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Qué mejor que el estribillo de la ilustre copla andaluza, popularizada (popular…) por “La Faraona”, al salir en la caja tonta de los años 50: el cine; para despedir a Cayetana. Esta señora hispanoargentinogabacha, aparte de marquesa, es pepera, y, tal vez, expepera como Santiago (y cierra, España) Abascal. No me sorprenden los apoyos que esta señorita andaluza de manual está recibiendo, tras la pérdida de su condición de “portavoza” (se escribe “potavoz” de potar, que es lo que hacen siempre, pero la primera dama del Che Pa Blenin lo llamó así, y donde hay patrona no manda marinera).
Nuestro país tiene la memoria tan corta que… ¿qué estaba escribiendo yo ahora? Esperad que releo lo anterior…
¡Ya! Ahora puedo seguir con mi artículo… ¡ay, qué memoria! (mítica expresión de Andrés Pajares, interpretando a Roque Tercero González, en la imprescindible cinta de Mariano Ozores “Yo hice a Roque III”. La secuencia donde se acuesta en el sofá cama de Federico, Fernando Esteso). Pues eso… la memoria. Qué no sólo de la puta ley de memoria histórica muere Espena.
A ver… Lola Flores, junto a su compinche “el pescadilla” defraudó 28 millones de calas a los españoles. Cuando la pillaron, alegó la mítica tomadura de pelo: “Si cada español me diera una peseta…”. “y una miiiiiieeeeeeeeeeeeerrrrrrda”, como exclama otra vez el mítico Andrés Pajares en otra obra maestra de Mariano Ozores, en este caso “Agítese antes de usarla”, le hubiera respondido yo, de no haber tenido por entonces 10 años y, por lo tanto, haberme pispado de algo. ¿Pero qué hizo el pueblo español? Seguir adorándola y pagando por verla. Vaya, como ahora con la Pantoja (y 1001 ejemplos más, esto es un loco de remateeeeeeee y… ¡gol! Qué se lo digan a los jurgolistas que son TODOS defraudadores, de una u otra manera, y siguen siendo multimillonarios y adorados por el vulgo, jajajajaja Es que se me cae la baba… y no de envidia, sino de tonto).
La marquesa, corregidme si me equivoco, ha hecho su carrera política en el PP. ¿Tengo que descubrir ahora qué es este partido y todo el daño que hizo, hace y hará? ¿Verdad qué no, mis queridos niños? “Si es que sois como niños”, “sí, como niños tontos, sobre todo éste” (otra mítica secuencia de “Yo hice a Roque III). ¿A qué viene ahora el apoyo a una pepera? ¿a qué cojones viene? ¿a qué en el Puto Partido todavía hay políticos peores? ¿En serio que estás jugando al “y tú más”? Todavía tengo cierta comprensión con los engañados que creen en Santiago (y cierra, España) Abascal, y olvidan todas las prebendas que obtuvo como político del PP, y muy especialmente el expolio a los madrileños que cometió de la mano de su íntima e ínclita, no, mejor perínclita (espero que se pille la ironía) Espe Aguirre. Cierta comprensión porque el único asidero que le queda a un ser humano hay que respetarlo, por mucho que sea un asidero que únicamente demore su inevitable caída al foso de las serpientes.
Me alegro, espectacularmente, de que algo le vaya mal a un político. A cualquiera. Todos los políticos de la actualidad, sin excepción, son sátrapas, analfabetos, mentirosos compulsivos, psicópatas natos o formados… ¿de verdad vais a entrar en su juego y defender a unos para atacar a otros? Qué no, que la marquesa no está triste, ¿que no tendrá la marquesa?, que sus suspiros no escapan de su boca de fresa, qué no ha perdido la risa, que no ha perdido el color…
Imaginad esta famosa sonatilla popular, pero con su protagonista primigenia: la princesa. Os recuerdo, queridos niños, que la vuestra es Lehorror, la niña más perturbadora e inquietante que jamás contempló el sol. Sí, es la nieta del Rey elefante, ese contra el que, ahora, por fin todos despotricáis. ¿Os tiene que clavar el puñal para daos cuenta de que un gitano que corre hacia ti, puñal en mano, no va a matar a un oso que está acechando a tu espalda?
Ataos los machos y coseos el chichi… que, en Espena, lo peor siempre está por llegar. Y con estos compatriotas “nacionalistas españoles” que lloran a Cayetana, ni os cuento. Lo de fuego amigo, una puta broma al lado de lo que ocurre en Espena.
Lo dicho: ¡Ay! pena, penita, pena… y, por supuesto, eterno Calderón (de la Barca, no el puto estadio jurgolerdo): “¡Ay! mísero de mí, y ay infelice…”
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