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¿Adivinen cual de estos pasquines es delictivo en esta democracia pervertida por una izquierda que se mira en la España del 36? 

En esta neo-igualdad impuesta por el marxismo cultural que violó la presunción de inocencia del hombre, condenado por su sexo «si o si» vestidos con la toga libertaria que proclama defender la libertad de expresión, mientras lanza a sus comisarios políticos de NEWTRAL y MALDITO.BULO para amordazar incómodas «verdades que ofenden» tan clamorosas como prohibir uno de estos carteles, se repite el superado sectarismo vivido en la II República cuando cerraban cientos de medios de prensa por discutir la II República con multas y cárcel, las mismas que anuncian aplicar hoy a quienes publiquen uno de estos dos carteles con la ley de memoria histórica: juicio y condenas de 1 a 4 años con multas de hasta 100.000€.

La famosa «concordia» que en un ejemplar acto de reconciliación en 1978 nos legaron los culpables de la guerra civil, abriendo así un futuro de paz y progreso jamás conocido en la historia española, se inició tras la derrota del asalto comunista que perpetró el secretario general del PSOE Largo Caballero y sus cómplices, verdadero culpàble del conflicto, quien pidió, busco y anunció durante años una dictadura bolchevique y la guerra civil, en un reiterado asalto a la República con asesinatos políticos, pucherazos electorales (abril de 1931, febrero de 1936) y golpes de estado, esos que la izquierda chupiguay llama «Revolución» (1934).

Con la condonación entre 1940-43 de las condenas a muerte tras los procesos judiciales a los criminales del Frente Popular, Franco iniciaba la reconciliación de una España totalmente saqueada y arruinada (Tesoro del VITA – expolio de las reservas de oro del banco de España) necesitada de ser reconstruida civil, social y económicamente por completo, con el campo y la industria y las familias arrasadas tras 3 años de guerra; me refiero a las más de 60.000 penas capitales  por espeluznantes crímenes de guerra; de ellas, el 90% fueron perdonadas y conmutadas por condenas a cadena perpetua, que a los 5 años se amnistiaron, para que aquellos criminales pudieran integrarse en una sociedad de postguerra que `perdonaba y necesitaba el olvido y el perdón. Hablo, como ejemplo, del abuelo de Pablo Iglesias.

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Gracias a ese ejercicio de reconciliación iniciado por Franco en 1939, en 1975 España poseía una potente clase media, vigorosa y emprendedora, envidia de cualquier república comunista, con la analfabetización de principios de extinguida y altos índices de natalidad, sin apenas deuda externa (3%), las cárceles semi vacías (8.000 reclusos), las heridas de la guerra superadas  y un desarrollo económico que nos situaba como la 8ª potencia económica del mundo, una realidad que sigue avivando el rencor de los nietos de esa izquierda levantista, rencorosa y guerra civilista que persiste en España, instalada en un odio que no les pèrtenecio jamas, el de sus abuelos que ya se perdonaron, y que con Zapatero abrió un proceso revanchista disfrazado de digna sepultura para quienes entonces aplaudieron el asesinato de 6.000 almas inocentes en Paracuellos (allí siguen en sus fosas comunes) buscando por puro electoralismo abrir viejas heridas y las tumbas del bando nacional, esos malditos fascistas que, aburridos y sin nada que hacer, dieron un golpe de estado pòrque si.

La Orwelliana ley de desmemoria histórica que el Partido Popular consintió permite procesar, juzgar y condenar a esa media España que entiende y defiende lo que sus abuelos se vieron forzados a hacer ante aquel proceso revolucionario que implantaba el Frente Popular y que Gil Robles resumió en una frase lapidaria que explica el pronunciamiento de 1936 tras el secuestro y asesinato (por el mismo método de ETA) del líder de la oposición por agentes del PSOE, Calvo Sotelo:: «Media España no se resignó a morir» una frase lapidaria que Azaña en sus memorias sello:» Franco no se rebeló contra la República sino contra la chusma que se había apoderado de ella».

 

Hoy, los herederos ideológicos que Azaña denunciaba en sus memorias y cuyos abuelos gozaron de un perdón que Stalin jamás dio en sus gulags, buscan derribar la cruz más alta del mundo que custodia la paz de 40.000 combatientes de ambos bandos buscando el perdón sellado en 1978, cuyas frases de hoy anuncian repetir conflictos pasados, incitados por quienes llaman al oponente político «fascista» o «enemigo», hoy como ayer:

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«La palabra democracia mola, por lo tanto, hay que disputarla al enemigo. La palabra dictadura no mola, aunque sea dictadura del proletariado. No mola, no hay manera de vender eso. Aunque la dictadura del proletariado es la máxima expresión de la democracia» «Debemos politizar el dolor, que el dolor se convierta en propuestas para cambiar la realidad» Pablo Iglesias.

«… la clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución». Largo Caballero Linares, 20-01-1936.

«… la transformación total del país no se puede hacer echando simplemente papeletas en las urnas… estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia». Largo Caballero, 10-02-1936.

Conocedores de que el vicepresidente del gobierno se felicita cuando patean a un policía nacional, mientras defiende en las herriko tabernas el papel de ETA, me vienen a la memoria las palabra de Prieto, cuyos guardaespaldas fueron los asesinos del líder de la oposición: «Lo que le ha pasado se lo merecía, era un peligro para España. Él, como todos los suyos, no deben seguir vivos. La justicia del pueblo no lo va a permitir».

Todo un poema alegórico de las proclamas que entonan quienes ostentan hoy el pòder: «¿Ya ha muerto Calvo Sotelo? ¡Estupendo!… Ese nos estaba haciendo pupa. Pero no será el único, la pena es que no cazaran también al de los «300» (se refería a Gil Robles). Rafael Alberti. 

Autor

REDACCIÓN