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En la mañana del lunes día 5 de septiembre de 1955, el Jefe del Estado, Generalísimo Franco presidía los solemnes actos inaugurales de la escuela de magisterio femenino y graduada aneja, así como de la casa de la cultura de La Coruña.
El Jefe del Estado llegó al paseo de Ronda donde se alzaba la escuela de magisterio a las doce y cinco, acompañado de su esposa, Carmen Polo de Franco; jefe y segundo jefe de la Casa Militar, teniente general Franco Salgado, y contraalmirante Nieto Antúnez, respectivamente; el segundo jefe de la casa civil, señor Fuertes de Villavicencio, y ayudantes de servicio.
Le esperaban ante el nuevo edificio el ministro de Educación Nacional, señor Ruiz Giménez; el director general de enseñanza primaria, señor Canto; cardenal-arzobispo de Santiago, doctor Quiroga Palacios; capitán general de la VIII Región Militar, teniente general Rubio López-Guijarro, gobernadores civil y militar, señores Graciá y general Pérez Salas; alcalde de La Coruña, señor Molina; rector de la Universidad de Santiago, señor Legaz Lacambra, y las primeras autoridades militares y civiles de la provincia, representaciones diversas, directores de todos los centros docentes, jerarquías del Movimiento y directora y claustro de profesores.
Una compañía del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº29, con Bandera y banda de música, que rindió los honores de ordenanza, fue revistada por el Jefe del Estado, a quien acompañaba en este momento el capitán general de la VIII Región. En las inmediaciones se había situado numerosísimo público que, al llegar el coche donde viajaban el Caudillo y su esposa, prorrumpió en entusiásticos vítores y aplausos, mientras la banda de música militar y la de Vilanova dos Infantes, interpretaban el Himno Nacional.
La directora de la escuela de magisterio, Eugenia Pascual, entregó a doña Carmen Polo de Franco un gran ramo de flores.
El ministro de Educación Joaquín Ruiz Jiménez, explica al Caudillo, esposa, alcalde de la Coruña y Eugenia Pascual, los pormenores de la nueva escuela de Magisterio coruñesa.
Inmediatamente después, el Caudillo, que vestía uniforme de Capitán General, en unión de su esposa, ministro de Educación Nacional, autoridades y personalidades penetró en la escuela de magisterio femenino, donde se encontraba el profesorado junto a las alumnas que llenaban los pasillos y distintas aulas, y las cuales tributaron al Jefe del Estado una entusiástica y cálida acogida.
En el primer piso del nuevo edificio y ante un altar portátil, el cardenal arzobispo de Santiago, doctor Fernando María Quiroga Palacios, procedió a la bendición del centro
Seguidamente, el Jefe del Estado y sus acompañantes iniciaron un recorrido por el inmueble. El Caudillo, durante su recorrido por las aulas y demás instalaciones, escuchó las explicaciones que sobre las características del edificio, le facilitó el arquitecto jefe del Ministerio de Educación Nacional Francisco Navarro.
Finalmente, el Jefe del Estado se dirigió al salón de actos, donde se hallaban los maestros y maestras de toda la provincia que llenaban el salón. El Generalísimo ocupó la presidencia, acompañado de su esposa, ministro de Educación Nacional; cardenal arzobispo de Santiago, capitán general de la VIII región militar, gobernador civil de la provincia, alcalde de la ciudad, primero y segundo jefes de la casa militar y segundo jefe de la casa civil del Generalísimo.
Abrió el acto el ministro de Educación Nacional, señor Ruiz Giménez, que un momento de su discurso se dirigió a la esposa del Caudillo, diciendo: “Señora: Permitidme que os pida un favor, en nombre de todas las profesoras y de todos los niños de España. Que hagáis un poco de hada madrina de las maestras de toda España y de nuestras escuelas. Vos, que tenéis ternura maternal, podéis daros cuenta de lo que representa para las madres de España disponer de locales bellos y limpios para la enseñanza y disponer de buenas maestras.”
Y prosiguió el señor Ruiz Giménez: “Todo está en las manos del Caudillo y de su Gobierno. Bienvenido, pues, y gracias por vuestra presencia. Es el mejor regalo que podéis hacer a estas gentes. Como dijo Quevedo, El príncipe, con su presencia, gana la victoria. Vos la ganasteis en la guerra y es muy hermoso ver cómo la ganáis también en la batalla incruenta, santa y bendita de la paz.”
A continuación, el Jefe del Estado: declaró: “Queda inaugurada la Escuela de magisterio femenino de La Coruña.” En este momento se reprodujeron las manifestaciones de entusiasmo hacia el Caudillo con una prolongada ovación y gritos de “¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!”.
La Escuela de magisterio femenino, con una graduada aneja, estaba instalada en la ciudad escolar, cerca del Estadio Municipal de Riazor, donde se encontraban también los edificios del instituto masculino de enseñanza media y la escuela de altos estudios mercantiles, centros que habían sido inaugurados por el Caudillo en el verano de 1948. En la zona, con casi las obras rematadas, estaba la escuela de náutica, que inauguraría Franco al año siguiente.
El coste de las obras de la nueva escuela de magisterio se había elevado a diez millones de pesetas. El edificio constaba de cuatro plantas y ocupaba una superficie de cerca de 8.000 metros cuadrados.
Además de las instalaciones normales para sus fines, proyectadas con gran amplitud, la escuela tenia salas para clases especiales, música y labores, capilla y servicio para las enseñanzas de la escuela del hogar. La escuela graduada, aneja en el mismo edificio, constaba de nueve secciones. Uno de los salones más importantes del inmueble era el destinado a biblioteca.
Acto seguido, el Jefe del Estado abandonó la escuela para dirigirse hacia el paseo del Parrote, donde estaba enclavada la nueva casa de la cultura, que de seguido iba a inaugurar. Al ponerse en marcha la comitiva, las alumnas de la escuela de magisterio, asomadas a las ventanas y balcones del nuevo edificio, agitaron sus pañuelos para despedir al Jefe del Estado y su esposa.
El Caudillo de España junto al alcalde de La Coruña Alfonso Molina, Francisco Sintes, director general de Archivos y el ministro de Educación Joaquín Ruiz Jiménez, en el jardín de San Carlos a su entrada en la nueva casa de la cultura de La Coruña.
Poco antes de la una menos cuarto, el Jefe del Estado Francisco Franco y su esposa llegaron a la casa de la cultura de La Coruña, seguidos de su escolta de motos y vehículos donde viajaban el ministro de Educación Nacional y las demás autoridades, personalidades y representaciones que habían asistido a la inauguración de la escuela de magisterio.
En la casa de la cultura esperaban el director general de archivos y bibliotecas, señor Sintes, y los directores del archivo del Reino de Galicia y de la biblioteca instalada en el nuevo edificio señores Gil Merino y González Garcés. En los alrededores de la casa de la cultura se había congregado una gran cantidad de vecinos que vitorearon y aclamaron al Caudillo con gran entusiasmo.
Por el jardín de San Carlos, el Caudillo Franco y su esposa Carmen accedieron a la casa de la cultura. El cardenal-arzobispo de Santiago, revestido de mitra y báculo, procedió, ante un altar portátil habilitado en la sala de lecturas, a la bendición de la nueva casa
Seguidamente, el Jefe del Estado y su esposa, acompañados por el ministro de Educación Nacional, autoridades y personalidades iniciaron un recorrido por las diferentes dependencias del nuevo centro cultural, deteniéndose especialmente en la sala de exposiciones, donde se exhibían gráficos y documentos explicativos de los servicios y su funcionamiento de la misma.
Las Casas de la Cultura fueron una creación del régimen del Generalísimo Franco orientada con ambiciosos fines. Hasta aquel año de 1955 se habían inaugurado tres en España, situadas en Cáceres, Reinosa y Tineo. Tras ellas le seguirían las de La Coruña, Palma de Mallorca, Murcia, Soria y Algeciras y otras catorce más. Todas ellas estarían dotadas de bibliotecas, archivos y dependencias dedicadas al estudio, investigación, consulta, exposiciones artísticas y conferencias.
El ministro de Educación señor Ruiz Jiménez se dirige al jefe del Estado Generalísimo Franco y autoridades en la inauguración del Archivo y casa de la Cultura de La Coruña.
La casa de la cultura y el nuevo archivo quedaron emplazados en la ciudad vieja, al lado del antiguo baluarte, convertido en jardín de San Carlos y sobre las murallas antiguas de la ciudad, El edificio obra de Antonio Tenreiro constaba de cuatro plantas y tenía un elegante y sobrio diseño, destacando en su fachada un gran escudo del Galicia. En la zona del edificio que daba al paseo del Parrote, quedó instalada, insertada en la vieja muralla del baluarte, como puerta del Archivo del Reino de Galicia, la primitiva portada original de estilo románico de la Capilla del gremio de mareantes de la calle de San Andrés, que había sido sustituida en 1890 por la nueva iglesia de San Andrés financiada por la generosidad del prócer coruñés Eusebio da Guarda.
El nuevo edificio albergaría archivo, biblioteca, una sala de investigación, encuadernación y restauración de documentos, laboratorios de microfilm así como Servicios generales de los que dependerían un gran salón de actos y cine cultural con capacidad para 500 personas, sala de juntas y de coloquios y sala de exposiciones.
El alcalde de la Coruña anta la portada románica de la antigua capilla de mareantes de San Andrés, que sería trasladada al nuevo archivo de Galicia en el jardín de San Carlos.
El Archivo regional de Galicia, era un gran desconocido. Primero por haber estado desde 1775 en el edificio de la Capitanía General de la Región Militar, que antiguamente había compartido con la Real Audiencia, y desde 1936 en los sótanos del Palacio de Justicia. Estaba integrado en ese momento por 35.000 legajos y un total de 800.000 documentos provenientes de los procedimientos de la Real Audiencia de Galicia.
Por su parte la biblioteca pública del Estado estaba dotada de sala general de lectura, sección de revistas, salón de investigadores especializados, hemeroteca y sala infantil de lectura; centro coordinador de bibliotecas de la provincia; servicio de circulación del libro y de préstamo; fichero, sala de catalogación, y depósitos de libros con una capacidad para 50.000 volúmenes. En el mismo edificio se hallaban las viviendas para los directores de los dos centros.
El Jefe del Estado quedó muy complacido por las características, disposición y acondicionamiento de la Casa de la Cultura coruñesa, felicitando al ministro de Educación, así como al director general de Archivos y Bibliotecas, señor Sintes, y a los directores del Archivo regional de Galicia y de la biblioteca Antonio Gil Merino y Miguel González Garcés. En una de las salas del nuevo edificio fue servida una copa de vino español.
A la una y veinte de la tarde se dio por terminada la ceremonia inaugural, y el Jefe del Estado y su esposa abandonaron la Casa de la Cultura. A la puerta del edificio fueron despedidos por el ministro de Educación Nacional y las autoridades coruñesas. El público, que se había congregado en las inmediaciones del jardín de San Carlos despidió al Generalísimo y a su esposa con grandes y fervorosos aplausos.
Esa misma tarde el Jefe del Estado y su esposa, Carmen Polo, regresarían a La Coruña para asistir a una corrida de toros celebrada en la plaza de la avenida de Finisterre.
El Caudillo de España y su esposa Carmen Polo en el palco de honor de la plaza de toros de La Coruña.
La plaza que se llenó en su totalidad, presentó un inmejorable aspecto llena de colgaduras, banderas nacionales y reposteros con los escudos de España y de la Casa Militar de Jefe del Estado, Francisco Franco. Al hacer su aparición en el palco presidencial de la plaza, la banda de música municipal de La Coruña interpretó el Himno Nacional y el público, puesto en pie, tributó al Generalísimo y a su esposa una cálida y prolongada ovación. El Caudillo y su esposa correspondieron varias veces a las aclamaciones con saludos.
Con el Jefe del Estado y su esposa se sentaron en el palco presidencial, el jefe de la casa militar, teniente general Franco Salgado; el gobernador civil de La Coruña, señor Graciá y el alcalde de la ciudad, señor Molina. Se lidiaron seis toros de Graciliano Pérez Tabernero, bien presentados, con poder, pero poco codiciosos para los diestros Antonio Bienvenida, Miguel Báez “Litri” y Antonio Chenel “Antoñete”.
Antonio Bienvenida se encontró de salida con un toro que no embestía, pidiendo el público de forma irada su sustitución, algo a lo que no se avino la presidencia. Faena muy certera de Antonio donde abundaron estatuarios, naturales, redondos y de pecho. Dejó media estocada y dio la vuelta al ruedo, Muchos pitos para el toro en el arrastre. Recibió artísticamente al cuarto por verónicas que fueron muy aplaudidas. Dejó tres magníficos pares de banderillas y con la muleta realizó una labor muy valerosa con la mano derecha, incluidos desplantes y adornos que fueron muy jaleados desde los tendidos. Pinchó por dos veces y remató su faena con una media. Fue ovacionado.
Litri dejó unas fantásticas chicuelinas al primero de su lote. En el centro del redondel realizó una labor donde abundaron pases de todo tipo, destacando una serie final de manoletinas de espaldas y desplantes, a cuerpo limpio, ante la cara del toro que llevaron el entusiasmo a los graderíos. El astado dobló tras dos medias estocadas y Litri se llevó una oreja con una apoteósica vuelta al anillo. El quinto era un ejemplar reservón y huidizo que Litri intentó torear sin conseguirlo. Dejó media estocada y escuchó aplausos.
Antoñete entusiasmó al público al recibir al tercero con los pies juntos y con unos preciosos lances por navarras. El animal llegó muy aplomado a la muleta y Antoñete con valentía le fue sacando a cuenta gotas varios pases muy aplaudidos. Cuadró al toro en la suerte contraria y dejó un espadazo hasta la empuñadura. Gran ovación. Con el que cerró plaza, Chenel realizó una faena muy variada en el centro de la plaza, destacando una seria de naturales y otra de redondos ceñidísimos, ayudados por alto, manoletinas y molinetes. Pinchazo hondo. Nuevo pinchazo y estocada ladeada y desprendida. Gran ovación, obligando a Antoñete a saludar desde los medios.
Al finalizar la lidia del tercer toro, los tres matadores subieron al palco presidencial donde fueron saludados por el Jefe del Estado, que le invitó a una copa de Jerez, departió con ellos y les obsequió con un detalle de su casa civil.
Al terminar la corrida, y mientras de nuevo se oían las notas del himno nacional, el público volvió a vitorear y aplaudir al Jefe del Estado y a su esposa, tributo que había de repetirse en el exterior de la plaza y en las calles que recorrió la comitiva del Caudillo de salida hacia su residencia veraniega del Pazo de Meirás.
Autor
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Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.
En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.
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