23/11/2024 14:22
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Primero, lo primero: estamos en el terreno de lo verosímil; aquí no hay algo de lo que podamos tener certeza, y mucho menos nosotros, la gente de a pie. De modo que intentaremos manejarnos con los elementos que tenemos. Con apreciaciones provisorias y pasibles de ser revisadas, abiertas a prueba en contrario. Con el deseo de no desentendernos de una grave situación que aqueja a la nación, aquí va un análisis “a vuelo de pájaro” de 13 puntos:

Cristina tiene graves problemas internos: peleas, ajustes, fenomenal crisis económica. Tiene en contra, sobre todo, poderosos grupos multimediáticos como Clarín, La Nación y sus satélites, así como millones de personas que –por distintas razones, algunas más legítimas que otras– la detestan.
También tiene muchas pruebas en su contra en varios procesos judiciales, a tal punto que –con un Poder Judicial independiente y sin presiones– iría presa.
Atento a todo esto y a la operatoria habitual de la oposición mediática y política, parece no tener sentido que ellos hayan armado este supuesto intento de magnicidio.
El agresor, por tanto, podría no ser parte de un plan orquestado por líderes opositores sino meramente un desquiciado que, ante el riesgo de que Cristina quede libre, habría optado por ejercer justicia por mano propia. También podría ser solamente un buscador de 15 minutos de fama, sin responder a nadie, aunque al elevado costo de la prisión. De hecho, en las últimas horas trascendió que fue entrevistado dos veces por un medio afín al cristinismo (Crónica TV) en el último mes. Y ya se está diciendo en programas de periodismo que la pistola parece de agua. Por detalles no menores como estos, pero sobre todo por la mentira sistemática con que este gobierno se ha manejado desde hace años, millones de personas en la Argentina piensan que todo esto podría ser una gran farsa.
El “agresor” gatilló pero el tiro no salió porque, nos dicen, no había balas en la recámara. ¿Hay seguridad de que el arma que aparece en la grabación es la misma que fue peritada? Cristina no queda traumada por el intento de asesinato, se ríe, se toca el pelo, sigue firmando autógrafos y saludando a sus seguidores luego del acontecimiento durante 5 minutos. ¿Se dio cuenta CFK? Pero los que seguramente se dieron cuenta fueron los que tomaron del brazo al agresor. Los militantes K, y no la custodia, son quienes reducen al agresor. Si el atentado no un teatro, ¿cómo no se dio cuenta ninguno de los 100 custodios? Es inexplicable que Cristina no fuese aislada del resto de la gente. Su custodia personal no la evacúa del escenario de peligro. ¿Cómo saben que no hay un segundo tirador? Dijo con agudeza Denes Martos: “Si hubiera estado organizado, con una estructura y coordinación profesional habría existido un segundo tirador para asegurar la misión”[1]. Si fue real, ¿por qué el agresor no es reducido y arrojado violentamente en el piso? ¿Por qué entra en el carro de policía sin estar esposado? ¿Despidieron a los custodios por semejante “error”? ¿Por qué el agresor se arriesgaría a matar a Cristina sabiendo que no tiene ninguna oportunidad de escapar? ¿Es un kamikaze? ¿Tiene un convencimiento intelectual y moral tan férreo que se sacrificará… por una patria que no es la suya? Todo lo que sabemos de él es que es un idiota. ¿Por qué un brasileño tendría interés en matar a CFK? ¿Por qué arriesgaría todo para matar a un líder político y ex presidente… de otro país? Agrega Martos: ¿Cómo es que un violento extremista tatuado de nazi “se olvida de meter una bala en la recámara antes de disparar para cometer un mega-atentado”? El hombre plantea la acción de su vida y se olvida de tirar de la corredera.
No hay huellas digitales de Sabag en “el arma agresora”. La Policía Científica examinó su celular y, al resetear su teléfono, parece que se perdió su información. Se supone que CFK tiene un real interés en llegar a la verdad completa. Pero aquí no se está llegando. ¿A quién beneficia no descubrirla? Al perderse información clave, el kirchnerismo debería estar furioso no sólo por el atentado sino por estos errores. ¿Dónde está esa indignación por la información que no se recuperará? Asesinos que se equivocan y no asesinan. 100 custodios que se equivocan y no custodian. Policías que se equivocan y borran la información del teléfono. Todo es muy raro.
De lo que no hay duda es de la capitalización y aprovechamiento posterior. Se está intentando instalar la imagen de “la democracia atacada” a la que todas las fuerzas políticas salen a defender en la persona de la Vicepresidente Cristina. Es abundante la cantidad de referentes mediáticos y políticos que, coincidiendo o no con CFK, e incluso habiéndola denunciado enérgicamente (Baby Etchecopar, por ejemplo) se solidarizaron con ella. Todo el arco político nacional y una gran parte del internacional expresaron la condena a un atentado que todavía no está claro si fue tal. Cristina recibió innumerables apoyos: el Papa Francisco, el movimiento de los curas villeros, la Comisión Episcopal de Pastoral Social (presidida por el obispo Jorge Lugones), los ex presidentes Evo Morales (Bolivia) y Rafael Correa (Ecuador), Gabriel Boric (presidente de Chile), Vladimir Putin (Rusia). También el secretario general de la OEA, Luis Almagro; el embajador de EE.UU. en la Argentina, Marc Stanley; el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken; apoyos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; del Directorio del CONICET; muchos políticos argentinos y también periodistas. Todos contestes en repudiar el acontecimiento, y todos se muestran muy seguros de que realmente hubo un intento de agresión sobre Fernández de Kirchner. Atención: no es políticamente correcto dudar de que fue un atentado. Quienes no hayan repudiado, son sospechosos.
Pero además, el kirchnerismo aprovechó para contraatacar y jugar su principal argumento: este intento de magnicidio sería consecuencia directa de las campañas mediáticas contra Cristina. CFK no es victimaria por asociación ilícita y corrupción, es víctima de “discursos del odio”, y los medios hegemónicos son los responsables. Un supuesto nazi es el autor material, y MagnettoClarín es el autor intelectual. Se refuerza el espantapájaros del nazismo, que –como está comprobado– embota la mente e impide el juicio racional. Así, el gobierno ya sabe que los autores intelectuales del atentado son los medios de comunicación.
Más allá de esto, no caben dudas de que CFK está llevando adelante una estrategia política de la victimización. En una reunión en Casa Rosada, con representantes de diferentes sectores sociales, llamó a “constituir un amplio consenso contra los discursos de odio y violencia”. Kicillof, como no podía ser de otra manera, también asoció el hecho con el odio: “La proliferación de campañas sistemáticas de odio y violencia, la convergencia inusitada de injurias, agravios y acusaciones infundadas promueven un clima propicio para ejecutores dispersos o programados pero que responden a colectivos sociales, políticos e ideológicos”. Cerruti metió bocado y dijo: “Cuando estigmatizás a una persona, la perseguís, la ponés como blanco de odio, de la ira de todos, lo que está mal, se construyen escenarios y hay que ser terminantes con eso, porque tienen consecuencias que pueden ser catastróficas para la vida de un país”. Tolosa Paz deslizó: “Necesitamos frenar esta escalada de violencia que se venía dando en la Argentina, no solamente por la oposición política sino sobre los medios de comunicación de este país”. Y hasta el Directorio del CONICET se hizo eco de la nueva falacia: “Condenamos el clima de odio fogoneado desde algunos sectores políticos y mediáticos”. Mayans (el infame que, para justificar los atropellos del estado, había dicho que “en Pandemia” no hay derechos) lo tradujo para que lo entienda cualquiera: ¿Queremos paz social? Paremos el juicio de Vialidad”. El piquetero Luis D’Elía tampoco ahorró eufemismos en Twitter: “La Bersa es de Lanata. El cargador es de Leuco. Las balas son de Feinmann. La mira es de Jhony Viale. La empuñadura es de Majul. El cañón es de TN. La portación es de Echecopar. El gatillo es de LN+. La instigación es de Clarín. El plan es de la Embajada. El brasileño es un perejil”.
Se está inflando la peligrosa idea de que el atentado (supuesto o real) es consecuencia de algo caratulado como “discurso de odio”, y todo el gobierno –del Presidente para abajo– usará de ahora en adelante esta etiqueta para desvanecer cualquier crítica. Están intentando ligar estas ideas en la mente de la gente en una clara operación de “guerra psicológica”: informar sobre las causas judiciales de CFK = discurso de odio = magnicidio. De hecho, funcionarios del gobierno están redactando un proyecto de ley bajo la excusa de limitar el odio que se vierte desde los comunicadores sociales. Se trata de penalizar a quien diga la verdad sobre los Kirchner, y se marea la perdiz con “evitar la estigmatización”. Legislaciones semejantes existen en Venezuela y en Alemania. Y se nos hace creer que todo odio es malo, típica estrategia de confusionismo mental: el odio a la corrupción es bueno, el odio a la injusticia es bueno, el odio al mal es sano.
La situación está a pedir de boca para los sectores más radicalizados del gobierno: se aprovecha para salir a bancar a “la jefa”, y –feriado mediante– el kirchnerismo ofrecer una verdadera demostración de fuerza. Se ve al movimiento unido, organizado, con gran cantidad de integrantes en todo el país, representando supuestamente valores que serían deseados por todos: la antiviolencia, el amor, la paz, lucha contra el odio, etc. Y el que diga que estas manifestaciones restan libertad a los fiscales y a los jueces para hallar la verdad, ¡discurso de odio! Lo mismo le espera al que señale que el feriado asegura que más personas puedan asistir a las marchas en distintos puntos del país. Se ofrece ante el público nacional la visión de un bloque político cohesionado, con una notable capacidad de movilización. Quienes osen considerar que estas manifestaciones son una incitación a la violencia o a la impunidad, merecerán el nuevo anatema: “esparcidor de discurso del odio”.
Lo que el Presidente debería decir es «vamos a trabajar lo más posible para encontrar a los culpables». El Presidente debió convocar a trabajar sin decretar un feriado que, objetivamente, fue funcional a un sector partidario, en detrimento de los intereses de la nación. Pero además, por obra de magia, todos los referentes K ya saben sin duda alguna que “la causa” del atentado sería el “discurso de odio” contra CFK. Ante un hecho de supuesta violencia como éste, se convoca a una marcha masiva que sólo calienta más la olla. ¿Repudian la violencia o genera un clima para que se potencie? Se trata del mismo kirchnerismo que dijo “Estamos dispuestos a dejar nuestra sangre en las calles para que no siga habiendo este hambre en la Argentina” (Grabois), de la misma Hebe de Bonafini que pidió probar las pistolas Taiser con unas niñas, del mismo Gildo Insfrán estrangulando a su pueblo hace años, especialmente con la excusa de la cuarentena. Apedrean autos que quieren escapar al corte de rutas, escupen fotos de opositores, escupen opositores (así lo hizo la indigna Victoria Donda), amenazan con “degollar a más de uno” y “acomodarle los dientes” al fiscal: “Si el dentista del fiscal Mola no le acomodó los dientes, le vamos a acomodar nosotros. Con Cristina no, carajo”[2]. Pero ahora nos quieren vender que son la Madre Teresa.
Conclusión. El kirchnerismo, desde sus agentes promotores de marxismo cultural y de la ideología de género, hace 20 años viene llevando adelante un verdadero discurso de odio: odio a la honestidad pública, odio a los trabajadores del campo, odio a la persona por nacer, odio a las Fuerzas Armadas de la Nación, odio a la Policía cuando no se doblega ante sus exigencias, odio a la familia, odio al varón y a la mujer, odio a la femineidad y a la masculinidad, odio a la tradición hispanocatólica, odio al ser y –en definitiva– odio a Dios. Todo esto no es discurso de odio, ¡por supuesto!, es “promoción de los derechos humanos”, “empoderamiento de la mujer”, “perspectiva de género”, modernidad y progresismo. El mismo movimiento que se cansó de reivindicar el terrorismo montonero, se rasga las vestiduras por este hecho confuso y sin daño alguno. No seamos rehenes de su ideología ni de su manipulación. Entendamos que con esto nos entretienen mientras el gobierno argentino sigue rematando la soberanía económica y política, avanzando con la Agenda 2030 y poniendo al país de rodillas en el altar laico del Nuevo Orden Mundial. Sepamos distinguir, razonar, pensar, para que no nos sigan engañando los que desde hace más de 20 años han capturado el intelecto en la Argentina.

LEER MÁS:  La colmena roja. Por Rafael García Alonso

 

[1] Cfr. https://denesmartos.blogspot.com/2022/09/pobre-cristina.html

[2] Cfr. https://bit.ly/3cJJ4xj

Autor

Juan Carlos Monedero