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El pasado jueves estuve en la embajada húngara en Madrid, junto con José Antonio Fúster de La Gaceta, para entrevistar a la ministra de Justicia de Hungría, Judit Varga. Hablamos de Europa, guerra, migración y de la figura del primer ministro húngaro Viktor Orbán.
AP: ¿En qué punto están las negociaciones con la Comisión Europea?
Iniciamos un procedimiento de negociación muy constructivo y positivo. Fue mucho trabajo, pero tengo que decir que todas las medidas correctoras que Hungría propuso al final de este tiempo fueron acordadas con los servicios de la Comisión. Pidieron garantías a Hungría, y les dimos todas las garantías. En los próximos días y semanas, introduciremos nuevas leyes y enmiendas para cumplir los requisitos de la Comisión Europea, por lo que no habrá motivo para más bloqueos. Ahora, la decisión está en manos de la Comisión (el domingo se anunció oficialmente el acuerdo entre ambas partes). Hungría puso todo sobre la mesa y es el momento de que Europa utilice las condicionalidades de este caso. El procedimiento de condicionalidad debe ser realmente una herramienta de prevención, no de sanción, y no puede ser el rehén de ciertas agendas políticas. También vemos que el Parlamento Europeo quiere ser parte del problema, no de la solución, pero Hungría, la Comisión y los Estados miembros son parte de la solución.
AP: Así que hay un cambio en la Comisión, porque antes el diálogo por su parte estaba cerrado. ¿Por qué cree que se ha producido este cambio en la actitud de la Comisión?
Creo que hemos tenido un periodo electoral, un periodo muy sensible, y lo que conseguimos después de las elecciones es desvincular las cuestiones ideológicas de las profesionales y pragmáticas. No sé cuál fue el detonante de este cambio, pero el mecanismo de condicionalidad es muy claro y la Comisión tiene que ser muy precisa en lo que pide a Hungría, y así es como bajamos verdaderamente a los detalles prácticos. Y espero que podamos llegar juntos a una conclusión muy positiva.
JAF: En el Parlamento Europeo se aprobó una nueva resolución contra Hungría, ¿cree que esto podría afectar a la decisión de la Comisión? ¿Que precio tendrá que pagar Hungría por esta resolución?
Creo que no hay precio en absoluto, porque hay un interés común en tener una muy buena mejora. Es cierto que muchas voces en el Parlamento Europeo, especialmente de los conservadores alemanes, quieren que esto no ocurra. Pero confío en que la profesionalidad de la Comisión pueda tranquilizar también a muchos de los que critican. Si las medidas son aprobadas por la Comisión, el Parlamento Europeo no tiene nada que decir.
JAF: Recuerda la reacción de George Soros la última vez que la Unión Europea dio los fondos a Hungría.
Sí, están frustrados. El Parlamento fue una gran parte del problema, y cuanto más grandes son estas redes mayor es su frustración, porque sienten que finalmente hemos logrado llegar al fondo del asunto y ser muy precisos y profesionales. Por supuesto, tienen una voz muy potente en los medios, pero los estados miembros y los servicios de la Comisión no deciden por lo que dicen los medios.
La cuestión es que este procedimiento tiene que acabar. Hace dos años Hungría fue solidaria con el resto de Europa, pero todos los países pudieron usar estos fondos de recuperación salvo Hungría y Polonia. Se trata de un asunto moral, más aún con la guerra en Ucrania y la necesidad de liberarnos de la dependencia energética rusa. Estos fondos son necesarios para financiar nuestras infraestructuras energéticas. Hemos aprendido a ser europeos y húngaros al mismo tiempo, aunque a veces es difícil, pero estoy satisfecha de ver la luz al final del túnel.
AP: Tras el apoyo de la UE a Polonia y Lituania en la crisis migratoria, ¿ha habido algún cambio con respecto al muro húngaro? ¿Se han aportado fondos desde Bruselas?
Aún no. Sólo han aportado un 1-2% del coste del muro y ocultando que el dinero es para financiar la defensa de la frontera. No pueden decirlo abiertamente porque va contra sus principios. No obstante, puedo asegurarle que por parte húngara nos mantendremos fuertes en nuestra política de migración. En lo que va de año ha habido 175.000 intentos de cruce ilegal de la frontera, y para nosotros esto es una línea roja. Antes de la guerra, los países bálticos y Polonia enfrentaron el mismo desafío, así que la realidad ha llamado a la puerta y presiona a los políticos europeos para que se replanteen su postura. Nosotros aceptamos lo que otros países deciden en cuestiones de migración, pero también esperamos que esos países respeten nuestro punto de vista. No creemos que la migración masiva sea buena para Europa ni para el futuro de los europeos. Queremos incluir en el Tratado que la política familiar importa y que la UE tiene que financiar no sólo la migración y la integración, sino que las familias tengan hijos. Este es el modelo húngaro. Hungría dedica un 5% de su PIB a las políticas familiares. En 2010 nuestra tasa de natalidad estaba en 1,21, ahora está en 1,56. Aún no es suficiente, porque hay que alcanzar los 2,1, pero vamos por el buen camino. Además, muchos húngaros, que abandonaron su país por motivos económicos, están regresando a casa.
Álvaro Peñas junto a la Ministra
JAF: ¿Cree que en Bruselas podrán asumir el valor de Hungría? Está claro que el tiempo le está dando la razón a Fidesz, pero por el momento están solos.
Sí, pero el mundo está siempre cambiando. Ahora viene un invierno muy frío, con una subida en los precios de los alimentos y el combustible, y creo que esto va a acercar a los políticos a su propia realidad. Lo que no es normal es que en parlamento hablen de Hungría en vez de estar debatiendo sus propios problemas. Mire las protestas en algunos países o lo que ha pasado en Suecia, esto debería agitar a los que viven en la burbuja. No soy ingenua, sé que hay estructuras fuertemente arraigadas en la sociedad que siguen el modelo de la élite, y que niegan la verdad a través de los medios de comunicación. Pero los problemas de los ciudadanos pueden contrarrestar esto, especialmente cuando vemos la tendencia: Italia, Suecia, incluso en Francia, donde se ha producido un cambio en la Asamblea Nacional. O América, donde en noviembre se puede producir un cambio conservador en el Congreso. Para nosotros nuestra política principal es decir siempre la verdad y no cambiar, independientemente de si tenemos amigos o no. Ahora tenemos una legitimidad democrática tan fuerte que venga lo que venga lo superaremos.
Damos una respuesta sencilla a los grandes retos del siglo XXI, como la migración o el género, y esta respuesta es compartida por la mayor parte de la sociedad húngara. En las elecciones Fidesz obtuvo más del 50% de los votos, pero en el referéndum de protección de la infancia, en el que se defendía que la educación de los niños es potestad de los padres, 700.000 personas más votaron a favor de las medidas del gobierno, es decir, eran votantes de la oposición. Se trata de una cuestión de identidad cultural. ¿Estás a favor de la familia tradicional? ¿Quieres vivir en tu país con tus compatriotas? Los políticos de otros países tendrán que responder a estas preguntas, y hoy en día las respuestas se encuentran en la derecha.
AP: Hace apenas una semana Fidesz venció en unas elecciones locales en un distrito de Budapest, una ciudad que vota mayoritariamente por la izquierda.
Sí, en el castillo de Buda. Es una pequeña victoria en una zona tradicionalmente de la izquierda y no nos permite reconquistar Budapest aún, pero es una prueba de que los ciudadanos comprenden que la subida de los precios no es culpa del gobierno, sino de la guerra y de las sanciones. Es tan simple como eso. Nuestra tarea es dejarlo claro. La amenaza existencial causada por la guerra provoca que los ciudadanos estén más preocupados por la factura de la luz que por los políticos, por eso la oposición, que sólo vende ideología, es cada vez menos popular.
AP: ¿Cree que una de las consecuencias de esta guerra, de este choque con la realidad, es el fin de las políticas verdes en Europa?
Esto debe servir para que las decisiones en Europa se tomen en conjunto, las decisiones a los desafíos de esta guerra deben tomarse de abajo a arriba, no imponiéndose a los estados miembros. Por ejemplo, con el embargo del petróleo no se consultó a los miembros de antemano. O en el caso del gas, en Europa Central no es una cuestión de ideología o de comprar más barato, se trata de tener gas en absoluto. Es una cuestión geográfica, mire el mapa, por más que los países occidentales quieran o deseen suministrarnos gas, no pueden hacerlo. No hay oleoductos entre España y Hungría, o entre Bélgica y Hungría, y si queremos ser realistas y solidarios tenemos que pensar en los intereses de todos los miembros. Cuando un 80% del gas procede de Rusia, aunque se obtenga de un interconectador en Austria o Rumanía sigue siendo gas ruso. En los últimos diez años hemos invertido en interconexiones con nuestros países vecinos, pero nada cambia si estos países compran el gas a Rusia. Hubo un proyecto europeo que, desafortunadamente, ha fracasado hasta el momento y ahora llega el invierno, y no podemos librarnos de esa dependencia del gas ruso. Estos son los hechos. Las políticas verdes están muy bien si un país decide seguirlas, pero en la mesa de negociación en Bruselas tienen que entender otros puntos de vista.
JAF: La guerra en Ucrania está provocando una brecha entre Hungría y sus socios en Visegrado, ¿qué puede hacer Hungría para remediar esta situación?
La cooperación del V4 siempre ha sido muy pragmática e incluso con gobiernos con distinta ideología. Por supuesto, algunos medios han intentado exagerar las diferencias con respecto a Rusia. Diferencias que no son ideológicas, sino prácticas, porque tenemos que asegurarnos el suministro de gas. Los polacos han entendido que se trata de un problema práctico, pero a la hora de una amenaza existencial o de un asunto de seguridad, enviamos a nuestros cazas a defender el espacio aéreo de los países bálticos. Ya lo hacíamos antes de la guerra porque comprendemos el carácter de esta amenaza, y siempre ha sido así. Y a pesar de lo que digan los medios, siempre encontramos un buen punto de encuentro. Creo que el futuro de Europa pasa por Europa Central porque con nuestra política de inversión y de excepción local podemos ofrecer una política económica diferente para salir de la crisis, y nuestro modelo funciona.
AP: Su modelo económico funciona, ¿esa es la clave?
Hay una buena frase del primer ministro, una buena receta de cómo tener éxito en las políticas conservadoras, y es que la verdad no importa nada si no tienes poder. Somos conscientes de nuestras capacidades, somos un país de diez millones de habitantes, pero se nos presta una atención desproporcionada porque hemos logrado tener éxito en nuestras políticas conservadoras. Está muy bien hablar de familia y de cultura nacional, pero si no tienes éxito en materia económica entonces nada importa. Es una condición sine qua non tener éxito en lo económico.
En Hungría optamos por la familia en vez de por la migración, optamos por decisiones que no son las que ofrecen los liberales. Así es como apareció el término “iliberal”, que no tiene nada que ver con las libertades civiles y que para nosotros significa que no está de acuerdo con la receta liberal. Una democracia “iliberal” significa que una democracia puede ser diferente, no tiene que ser únicamente una democracia liberal, puede ser nacional conservadora, puede ser cristiano demócrata. Esta es la clave para entender la receta económica y social que Hungría ha seguido con éxito, y que podría ser peligrosa para los liberales en Europa porque, si funciona y tiene éxito, podría ser copiada por otros. Las políticas económicas conservadoras pueden tener éxito, generar empleo y apoyar a las familias.
JAF: ¿Va a haber algún cambio en la ley del aborto?
No, no va a haber ningún cambio. Escuchar el latido del corazón del bebé es una práctica que ya se estaba realizando y que se ha formalizado en un decreto del ministerio de Salud, pero que ha servido para iniciar otra campaña de odio. Lo cierto es que no ha cambiado nada. En Hungría tenemos muchos planes preventivos contra el aborto, y muchas ONG de apoyo a la familia que ofrecen sus servicios para que las madres tengan una alternativa al aborto, mediante apoyo económico o la adopción.
JAF: Viktor Orbán es uno de los políticos más populares en España, usted lo conoce, ¿cómo es Viktor Orbán?
Viktor Orbán es un político que ha liderado constantemente el apoyo popular durante doce años, y su credibilidad personal es mayor que la del partido. No se trata sólo de carisma, es un político con más de treinta años de carrera que fue un luchador por la libertad contra la dictadura y se manifestó contra las tropas soviéticas. Es un verdadero húngaro con un gran corazón y amor por su país. Incluso los que le odian en Hungría, dicen creer en él durante una crisis porque saben que es el único que puede salvar al país. Su probada capacidad para dirigir el país es aceptada ampliamente por la sociedad, y esto es democracia. Le conozco desde que entré en política y cada decisión que toma está guiada por una lógica muy simple: ¿Qué es bueno para el país? Y tiene la capacidad de pensar tres o cuatro pasos por delante que la mayoría. Es tan simple como eso, es una persona que ama su trabajo y a su país, y es un gran estratega. Hay un juego de cartas húngaro llamado “ulti” y él es un gran jugador, y siempre dice que la política es como el “ulti” porque cada juego es inesperado y diferente, y es necesaria una combinación de pensamiento racional e intuición. También dice que si tomas muchas decisiones en el día y el 60% son correctas, puedes estar satisfecho.
AP: ¿Quizás la gran diferencia con la mayoría de los políticos europeos es que Orbán piensa en cómo será Hungría dentro de 20 o 30 años?
Sí, Orbán tiene una visión y cuenta con una gran experiencia en la política, porque ha estado 16 años en la oposición y 16 en el gobierno. Junto con Rutte es el político con más tiempo de servicio en el Consejo Europeo. Ante esta crisis que desvía nuestra atención en muchas direcciones, como conservadores o nacional-conservadores no podemos perder nuestros objetivos de vista. Incluso en estos momentos hay que seguir tomando decisiones, como invertir para modernizar nuestro ejército o defender nuestras fronteras. Y al mismo tiempo hemos recibido a un millón de refugiados ucranianos, una verdadera catástrofe humanitaria que no tiene nada que ver con la migración masiva. Estos son verdaderos refugiados que quieren volver a su país cuando termine la guerra, y Hungría está haciendo todo lo posible por ayudarles.
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