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Documento Escenarios para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional (2010), Fundación Rockefeller. Documento clave, entre otros, que he ido citando en anteriores artículos, para comprender cabal y certeramente cómo se dibujó esta falsa pandemia generada por un inexistente coronavirus.

En Bloqueo de paso, el primer escenario de futuro de dicho informe, se radiografía de forma (casi) milimétrica el actual coronatimo, llegando a afirmarse que «al principio, la noción de un mundo más controlado ganó amplia aceptación y aprobación, renunciando voluntariamente los ciudadanos de todo el planeta a parte de su soberanía y privacidad».

La Fundación Rockefeller, a la sazón, se «anticipa» a situaciones que ellos mismo van ayudando a crear. Bomberos pirómanos. De todas formas, presagian – imagino que a su pesar- ciertas dosis de necesaria insurgencia ya que «para 2025, la gente se cansará de ese gran control desde arriba y de permitir que sus líderes tomen decisiones por ellos, la gente cada vez más abrumada por tantas reglas estrictas y fronteras férreamente vigiladas».

Humanidad versus posthumanidad

Arriba a nuestras pantallas una extraordinaria cinta de animación japonesa, Human Lost: agónica lucha entre humanidad y posthumanidad, planteamiento perentorio del informe antes citado. Inexcusable pugilato entre libertad y tiranía.

El anime da comienzo en Tokio, año 2035. Vivaquea una feroz y fiera dictadura tecnocientífica – hoy, en ciernes – ya cristalizada. Su brazo armado más eficaz, la medicina, le ha doblado el pulso a la vieja de la guadaña consiguiendo que los humanos, preferentemente los muy pudientes, vivan una media de 120 años, apeteciendo los 180. La nanotecnología, piedra filosofal de la domesticación humana, al servicio de las élites para alcanzar la inmortalidad. El transhumanismo aprehendido. Algunos humanos habitando una posthumanidad, valga la fingida aporía.

Los humanos, como hogaño, portando liberticidas mascarillas/bozales, se hallan sometidos al absoluto control de la red SHELL (Sound Health Everlasting Long Life). Agencia de Salud y Longevidad. Sic. Agencia que lleva un tiempo preocupada y obsesionada con la «curva de la civilización», el patrón que indicaría la esperanza de vida y el futuro de la sociedad, procurando que se mantenga estable. Al igual que nuestras autoridades, lo hacen todo por nuestro bien. Eso, al menos, repite, machacona, la propaganda en nuestro anime. Y en nuestras cajas tontas. El poder, ahora, te mata a besos. El declarado objetivo de esta atroz tiranía, que prefiguramos en nuestro mundo actual, tan semejante a zombieland, es velar por la seguridad de los ciudadanos para que nadie muera.

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Bios versus zoé.

Nos quieren eternos, sin realizar la necesaria distinción entre bios y zoé. Los maestros griegos hablaban de zoé, de donde procede zoología, vida nuda y desnuda, vida como supervivencia, vida pura, y el valor de ese tipo de vida se mide por su duración y por la ausencia de dolor y el incremento de la satisfacción. Por otro lado, bios, sutil y cualitativaamente, trasciende a zoé. Vida buena. Vida decorosa. Vida libre. Eudaimonia.

En nuestra distopía, los humanos duran, no viven. Así, gracias a las cuatro grandes revoluciones de la medicina (Manipulación genética, Regeneración, Nanomáquinas y Panaceas: GRMA, siglas en inglés), el Leviatán, aliado al hipercapitalismo, es capaz de fiscalizar a distancia los cuerpos de todos los ciudadanos para curar cualquier enfermedad, restituirles la vida tras haber sufrido un infarto o una sobredosis, o mudar miembros amputados por otros biónicos. Vigilancia y control- físico y mental- totales. La humanidad ha devenido ganado desechable.

Dirigida por Fuminori Kizaki, casi neófito en estas lides del anime, Human lost comienza con fuerza declinando paulatinamente. Su fascinante estética cyberpunk, con un guión excesivamente desmadejado, se nutre, directísima, de la trilogía Matrix y cursa a las iluminación manga de trabajos precedentes, estos sí grandes, tal Akira, Ghost in the Shell o Appleseed. O por qué no conmemorar, también, Tokyo Ghoul o Psycho-Pass. Descomunales.

Para que los humanos sigamos siendo humanos necesitamos morir

«Para que los humanos sigamos siendo humanos necesitamos morir». Eso es lo que Masao Horiki, uno de los principales protagonistas de la cinta, diseñador de las «drogas» anti-GRMA, piensa y, para consumar su objetivo, cree que el único camino es el de la destrucción –autodestrucción- atizando para ello el fenómeno Lost.

Morir, el único camino para seguir siendo humanos. Además, las hondísimas desigualdades económicas están creando un clima irrespirable. Por otra parte, los humanos llevan decenios sin poder atisbar el azul del cielo. Demasiada geoingeniería. La civilización oscila entre renovación o autodestrucción. Ante ello, nuestro gran prota, Yozo Oba, se une a un grupo de motoristas, remitiendo directamente a Akira, para entrar en The Inside, la zona donde moran los ultrarricos (homenaje a Alita, ángel de combate), aquellos que saborean el «éxtasis» del poder.

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El gran Yozo Oba, el último hombre, la leyenda de un indomable e insurgente, dedica parte de su tiempo a la pintura, donde se autorretrata cual una forma endemoniada que recuerda a la eterna juventud de la criatura de Wilde, Dorian Gray. Allí se nos revela su interior. Y el nuestro: vendimos nuestra alma al diablo, en turbadores pactos fáusticos, a cambio de belleza, gloria, riqueza, poder. Naderías. Y el gran poder: vencer a la muerte. Perdimos. O, tal vez, no. Eso sí, en el camino se ensombreció, definitivamente, nuestra humanidad.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.