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Frente a un gobierno sectario e incapaz, presidido por un personaje polémico y peligroso, diagnosticado de “enfermo mental”, cuya obra de gobierno más importante ha sido crispar la sociedad española y dividirla en dos bandos opuestos, y poyado por la peor de las chusmas: los que quieren acabar con la paz y la prosperidad de la Nación, parte de los cuales lo intentaron asesinando a casi 1000 compatriotas, ¿cuál es el deber de los patriotas? Pues no otra cosa que la “Rebelión necesaria” como sugería don Jaime Alonso en este diario, con fecha 1 de junio de 2020.

Desde el fallecimiento del Franco, España viene intentando articular un orden político sin sobresaltos, más allá de los momentos de calma en los que hemos estado entretenidos por algún acontecimiento de alcance internacional. Pero tal ha sido el fracaso en confeccionar un orden político, que desde hace algún tiempo se repite como gran quimera que tenemos que articular un nuevo proyecto de vertebración nacional, cuyo modelo, dicen, sería los “Pactos de la Moncloa de 1977”, de cuyo alcance da cuenta don Francisco de Alvarado (Siempre P´alante, 8 de mayo de 2020).

Si el alzamiento catalán, que en modo alguno se ha neutralizado, pone de manifiesto la debilidad de las instituciones estatales, la necesidad de articular un nuevo proyecto de vertebración nacional, cuyo alcance no está claro, pone de manifiesto la crisis nacional que padecemos.

Hablamos de una crisis que comienza con la Transición, que conculcó la legalidad legítimamente constituida sobre la simulación de una Reforma, manejada en sus tiempos como razón de Estado y sostenida por intereses internacionales. Un acontecer que ha venido ocultando la profunda crisis del proyecto, sobre todo en lo que tiene que ver con la vertebración nacional. Un derribo que en sus etapas claves apeló a los factores psicológicos de las masas, cuya propaganda se caracterizó por hábiles llamadas a sus sentimientos y por la renuncia a toda argumentación objetiva; lo que los voceros del sistema reconocen hoy como “artimañas poco edificables” (Abel Hernández, La Reforma. El Mundo, 15 de diciembre de 2017). Sin cuya correcta comprensión de cómo fue manipulado el pueblo no es posible explicarse la derrota de lo que hoy es España, no otra cosa que una nación sin rumbo con una Jefatura del Estado absolutamente inoperante; un gobierno sectario e incapaz, apoyado por lo más abyecto de la nación; unas instituciones a la deriva y una sociedad dividida y enfrentada en dos bandos. Por eso para entender esta crisis nacional hay que enjuiciar el régimen del 78 proyectado sobre el engaño de una Reforma y sostenido por un decir falaz.

Un decir falaz en el orden social, económico y cultural, que ha venido normando comportamientos y conductas sin realidad ni arraigo social suficientes, pues la ley que nos obliga a todos ha sido creada por una mayoría heterodoxa sin cortapisas por parte de la superior autoridad jurídica-constitucional. De ahí la enorme brecha social de España.

No es accidental, pues, nuestra crisis, sino fruto de una generación de políticos y cargos de responsabilidad, a cual más incapaz y falsos, en el mejor de los casos posibilistas, a los que hoy se suman unas fuerzas disgregadoras sobre el dictado de “cuanto peor, mejor”. Con todo, el primer problema sigue siendo la falta de conciencia nacional suficiente, cuya consecuencia hace imposible un rumbo estratégico común. Lo que hoy nos lleva a un viaje a ninguna parte. De ahí la llamada de don Jaime Alonso, a la que me une, de apoyo incondicional a VOX.

¿Qué es hoy España? Yo no necesito pensar la respuesta: un estercolero, un inmenso corral de gallinas. Me apunto al pesimismo de Ortega y Gasset, porque yo también concluyo que el signo de la España de hoy es la “incompetencia”. Las conclusiones son claras.

1ª. Los españoles somos incapaces, a menos que estemos bien gobernados por una cabeza rectora, de saber quiénes somos y hacia dónde queremos ir.

2ª. Vivimos en el tiempo de la inseguridad, porque todas las verdades se han ocultado y el poder se tambalea ante los intereses de las grandes corporaciones internacionalistas.

3ª. Para recuperarnos, tendríamos que establecer una mirada formal de lo que han sido estos cuarenta años, constatar que hemos estado en las peores manos, y que aquí todo el mundo ha cedido.

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No puedo ni quiero terminar sin la voz limpia, incontestable y autorizada de José Antonio, clave de todo proyecto de regeneración nacional… “Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre”.

P.D. Si realmente el ministro de Interior, señor Marlaska, ha cometido un delito presionando al coronel don Diego Pérez de los Cobos a que cometiera un delito de revelación de secretos de funcionario público, y tras la negativa del coronel le ha destituido, lo que no se entiende es cómo el ministro ha encontrado un sustituto en la Guardia Civil, cuyo lema es “Ley y Orden”. Por lo que se ve, la sombra del almirante Pascual Pery Junquera es bastante alargada.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha