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Existe en Ferraz fundado nerviosismo por los sondeos que alertan de la pérdida de Moncloa por parte del felón y mentiroso, Sánchez. La tensión ha hecho perder los papeles al trapacero presidente. Y esa actitud no es más que la cosecha recogida de lo sembrado. Hasta el PNV ha tardado en reaccionar y en darse cuenta de que le han tenido engañado las huestes falsarias del degenerado socialismo, más conocido como «Sanchismo».
El nacionalismo aprovechado y «encabestrado» no dudó en poner la mano para recoger las prebendas que le ofreció Rajoy e inmediatamente se paso al enemigo con todo su bagaje: no dudó en apoyar al socialismo con la excusa de la corrupción del PP y la condena de un juez asilvestrado que, posteriormente, ha sufrido el correspondiente correctivo y cavado la tumba de su carrera profesional. Ahora, ese nacionalismo no duda en lanzar a las redes sociales el planteamiento de si debe seguir apoyando al socialcomunismo o retirarle ese, algo que debió hacer tras declarar el tribunal al PSOE, el tribunal de los ERE, como el partido más corrupto y mafioso de Europa.
A la vista de los acontecimientos, cada vez tengo menos dudas de que el final del sanchismo será sangriento, de ahí que se espere cualquier reacción del socialismo salvaje con tal de mantener la nula transparencia, la presencia en Moncloa y los resortes destructores de mi país, que no es otro que España. El desprecio de la ciudadanía al presidente del Gobierno comienza en la calle y acaba en las alcobas de Palacio. De momento, esa campaña de salir a la calle y de exponerse al público han tenido que anularla.
Sánchez ya no puede exponerse al público: la población lo recibe con misivas del estilo de sinvergüenza, cabestro, cab*…, hijo de pu*.. y otras «felicitaciones» dignas de quien ha arrasado la economía del país; ha abandonado a las capas más desfavorecidas; ha amenazado a los jueces y despreciado a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; ha blanqueado a asesinos y terroristas con la ayuda y el apoyo del siempre vulgar exjuez, Marlasca, incluso no ha dudado en enmarañar y marranear la democracia hasta aprisionar la división de poderes. Montesquieu se hubiera rebelado contra las «macrogranjas» como la que está demostrando ser el actual Consejo de ministros formado por socialcomunistas en cantidad sobredimensionada. Pongan ustedes apellidos a las citadas «macro».
La mentira y la falsedad del felón y su equipo ha llegado hasta volver a mentir a la ciudadanía con la falsedad de los cincuenta ciudadanos elegidos para preguntar al presidente. Algo sin parangón en nuestra democracia. Ha querido dar la imagen de naturalidad y de estadista y se ha quedado en gaznápiro, estólido, necio, payaso de perejil y habitual mentiroso: ha caído tan bajo que no ha dudado en elegir a altos cargos de su partido como si fueran ciudadanos al azar. ¡Qué poca dignidad! ¡Tiene lo que se merece y cosecha lo que ha sembrado! En esa siembra entran el odio, la mentira, la violencia contra los profesionales, el desprecio a la ciudadanía, la tergiversación y la elección de simple animalistas de albañal para el ya mencionado y ridículo Consejo de tormentosos «menestros» y averiadas «menestras».
Una vez que la ciudadanía se ha organizado para que Sánchez sea recibido como merece en la rúa, resulta que Ferraz suspende la campaña de la calle tras ver los resultados del asalvajado animal de bellota monclovita. Nadie lo quiere cerca y toda ciudadanía disfruta tildándolo de lo que ya nadie duda que es. Llegará un momento en que, para salir a la calle, tendrá que escudarse en Felipe VI, Díaz Ayuso o Feijóo. Él no es nadie por sí solo, más que un muñeco de trapo destinado al pim, pam, pum.
Creía el ladrón que todos eran de su condición, y no, hay ladrones como los de los ERE, pero la condición de despreciable solo la tiene él de cara al pueblo: no hay más que evolucionar desde el fraude de su tesis, pasando por los fraudes durante la pandemia, el abuso del Falcón y Puma hasta llegar al engaño de los 50 ciudadanos, falsa y torticeramente elegidos.
La prueba de esa consideración de vil, mezquino e infame radica en su consigna de sacar ministros a la calle y acudir a los medios de comunicación con el único objetivo de insultar y menospreciar a Alberto Núñez Feijóo. Hay tanto miedo en Ferraz y Moncloa con la ocultación de cuanto el pueblo debe saber que hasta cabe la película de «Cadena perpetua». No lo duden, amigos lectores, tiemblan las estructuras de Ferraz y Moncloa, sobre todo si llega a conocerse el problemón generado por la «mandarina» de Sánchez en Marruecos. Pero eso para después de la manifestación por la dimisión del felón.
La primera ministra de trapo en insultar a Feijóo ha sido Isabel Rodríguez, una soldadita de tanteo captada para eso, que es su única especialidad y lo único que se le da bien: insultar al prójimo; viene a ser algo así como Adriana Lastra, pero con vuelta y vuelta de sartén. Otra que tal baila es la tal Llop, ministra de Justicia, y cuyo cometido es preparar indultos para los ladrones de los ERE andaluces e insultar a Feijóo. El patrón es igual para todos y gracias a esos insultos, el PSOE pierde votos y escaños a chorro. La ignorancia es muy atrevida.
Las ministras referidas deben saber que no hay peor ladrón que el de su misma mansión y, pensando en Chaves y Griñán, ladrones roban millones y son grandes señorones. Piensen en el mentiroso Sánchez, a quien acorralará la Justicia no tardando, y donde sus ministros se verán salpicados: sabido es que no hay ladrón sin encubridor.
En fin, nunca te fíes de un ladrón porque conocido es que, de padre bellaco, hijo caco.
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