con la puesta en escena del crimen de Estado, es capaz de reproducir en la España del siglo XXI, dinámicas propias de la guerra civil, enfrentando a los españoles y creando odios que pueden terminar estallando.

    ¿Se imaginan ustedes lo que puede pasar entre las gentes de muchos pueblos de España, cuyos odios, tantos años después, se vuelven a reactivar?

    La vuelta de giro que la chusma rufianesca del Congreso le ha dado a la ley (ley por decir alago, porque no se ordena a la razón ni se dirige al bien común) de Zapatero, presentándola con el calificativo de “democrática” para vestirla de dignidad, es un auténtico despropósito que más allá de lo que dice. Un despropósito que no sólo pretende tergiversa la verdad de la historia con el fin de salvar a la canalla roja de unos hechos que provocó y protagonizó, sino borrar la misma Historia para rehacerla de nuevo. Que es lo que siempre ha hecho, y en todas partes, el comunismo por medio de su historiografía.

    Siendo esta la situación, y si la historia es cíclica, la seguridad del líder de la Derecha, la seguridad física del señor Abascal, debería ser un asunto de máxima preocupación nacional.

   Digo esto, porque parece que estuviéramos reproduciendo un cuadro de situación, similar o parecido al de entonces…

    Hemos tenido dos intentos de golpe de Estado, como fueron en el pasado los de 1932 y 1934. La sangre ha corrido suficientemente en España. Existe una profunda división en las fuerzas políticas de la izquierda. Los acuerdos políticos entre el Gobierno y el PP no existen. Arrastramos problemas estructurales heredados de tiempos pasados y otros creados por el gobierno de Sánchez. Y el azote del separatismo, principalmente en Cataluña, sin descartar Vascongadas, no cesa en enfrentarse al Estado y a la misma Constitución.

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    En esta situación se dan todas las posibilidades para que el señor Abascal pueda ser asesinado, como lo fue Calvo Sotelo. La cuestión sería saber, consumado el asesinato, por quién o quiénes, y con qué colaboradores, inductores y cómplices contó.  

Autor

Pablo Gasco de la Rocha