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Siempre han existido los “superhombres” pero,  últimamente,  con los medios  de comunicación, –empeñados en lo suyo: ganar mucho  dinero–, y con el auge del deporte de masas,  superabundan. Los hay en pleno apogeo y otros que inician el ascenso. Me dirijo a todos ellos.

A nadie le amarga un dulce y ser elogiado constantemente es algo muy agradable, pero tiene un riesgo: creerse todo lo que dicen de su genialidad.  Es natural que la gente admire sus proezas en los diversos deportes pero,  de ahí a que los “hagan dioses, o casi” hay mucho trecho, Los medios de comunicación lo reducen tanto que,  desaparece y los “divinizan”. (A uno ya le llama “dios” toda un nación)

Sé  –¡admirados superhombres!—lo enorme de la tentación de creer a quienes pierden la objetividad y son simples aduladores. Todo el mundo pretende ser objetivo, pero es dificilísimo serlo. La primera condición es no ver solo una parte de la realidad sino todo el conjunto de la vida. Poca objetividad pueden tener quienes solo ven a los “superhombres” como  seres dotados de algunas cualidades excepcionales y hacen cosas laudables como crear “fundaciones” para los más necesitados de protección.  El deportista convertido en “superhombre” es algo más que un humano que destaca en sus años de juventud y no debe olvidar que su vida tiene un objetivo y un fin, común a todo hombre, ni que  sus años de gloria son únicamente  un breve episodio de su existencia. Por ese motivo me permito dirigir una  CARTA ABIERTA a esos “superdotados”, que yo también admiro.

La mayoría de ellos se lo deben al “deporte”– fútbol, tenéis, Fórmula uno, motos, golf, baloncesto, etc., — y, lógicamente,  son personas   entre veinte y treinta años, aunque algunos, luego,  sigan disfrutan de los méritos adquiridos tan jóvenes.

Generalmente han empezado la práctica de su deporte en la niñez o en la adolescencia y esta circunstancia los aleja del estudio y de los libros, por lo cual no suelen pecan de  amor a ambas cosas. Toda su energía la invierten en lo físico y en adquirir agilidad den los miembros del cuerpo, y en  las técnicas apropiadas; en consecuencia,  no se sienten atraídos por cansar los codos.  Tengo una experiencia aleccionadora.  Cuando edité mi primer libre se lo envié de obsequio a uno de estos “superhombres” con fama de excelente educación… (no se dignó acusar recibo, ni devolvió el libro) ., y recordé el refrán de mi tierra. “De dinero y santidad,… ¡la mitad de la mitad!”...

No soy un aguafiestas; sencillamente los años enseñan mucho.

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Veamos el texto de mi misiva:

“Admirados superhéroes:

Mi más sincera felicitación porque con vuestras gestas deportivas hacéis felices a millones de admiradores que os contemplan arrobados y pasan horas y más horas  en un mundo maravilloso, donde olvidan las penas cotidianas. Yo mismo he disfrutado mucho viéndoos en los campos de futbol, de golf, o en las canchas de tenis y baloncesto, sobre todo en mi juventud,  pero también luego gracias a la difusión de vuestros éxitos a través de la televisión. Creo que  merecéis una sincera gratitud pues,  el hecho de alegrar la vida a los demás,  tiene derecho a ser recompensado. Lo digo  espontáneamente; me siento en deuda con vosotros, a la para que me alegra saber que seguiréis proporcionando dicha a los aficionados al deporte. Es más, muchísimas personas que nunca lo han practicado,  ni lo siguen con asiduidad, disfrutan viéndoos triunfar y se alegran cuando leen noticias sobre vuestras hazañas. Que es así, lo compruebo en mi propia casa. Por lo tanto, ¡gracias, superhombre!

Pero el motivo de mi carta va más allá: espero suplir la ausencia de una voz amiga que funge de “despertador” y que os  limita el sueño iluso”  a lo conveniente y a lo justo para que esa vivencias tan agradables en el éxito  merecido  no os “endiose”.

Asentad los pies en el suelo: Tenéis unas cualidades especiales, quizás únicas, que ose permiten brillar sin nubes que oculten vuestra grandeza pero no perdáis  de vista lo fundamental que no son los triunfos limitados a una veintena de años, cuando la vida es mucho más larga y sobre todo siempre tiene un final y una finalidad. La cordura es lo que permite al hombre saber medir los tiempos y valorar la vida en toda su extensión.

Desgraciadamente esta maestra nos ofrece con alguna frecuencia los llamados “juguetes rotos” por no haber resistido la tentación de creerse todo lo que les decían y obrado como si todo les estuviese permitido y su p-proceder  no tuviera consecuencias.

Siempre me ha desasosegado ver cómo los “triunfadores” descuidan ese aspecto  y no se preocupan de tener a su lado un asesor de que podríamos llamar de “formación cultural y humana” entendiendo esta como la formación “completa” es decir “también” como hombre “religioso”… Todo su interés se centra en el triunfo — especialmente por el lado “económico”–: sacarle rendimiento a la fama.

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No necesitan alejarse en el tiempo para comprobar como las empresas se arriman a los triunfadores para aumentar su publicidad.  Al día siguiente de que nuestro compatriota murciano se convirtiera en el número uno del tenis mundial, Carlos Alcaraz aparecía en cantidad de nuncios como “el hombre del producto fabricado por numerosas empresas”. La publicidad se les pega como las moscas a la miel, lo que,  evidentemente llena los bolsillos de millones de euros.

A los tres o cuatro deportistas en la cúspide  una revista les adjudicaba unas ganancias de más de mil millones de euros. Normal, pues, que tengan su avión propio, su yate, sus imponentes residencias…y su rentables negocios. Ya lo decía Quevedo_ Poderoso cabello es Don Dinero, ¿a quién no le seduce?

Pues bien, hay hombres –también deportistas– a los que no les somete,  pero si van a las razones de ese autodominio, son personas que han meditado las palabras de Cristo: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.