20/09/2024 17:37
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Leí hace un tiempo un debate entre Alain de Benoist y Chantal Mouffe sobre el ‘populismo’. Uno desde un populismo identitario (no acepta el apellido de ‘derechas’) y la otra de ‘izquierdas’, pues si acepta ese apellido.

El populismo de izquierdas se descartaba claramente al ser partidarios de un ‘pueblo’ de pasaporte, donde caben todos los inmigrantes habidos y por llegar. Y sus valores éticos son progresistas, aunque moderados si los comparamos con las neurosis actuales. El populismo de izquierdas es asimilable fácilmente por el sistema porque no pone en duda ninguno de sus valores, solo disiente en temas económicos.

Sobre los populismos identitarios, primero dejemos claro que no hablamos de los partidos o dirigentes a los que se acusa de ‘populistas’ pero que son absolutamente parte integrante del sistema, como Trump, el Brexit, Salvini, Bolsonaro, Marine Le Pen y otros movimientos de la derecha llamada ‘nacional’.

Centrémonos en los movimientos de ‘alternativa populista’, o sea que, aunque forman parte oficialmente del sistema, tienen serios problemas con sus normas, y otros que no se consideran del sistema, buscan los votos de diversos colectivos descontentos, pero derivan claramente a la derecha.

Hay una tendencia entre ex ‘fascistas’ en declararse ahora antifascistas y asumir la idea de populismo, quintas vías o cosas así, con la sana intención de buscar votos, y llegar algún día a ser una derecha fachosa tipo VOX o similares.

Estos populismos en busca de caza de votos, para distraer la mirada acusatoria de los anti fascistas profesionales (aunque no lo logran) se esconden en un montón de palabrería intelectualista poco comprensible a nivel de ideología, pero políticamente son en cambio muy elementales, buscan votos simplemente.

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Los intelectuales de esta línea tienen un arduo trabajo para presentar sus ideas sin que parezcan ‘fascistas del todo’, para lo que deben deformar las cosas puesto que, en realidad, mirando las ideas fríamente, son copia de las propuestas del fascismo. No solo deben evitar ser excesivamente catalogados de ‘fascistas’ sino evitar persecuciones o un boicot excesivo en los medios. Por ello se definen como antifascistas, aunque en realidad sus propuestas no lo sean.

Pero en cambio a nivel político los grupos no se dedican, lógicamente, a complicadas ideas sino a programas políticos que logren votos. Para ello deben recurrir a temas que sean propios e intocables por los demás pero que afecten de verdad a la gente, como combatir la inmigración, los temas ética sexual, nacionalismo central, apoyo a la familia contra la propaganda del sistema. En los demás temas se enfrentan a la demagogia de la izquierda, difícil de superar, y absolutamente fuera de toda posibilidad de realizarse realmente.

El asunto es que cuando consiguen votos, es posible con temas puntuales como la inmigración o el separatismo, la pregunta clave es si tienen votos o pueblo.

Porque los que votan a los populismos ‘alternativos’ son realmente parte del ‘pueblo’ del sistema, no un pueblo alternativo.

Votan por algún tema politiquero, pero no viven acordes a una ‘alternativa’, sino que su vida es la normal en el sistema.

Hay un intelectualismo alternativo, pero no un populismo que tenga un ‘pueblo’ detrás, solo tienen votantes. Para ese populismo lo importante es tener ‘votos’ (cargos) fuera de los partidos oficiales del sistema, pero sin pretender afectar a la forma de vida del votante ni a los medios de educación o información, al arte.

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¿Hay empresas, diarios, Tv, cine, teatro, escuelas que sean populista?  Solo hay partidos y montones de libros que leen solo unos pocos. ¿La gente que les vota vive de una forma anti liberal? ¿Hay un ocio distinto del que propone el sistema? No.

Veo votar a los ‘populistas’ gente que viven exactamente igual que los que votan a los ‘oficialistas’ del Sistema. Van a las mismas fiestas, ven los mismos programas de televisión o cine, no les interesa el arte ni la cultura distinta de la que presenta el sistema.

Y por ello, las ideas van cambiando acorde a la necesidad de votos, y acaban siendo una derecha nacional dentro de los parámetros del propio sistema.

Es el populismo sin pueblo, pero con votos.

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REDACCIÓN