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¡Los canallas lo volvieron a conseguir el día 29 de mayo de 1991!
Cada uno de sus triunfos se convertía en un nudo de dolor insuperable para los familiares y para todo el país. El que no se sintiera triste en uno de esos días era de los suyos.
El procedimiento no era nuevo, ya lo habían estrenado unos meses antes, el 2 de septiembre del año anterior, lanzando un coche bomba contra una de las entradas del puerto de Bilbao. Aprovechando la pendiente que caía hacia allí causaron la muerte de un Guardia Civil de 22 años y de otro joven de 28 que pasaba por allí y que intentó contener el vehículo, esta vez vuestra sensación no fue tan dulce ya que este último era simpatizante de Herri Batasuna.
Unos minutos después de las siete de la tarde de aquel 29 de mayo en la casa cuartel de Vic imperaba la rutina, los niños jugaban en el patio, algunas madres conversaban mientras les cuidaban, y en las viviendas la gente a sus quehaceres. Muchos Guardias estaban fuera, en su trabajo diario, y en la puerta dos de ellos jamás pensaron lo que iba a ocurrir.
No muy lejos de allí, algunos de vuestros héroes intentaban resquebrajar esa rutina, y la manera escogida fueron doce bombonas con 18 kilos de amonal cada una, un total de 226 kilos. Como portador de esa carga tan mortífera un Renault-11, que con la marcha atrás puesta y el volante bloqueado para que fuera en la dirección oportuna, fue lanzado hacia la puerta de acceso, también aprovechando la caída, y penetra en el patio interior. Una vez allí vuestro “gudari”, Juan Carlos Monteagudo Povo, activa mediante un mando a distancia el artefacto y a casa con los deberes hechos. Lo que se dice un “Héroe”.
Desde donde penetró el coche era cuesta abajo hacia el cuartel.
A quienes jalearon y celebraron este hecho se le hizo corta la lista siguiente, pero aquí les rendimos un homenaje:
Las niñas:
María Pilar Quesada Araque, de 8 años.
Ana Cristina Porras López, de 10 años.
Vanesa Ruiz Lara, de 11 años
Rosa María Rosas Muñoz, de 14 años
El chaval Francisco Cipriano Díaz Sánchez de 17 años
El Guardia Civil Juan Chincoa Alés y su esposa Nuria Ribó Parera, el también Guardia Juan Salas Piriz, que se encontraba con su suegra Maudilla Duque Durán, también fallecida.
Acrecentando lo anterior, otro Guardia Civil que ya estaba en situación personal de “reserva”, y que participaba en las labores de rescate fue atropellado por una ambulancia y se convirtió en la décima víctima de ese día.
¿Se trataba de lo anterior verdad?
En las labores de rescate colaboraron perros adiestrados para intervención en catástrofes y calamidades públicas de la propia Benemérita. Como se ve en la fotografía no bastaba con la intervención de bomberos y otras unidades, tuvo que requerirse el servicio de varias grúas para poder buscar entre los escombros. Horas después fueron rescatadas para alivio de sus familiares un bebé con su chupete en la boca y una joven de 18 años.
Varios de los heridos estuvieron al borde de la muerte durante bastante tiempo, por fortuna la lista no se amplió, pero entre esas 44 personas, muchas de ellas lo fueron de bastante gravedad y quedaron con secuelas de por vida.
El Guardia Civil José Giménez Madera participó en las labores de rescate.
El héroe que vemos en la foto anterior se salvó ese día con su hija de tres años por una casualidad, pero debería estar en el patio con la niña. Esta casualidad es doble y contaremos primero lo que había sucedido tres años antes. Estando destinado en la casa cuartel de Llodio, (Álava), esta fue atacada con granadas por otros asesinos de la banda y ahí resultó con heridas en pies, cabeza y manos. Su mujer, del susto, adelantó el parto de esa niña que el día de Vic le pedía momentos antes de la explosión que la acompañara al patio, pero a él le gustaba una serie de televisión que estaba a punto de acabar y así sobrevivieron.
UNA RÁPIDA INVESTIGACIÓN
Más que investigación habría que calificarla de respuesta, y la misma tardó un día, creo que todo un record. Cuando aún se rebuscaba entre los escombros se dio con una pista procedente de los vehículos utilizados en la huida. La calaña terrorista se ocultaba en un chalet de la localidad Barcelonesa de Llisa de Munt.
Y allí no faltaron los miembros de la Unidad especial de Intervención de la Guardia Civil, (UEY), que en el asalto detienen al miembro del comando Juan José Zubieta Zubeldía en el mismo jardín, el mismo ofrece resistencia pero es reducido de inmediato. El segundo en ser detenido hubiera sido Juan Félix Erezuma Uriarte, pero al ver lo anterior abre fuego contra los verdes, y la cosa, de haber podido acabar con los tres detenidos y en la cárcel, comprenderán la expresión, “se puso verde oscuro”.
Un tiro recibido por uno de los agentes hace que ya, sin ninguna demora se produzca el asalto total a la casa, el que faltaba, Juan Carlos Monteagudo Povo decide unirse a la fiesta y empuña también una pistola con la que hace frente a las fuerzas que alguno de vuestro partido calificó como agresoras y yo como defensoras de la ley.
Por si me llega a leer alguno de los que he citado en el párrafo anterior, que es difícil, les voy aclarar una cosa, que veo muy necesaria. Cuando las cosas se pusieron “verde oscuro”, Juan Félix Erezuma Uriarte hizo fuego desde una ventana con un subfusil, en su cadáver había “un único impacto de bala”; en el cadáver del segundo, Juan Carlos Monteagudo Povo, que lo hizo desde el garaje con una pistola, dos únicos impactos de bala, con el primero no soltó la pistola.
Por si todavía hoy se os ocurre seguir hablando de lo que ese día definíais como “ejecuciones policiales sumarias”.
Hubo un juicio por estos hechos que acabó el 24 de junio de 1994, la Audiencia Nacional condenó a 1.311 de prisión Juan José Zubieta Zubeldía, pero no importó esa cifra ni que hubiera sido condenado también por otros hechos, obtuvo la libertad en 20 de noviembre de 2013, y tuvo su homenaje.
Una de las pistas que condujo a los agentes hasta esa dirección fue el vehículo de huida, que se relacionó con Pilar Ferreiro Bravo, más tarde fue condenada junto con Jordi Mas Trullenque, ambos como colaboradores a 8 y 6 años de prisión respectivamente.
No puede acabar este artículo sin mencionar, por ser necesario, que el cuartel tuvo que ser derribado, en su lugar hoy en día hay una biblioteca. También es necesario mencionar que quien apretó el botón, Juan Carlos Monteagudo Povo, era un antiguo dirigente del grupo terrorista “Terra Lliure”.
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